La crisis del campo, un problema estructural

Protestas, tractoradas y cultivos derramados para mostrar indignación. En los últimos meses los medios de comunicación se han llenado de imágenes de agricultores tomando las calles para hacerse oír. Llegados a este punto cabe preguntarse ¿está en crisis el campo? La profesora Laura Martínez-Carrasco Martínez, directora del Grupo de Investigación Economía, Política y Desarrollo Agroambiental y del Medio Rural de la Universidad Miguel Hernández (UMH), analiza la complicada situación de los agricultores en un país en el que la producción agraria supone el 2,7% del PIB.

La agricultura es esencial para la vida, el 80% de los alimentos que se consumen a nivel mundial provienen de plantas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Además en España tiene un gran impacto económico, pues, según datos del último censo, a lo largo de todo el territorio nacional existen 945.000 explotaciones. A pesar de que las cifras indican que se trata de una actividad rentable y que genera empleo, es muy frecuente que los agricultores denuncien su precaria situación y su necesidad de ayudas como las que provienen de la  Política Agraria Común (PAC). 

La profesora de la UMH señala que no se trata de un problema nuevo ni exclusivo de España: “Si tiramos de hemeroteca veremos que cada cierto número de años se producen estas protestas, no es algo coyuntural, es algo estructural”. Últimamente, se ha apuntado al aumento de los costes en materia de sostenibilidad o a la reciente subida del Salario Mínimo Interprofesional como posibles causantes; sin embargo la experta hace hincapié en que los detonantes pueden ser diferentes, pero estas crisis se han ido produciendo a lo largo de los años y opina que pueden seguir ocurriendo en el futuro. Ejemplo de ello es que en el año 2013 se promulgó la Ley de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria, en respuesta a diversas demandas que estaban teniendo lugar en el sector.

Para comprender mejor la situación del campo español es necesario contemplar que el sector agrícola está atomizado y diseminado, es decir, existen pocas explotaciones de gran tamaño y muchas de pequeño, por lo que necesitan recurrir a las cooperativas para concentrar producciones e incrementar su poder de negociación en la cadena alimentaria. Esta situación da lugar a dos escenarios muy diferentes, especialmente en lo que a mercados exteriores se refiere. España es el cuarto país exportador de la Unión Europea y, en este sentido, Martínez-Carrasco destaca que el pasado 2018 el sector alimentario no transformado, que comercializa con la materia prima sin que esta pase por la industria, alcanzó unas exportaciones por valor de 15.300 millones de euros. Concretamente, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación especifica que los principales cultivos que se exportan son tomates, pimientos, pepinos, cítricos, melocotones y nectarinas, además de aceite de oliva, que supone el 45% de la producción mundial. Estos datos reflejan el éxito del sector, pero la profesora Martínez-Carrasco subraya que la exportación en muchas ocasiones solo está al alcance de los grandes.

La experta pone de manifiesto que existe un problema de desvinculación de los consumidores con el medio rural: “Cuando vamos al supermercado y vemos un tomate raramente pensamos en el agricultor” y considera que la agricultura es un sector desprestigiado en España, ya que tiene que luchar con una serie de connotaciones negativas. “Quizás esta crisis que estamos viviendo ahora a causa del COVID-19 sirva para que empecemos a valorar realmente a los integrantes de la cadena alimentaria, porque detrás del personal de los supermercados y los transportistas que vemos, están los agricultores y los ganaderos y muchos otros trabajadores del sector primario”.

En esta línea, Martínez-Carrasco destaca que tanto agricultores como ganaderos cumplen una importante función que va más allá de la producción de alimentos porque son un pilar fundamental en el desarrollo rural, ya que combaten el desdoblamiento y mantienen vivas las tradiciones. La profesora destaca que las subvenciones de la PAC permiten que muchos agricultores se encarguen de zonas que desaparecerían de no ser por estas ayudas y añade que la cuestión del relevo generacional también supone un problema: “El campo está envejecido, no hay jóvenes que quieran encargarse de la agricultura y la ganadería porque es un trabajo que exige muchos sacrificios”.

¿Cómo se forman los precios de frutas y verduras? 

La formación de precios es un proceso complejo cuyo punto de partida es una interacción entre la oferta y la demanda. Los agricultores representan la oferta, y la demanda corresponde a la industria, si el objetivo del producto es transformarlo, o a los distribuidores, si su fin es la venta en fresco. La investigadora explica que generalmente las explotaciones de mayor tamaño tienen contratos directos con grandes distribuidores y en ese caso el precio en origen se fija mediante una negociación más equilibrada, mientras que los agricultores de pequeñas explotaciones tienen que acudir a las lonjas y mercas para subastar sus productos, también es frecuente que recurran a las cooperativas para conseguir una mayor capacidad de negociación.

