Como en un libro discreto, hoja a hoja, tiempo tras el tiempo, oscuro y cerrado, o limpio y abierto, el bosque acoge al viento como un silbido lento. Pero el viento corre rápido, y del viento nace el fuego, del fuego nace el grito, y tras el grito; el silencio. El bosque arde a voces las noches del incendio.
Este suceso metafórico que se describe, de forma narrativa y con la edulcoración típica de la lírica, no es más que la triste realidad que cada año viven nuestros bosques. Según los datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medioambiente, en 2016 hubo un total de 8.810 siniestros forestales en España que arrasaron más de 65.000 hectáreas.
“¿Cuando el bosque se quema algo tuyo se quema, no?”, nos recordó Carlos Caurín –profesor del Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales de la Facultad de Magisterio de la Universidad de Valencia– el pasado 21 de marzo, Día Internacional de los Bosques. El especialista en Educación Medioambiental realizó un guiño al eslogan de hace unos años en la campaña de concienciación frente a los incendios forestales. Según el docente, es importante tener en cuenta este tipo de campañas en celebraciones como la del 21 de marzo, ya que la “Educación Ambiental es la esencia de la Educación”. Dentro de esta concepción, Caurín explicó: “Si educamos en el respeto por la biodiversidad, educamos contra el racismo; si educamos en el respeto por el medio ambiente con argumentos fundamentados y contrastados, estamos educando una sociedad más sostenible, crítica y solidaria”.
El mismo modelo de educación ambiental defendió Antonio José Morales –profesor del departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Facultad de Magisterio de la Universidad de Valencia–, según el cual “la Educación Ambiental ayuda a percibir los bosques como lo que son realmente: el exponente más claro de la evolución del ecosistema a un estadío de situación clímax desde un punto de vista ecológico”.
Antonio José Morales es, además, coordinador de EcoRiba, un proyecto de dinamización local sostenible. El especialista confesó: “los proyectos locales que intentan poner en valor nuestro paisaje, como es el caso de EcoRiba, y de forma específica los bosques locales a través de la coordinación del Proyecto de Apadrinamiento de los Bosques de la Ribera del Túria en la localidad de Riba-roja, y mediante otras iniciativas como puedan ser dando visibilidad al arbolado monumental del municipio, contribuyen a arraigar las conductas de protección a realidades concretas”.
Por último, los dos profesores destacaron la importancia de la figura del mediador ambiental como protector de los bosques, ya que, esta figura “no sólo dirime asuntos ambientales, sino también sociales”, apuntó Carlos Caurín. Según el experto “la mediación ambiental se basa en el desarrollo sostenible, el equilibrio con el medio”, una idea que aún hoy parece lejana, pero que poco a poco empieza a calar en nuestra sociedad con celebraciones como la del 21 de marzo.
Marcos Morales Peláez. Alumno del Máster en Historia de la Ciencia y Comunicación Científica.