Se estima que un 80% de las personas experimentarán algún tipo de dolor a lo largo de su vida y 1 de cada 5 personas, en España, lo sufrirán de manera crónica.
El dolor es una respuesta orgánica que provoca una sensación molesta más o menos intensa. La percepción del dolor resulta de una activación localizada de las células nerviosas que avisan de que algo no va bien. El doctor Carlos Tornero, jefe de Servicio de Anestesiología del Hospital Clínico Universitario de Valencia, explicó las implicaciones y los riesgos del dolor, su evaluación y tratamiento durante una charla dirigida a los alumnos del grado de Enfermería del CEU Cardenal Herrera el pasado jueves.
Ante un mismo estímulo, lesión o intervención quirúrgica, la sensación de dolor varía entre distintas personas. Son muchos los aspectos que pueden influir en esta subjetiva percepción del dolor: haber sufrido lesiones previas, la técnica anestésica utilizada, la actitud pesimista o catastrofista o la falta de suficiente información, entre otros. También la genética influye en la sensación de dolor: “Los pelirrojos tienen otra predisposición al dolor”, remarcó el ponente.
Durante su exposición, Tornero resaltó la importancia de la formación de los futuros profesionales de la salud en este campo y la necesidad de mejorar la calidad asistencial. El doctor señaló que la gran mayoría de los pacientes que salen de una intervención manifiestan algún dolor durante el postoperatorio. El licenciado en Medicina y Cirugía comentó, además, que esta situación, normalizada en el pasado, es un reflejo de que el tratamiento que se está aplicando en estos casos debería mejorar. En este sentido, el ponente enumeró algunos de los muchos riesgos que pueden aparecer si se tiene dolor durante el postoperatorio: isquemia miocárdica, complicaciones pulmonares, enfermedad tromboembólica, prolongación de la estancia hospitalaria y cronificación del dolor, entre otros. En este aspecto, insistió: “El mal control del dolor influye en el devenir de las personas”. Además, el médico defendió la aplicación de protocolos de analgesia multimodal adaptados a cada paciente. Este tipo de protocolos se basan en el empleo de diferentes técnicas y medicamentos para reducir la sensación de dolor. La empatía, la escucha al paciente y el empleo de técnicas de relajación psicológica, por ejemplo, juegan un papel muy importante en el aumento del efecto analgésico. “No todo son fármacos”, apuntó el doctor.
Después de exponer las complicaciones del dolor, Tornero se centró en la evaluación que los profesionales de la salud hacen del dolor. El experto se mostró crítico con los datos que se recogen en las hojas de enfermería:“Si el dolor fuese evaluado igual que el resto de indicadores del estado de salud, serían posibles mejores opciones de tratamiento”, apuntó refiriéndose a las cuatro constantes vitales que sí recogen los registros: frecuencia cardiaca, temperatura, frecuencia respiratoria y presión arterial.
El ponente animó a los alumnos asistentes a interesarse por la investigación. Brevemente, describió una de sus líneas de investigación que se centra en el papel de las células de glia (células que sirven de soporte al resto de células del sistema nervioso) como mediadoras de la transmisión del dolor.
El autor de más de una treintena de artículos de investigación sobre el dolor y sus tratamientos reiteró ante el estudiantado que el acceso al tratamiento del dolor es un derecho humano fundamental y que la labor de todos los profesionales del ámbito de la salud es esencial para lograrlo.