Por otro lado, se debe tener en cuenta que las frutas y verduras que llegan a los  supermercados han pasado por una serie de procesos de manipulación que no se aprecian a simple vista, pero que también influyen en el precio de destino: el producto cosechado se transporta a través de una logística de distribución a las centrales hortofrutícolas, donde se limpia, acondiciona y en ocasiones, se le añaden tratamientos para alargar su vida útil y un envasado como una red o una cesta. También influyen en el precio los estrictos controles sanitarios que deben pasar por ley este tipo de productos para garantizar que cumplen las normas de seguridad alimentaria.

Los clientes juegan un importante papel en esta cadena de precios: “Intervenimos con nuestra demanda, la configuramos en base a unas exigencias y al precio que estamos dispuestos a pagar”, explica la profesora, y detalla que en el sector se encuentran diferentes segmentos de consumidores, por ejemplo algunos interesados en comprar el producto al menor precio y otros, en obtener el producto de mayor calidad. Por ello cada cadena de supermercados se especializa y diferencia de sus competidores en función de las demandas de su clientela.

El Grupo de Investigación Economía, Política y Desarrollo Agroambiental y del Medio Rural de la UMH considera que el comercio local y los llamados productos ‘Km0’ se presentan como una oportunidad muy interesante no solo para el medio ambiente, sino también para los pequeños agricultores que no pueden competir con los grandes. En este sentido, Martínez-Carrasco reivindica que existen herramientas por explotar para poner en valor los productos: “Agricultores y ganaderos deben competir de acuerdo a la calidad de las producciones resaltando como características diferenciadoras el origen y la calidad a través de las Denominaciones de Origen y las Indicaciones Geográficas Protegidas”.

“Para hacer divulgación hay que tener mucho arte»

JOSÉ ORIHUELA CALATAYUD RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE MURCIA Y CATEDRÁTICO DE MATEMÁTICAS

Como profesor, como investigador, como rector y también en su tiempo de ocio. Las matemáticas, “el lenguaje de las ciencias”, están presentes en todas las facetas de Pedro Orihuela Calatayud (Madrid, 1958). La pasión que el actual rector de la Universidad de Murcia (UMU) siente por esta disciplina nace de la que en su momento fue la ciencia a la que quería dedicarse. “Mi interés por las matemáticas vino después de mi interés por la física, a la que me sentía muy atraído de joven. Sin embargo, esta última no se podía estudiar en Murcia, por lo que me decanté por matricularme en la carrera más parecida. Con el paso del tiempo y los años de estudio, las matemáticas, que es el lenguaje de la física, me cautivaron completamente. Actualmente sigo prendado de lo que hago.”

Primer contacto con investigadores

Tras acabar la licenciatura, Orihuela Calatayud inicia los estudios de doctorado en la Universidad de Valencia, experiencia que le anima a conocer distintos lugares. “Aunque tenía una oferta de formación de personal investigador en Murcia y tuve también en seguida un contrato de titular interino, mis estudios de doctorado estaban dirigidos desde la Universidad de Valencia por Manuel Valdivia. Eso me propició a salir y visitar diversos sitios donde se desarrollaba investigación. Así, podía comenzar a internacionalizar todo lo que estábamos investigando”, explica el rector.

De esta manera, el matemático comienza a realizar estancias en el extranjero a partir del doctorado, lo cual le supone “una experiencia muy satisfactoria desde todos los puntos de vista”. El primer país que le acoge es Austria, adonde viaje nada más leer su tesis doctoral. “Tuve una estancia muy productiva, ya que fue mi primer contacto con investigadores del más alto nivel mundial en aquello en lo que yo estaba trabajando”. Sin embargo, el investigador recuerda con especial cariño las dos estancias que, una vez ya catedrático desde el año 1991, realiza en Reino Unido: un semestre en la University College London en el año 1995 y un curso completo en la Universidad de Oxford entre los años 2001 y 2002. “Estas son las de más satisfacción personal y las que más influyeron en mi trabajo”, rememora el matemático.

Las matemáticas en la vida real

Desde sus comienzos en la investigación, Orihuela siente atracción por el estudio del análisis funcional, rama de las matemáticas que se centra en las funciones. Sin embargo, son los espacios de Banach, conjuntos de funciones de dimensión infinita, los que han sido su principal objeto de estudio y a los que, admite, se ha dedicado “en cuerpo y alma”. “El análisis matemático es una disciplina que persigue afinar las herramientas de cálculo a todos los niveles: números reales, números complejos y funciones. Los espacios de Banach tratan de conjugar el hecho de que hay infinitas dimensiones con el hecho de que hay una geometría, una topología y otras herramientas matemáticas para desarrollar ese cálculo”, aclara el rector, quien añade que de lo que se trata es de “comparar esos espacios con nuestro mundo real, buscar cuándo tienen una geometría local que se parece a la nuestra, el espacio euclídeo: el largo, ancho y alto”.

