Investigadores de la UMH analizan los procesos de expansión del reptil con el objetivo de predecir posibles consecuencias genéticas y entender su evolución
Esther González Fernández
El Surfing en la tortuga mora es un estudio realizado por un grupo de biólogos de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, cuyo objetivo es esclarecer los orígenes de la tortuga mora conocida entre algunos investigadores como “fósil viviente”. Sus inicios se remontan al continente africano durante la época del prehistórico, específicamente al periodo del Pleistoceno Superior. De estos contemporáneos a los dinosaurios descienden más de 200 de las especies que existen en la actualidad. El estudio también señala a este tipo de vertebrados como uno de los primeros ejemplos empíricos de “Surfing” genético, proceso evolutivo de la especie llamado así debido a que solo aquellos alelos, manifestaciones de un carácter o gen, que estén a la cabeza de la ola de expansión logran propagar sus genes al nuevo hábitat colonizado. Mediante el análisis de las posibles consecuencias genéticas de este fenómeno se busca entender mejor su evolución, tanto cultural como biológica en el Mediterráneo occidental.
Los autores del estudio, Eva Graciá y Andrés Giménez, marcan la presencia de la tortuga mora en cuatro puntos clave de la península ibérica: en Doñana, en las provincias de Murcia y Almería y en las islas Baleares. Protegidas desde 1970, estas tortugas están clasificadas como “Vulnerables” por el Catálogo Balear de Especies Amenazadas y de Especial Protección, precursor de la activación de un plan para su conservación durante la década de los 80. La escasa diversidad de esta especie en el oeste europeo y su poca diferenciación respecto a las poblaciones africanas ha llevado a descartar que estas aparecieran en la península antes de la apertura del estrecho de Gibraltar. Se mantiene abierta la posibilidad de que sus orígenes se basen en la dispersión natural de las mismas por el mediterráneo mediante el “rafting”, al ser arrastradas mar a través a la deriva, durante un periodo donde las costas peninsular y la africana estaban muy próximas. Algunos casos de este suceso han sido demostrados con anterioridad en las travesías oceánicas de otras especies de tortugas de tierra.
Este tipo de vertebrado es uno de los primeros ejemplos empíricos de “Surfing” genético, proceso evolutivo que implica la propagación de los genes de la especie en un nuevo hábitat
Esta investigación llegó a muestrear, en busca de los orígenes de la especie, a 400 tortugas del norte de África y la península ibérica que dieron lugar a 36 haplotipos, variaciones de las secuencias de ADN, conectados y diferenciados unos de otros por diversas mutaciones. Los resultados de este muestreo generaron 7 genotipos (conjunto de genes característicos de cada especie) con marcadores microsatélite, cuya función es realizar análisis poblacionales, que evidenciaron menores niveles de diversidad genética en las tortugas del sureste ibérico. El resultado de estos análisis llegó a establecer la zona de Orán, en el norte de Argelia, como originaria del legado ibérico.
El importante legado biológico y cultural de estas longevas criaturas evidencia la complejidad de los procesos biogeográficos en el Mediterráneo occidental y el motivo por el que estos deben ser preservados, con el fin de garantizar su viabilidad a largo plazo. Pese a su estatus de conservación, las principales amenazas a las que se enfrenta esta especie son la pérdida y fragmentación del hábitat, así como la erosión poblacional por recolección de tortugas para ser mantenidas como animales domésticos. Para garantizar el futuro de estas poblaciones se requiere del desarrollo de programas de educación ambiental, de la persecución del tráfico y posesión de tortugas mora, ambas ilegales, así como la disminución y el control del stock de los animales mantenidos en cautividad para así evitar riesgos sobre las poblaciones silvestres.