Con el objetivo de buscar una unión entre esta ciencia y el mundo, el experto en matemáticas comienza a estudiar las aplicaciones del análisis funcional en los mercados financieros, línea de investigación que le mantiene ocupado en la actualidad. “Los mercados financieros son movimientos sociales. Vivimos en un mundo tan globalizado, donde intervienen tantas variables, que es imposible tratar de predecir lo que va a ocurrir. Sin embargo, sí hay patrones de comportamiento, un análisis de riesgo en las inversiones que se pueden hacer”.

Este análisis es lo que el investigador asegura que más le ha interesado, al igual que lo que hoy se conoce como el teorema fundamental de los mercados financieros, “el análisis de cuándo un modelo de mercado es asumible y cuándo no. Esto son aportaciones de las últimas cosas que he estado haciendo, con una proyección de futuro enorme”, señala el matemático.

En consecuencia, Orihuela defiende la importancia de que la población general tenga mayores conocimientos acerca de este tema: “En los colegios no se enseña cómo funcionan las entidades financieras, lo cual es un error. La sociedad hoy se mueve con un modelo de economía que, nos guste más o menos, es el que hay y es donde nos toca vivir. Por este motivo, en el mundo actual en que vivimos es muy importante conocer cómo funciona la economía.”

Un gran interés en la divulgación

El catedrático no muestra únicamente interés por que la población conozca el funcionamiento de los mercados financieros, sino que reconoce la necesidad de una divulgación científica general. En opinión de Orihuela, sin embargo, esta tarea es “una cuestión pendiente”. Este hecho lo relaciona, aclara, con que los científicos “tienen un problema que dificulta la difusión del conocimiento científico a toda la sociedad. A los investigadores les gusta descubrir cosas; sin embargo, una vez descubiertas, les aburre escribir lo que han encontrado. Por lo tanto, el conocimiento avanza con ellos y no se difunde, o tan solo lo hace en medios especializados”.

De igual manera, el investigador añade otro problema que afecta a la falta de difusión: “El científico de primera línea es uno al que no le gusta volver sobre lo que ya conoce, porque le quita tiempo para avanzar más. Y esa pereza para escribir es aún mayor si hablamos de divulgar, pues hace falta mucho más: es necesario reducir el carácter técnico a la mínima expresión para ser capaz de comunicarlo, y eso no siempre lo puede hacer todo el mundo. Hay que tener mucha experiencia y mucho arte para hacerlo bien”

“Mis estudiantes suelen ser inteligentes”

Consciente de la dificultad que tienen las matemáticas, el que desde 1982 lleva impartiendo docencia en la UMU intenta ponerse en el lugar de sus alumnos y recordar que hubo un tiempo en que era él quien estaba ahí sentado: “Cuando uno trata de explicar matemáticas a los alumnos, lo que tiene que hacer es ponerse en la situación de ellos, recordar qué le pasó la primera vez que tuvo que aprender una noción y entender la dificultad que tiene su aprendizaje”. Sin embargo, admite que aquel que estudia esta disciplina suele ser una persona inteligente y con mucha vocación, por lo que “a poco que se le motive, ya está en la cuestión”.

En este sentido, Orihuela apuesta por “una profundidad en los resultados y conceptos, más que por una gran cantidad de resultados. Además, trato también de que los estudiantes encuentren en ello un divertimento, así no se convierte en una cuestión demasiado dura. No siempre lo conseguiré, pero lo intento”.

“Las matemáticas son como una droga”

Desde el año 2014, ocupa el cargo de rector de la UMU, en cuyo puesto asegura que ha podido aprovechar todos sus conocimientos. “Mi formación matemática me ayuda a la hora de visualizar un modelo de lo que está pasando. Es de gran utilidad a la hora de evaluar todas las variables que intervienen en la resolución de los problemas a los que nos vemos sometidos: técnicos, legislativos, de tipo gremial, problemas de cuestiones más particulares, etc. Al fin y al cabo, nuestro oficio es resolver problemas constantemente y la búsqueda de soluciones”.

A pesar de todo, siempre que sus responsabilidades se lo permiten, el catedrático intenta dedicar tiempo a sus seres queridos y despejar la mente. “Me gusta estar con mi mujer todo el tiempo que puedo y disfrutar juntos en algún lugar, tratando de tener paz y tranquilidad. Por suerte, tenemos la posibilidad de tener nuestro rincón particular. Además, a ambos nos gusta viajar siempre que tenemos ocasión.

No obstante, Orihuela tiene claro cuál es su afición más importante: “Cuando necesito descansar del ruido que tengo en el rectorado, me apoyo en las matemáticas. Son como una droga, en el momento que te pilla te engancha”.