Alba García Martínez es profesora doctora en la Universidad de Alicante. Se graduó en Nutrición Humana y Dietética. Se ha dedicado a la investigación, en la línea de nutrición comunitaria y salud pública. La obesidad ha sido uno de los temas centrales de su carrera investigadora, siendo su tesis doctoral un trabajo de investigación pionero en España en la búsqueda de herramientas para caracterizar el entorno alimentario. Dentro del contexto de su trabajo como investigadora en la UA, tanto ella, como su directora de tesis, Eva Trescastro, han sido partícipes del informe que solicitó el ministerio de consumo a la universidad para la realización de las últimas leyes aprobadas en cuanto a la publicidad de alimentos que tanto debate han generado, tanto a nivel público como político.
En el último año, en España se han tomado medidas para mejorar la alimentación de la población, la más reciente, prohibir cualquier tipo de publicidad de productos ultraprocesados dirigidos a población infantil, ¿qué opina de estas políticas?
Comparto totalmente lo del debate público sobre si las medidas son o no correctas. Todos hemos vivido esa controversia, incluso entre el gobierno. Y en cuanto a la propuesta de modificación de la publicidad, considero que es un gran paso para cambiar, algo que se ha visto que promueve la obesidad en la infancia. La profesora Eva Trescastro y yo fuimos partícipes del informe previo, aportando la visión nutricional con cuatro propuestas, donde, se eligió la más limitante. Esa propuesta limita en función de qué tipo de alimento es. Es una medida muy útil para evitar la exposición de los niños a una publicidad que tiene relación directa con la incidencia de obesidad.
Su tesis doctoral e investigaciones tienen mucho que ver con la obesidad (la llamada “pandemia del siglo XXI), podría resumir ¿qué es la obesidad y que implica en la sociedad actual?
Todo el mundo habla de obesidad, pero realmente no sabemos a qué nos referimos. La obesidad es un exceso de grasa, no solamente de peso. Hay diferentes formas de medirlo, como el IMC (fórmula del peso entre la altura al cuadrado) pero quizás no es la más representativa, aunque sí la que más se utiliza.
La obesidad aumenta la prevalencia de patologías crónicas no transmisibles como la diabetes o la hipertensión y, estos números, al alza, están provocando que aumente la incidencia en personas cada vez más jóvenes, incluso en la infancia. Y, además, se ha demostrado que este problema aumenta drásticamente el presupuesto necesario en el sistema sanitario, este presupuesto se reduciría considerablemente, por ejemplo, incluyendo a dietistas-nutricionistas para prevenir.
¿De quién es responsabilidad el problema de obesidad actual (de la población, de los gobernantes y sus políticas, del entorno, de las desigualdades, etc.)? ¿Qué tenemos que cambiar?
Decir que hay un responsable de esto es difícil, son muchos factores, la obesidad tiene un origen multifactorial. La responsabilidad… pues igual todos tenemos nuestra parte. Yo creo que tiene que partir, como todo, desde arriba, del gobierno. Sobre qué se podría cambiar, cada vez se habla más de combinar medidas que modifiquen el entorno alimentario, así como crear espacios para realizar actividad física, etc. con la educación alimentaria.
«El cambio tiene que venir desde arriba, ese sería un buen punto de inflexión, es el gobierno quien tiene mayor poder para aplicar políticas que modifiquen el entorno»
¿Cuál sería la primera medida que adoptaría para hacer frente a esta “pandemia del siglo XXI”?
Lo primero que se me viene a la mente es el marco NOURISH, que es una batería de opciones políticas que da opciones a los gobiernos para cambiar el entorno. Tenemos ejemplos útiles, como poner impuestos a los alimentos menos saludables, medida que se tomó en Cataluña con muy buenos resultados. Sin embargo, aparte de la importancia del entorno, creo que es importante tener una estrategia de educación nutricional a nivel nacional. Ahora tenemos la estrategia NAOS, pero es de adhesión voluntaria. Lo ideal sería que hubiese una estrategia común y que todas las comunidades tuvieran programas similares. Unir la educación nutricional con el cambio de los entornos es clave porque enseñamos a los ciudadanos a llevar hábitos saludables, pero tienen que tener opciones para llevar esos hábitos. Un punto clave, es que se debería incluir al dietista-nutricionista, porque es el profesional sanitario que debería liderar este cambio.
«Debemos trasladar todo lo que sabemos realmente a la acción.»
Una de las características de su carrera investigadora es la adaptación de los cuestionarios NEMS, ¿podría explicar qué son y para qué sirven?
NEMS son las siglas de Nutrition Environment Measures Survey, en inglés.. Descubrimos los cuestionarios al inicio de la tesis, que llevaban años utilizándose en varios países. Decidimos hacer una adaptación al contexto español.
Hasta la fecha, se han adaptado y validado dos de ellos. El NEMS-S, S de store (tienda en inglés) mide la disponibilidad (que alimentos hay) y accesibilidad (el precio) de los alimentos más o menos saludables en las tiendas más cercanas de cada barrio. También se ha adaptado el NEMS-P, P de percepción. Este mide el entorno percibido, cómo las personas perciben su entorno más cercano. Esto es importante porque son ellas las que tomarán las decisiones y elegirán unos alimentos u otros. Actualmente se está trabajando en el NEMS-R, R de restaurantes. Mide lo mismo que el NEMS-S pero en restaurantes.
¿Cuán importante cree que es caracterizar el entorno en la lucha contra la obesidad?
Es importante porque si hablamos sin datos reales, no sabemos a dónde tenemos que dirigirnos. Para plantear medidas que cambien el entorno es necesario conocer este entorno. Poder tener evidencia científica que justifique tomar cada medida política. Por ejemplo, si queremos aumentar el consumo de vegetales en un lugar debemos saber si hay o no oferta de vegetales o si quizás el problema es el precio de estos o la cantidad de alimentos menos saludables disponibles.
«Cada vez hay más, pero siguen haciendo falta estudios sobre el entorno alimentario en España.»
¿La caracterización del entorno demuestra desigualdades? ¿Qué hay de verdad hay en la frase que se utiliza en salud pública: “Tu código postal es más importante para tu salud que tu código genético”?
Hasta la fecha, sí. Se han observado diferencias en todos los países, incluido España. A mayor nivel socioeconómico, mayor disponibilidad de alimentos saludables y viceversa.
Esa frase es, desde mi punto de vista, muy cierta. Antes se profundizaba mucho en factores individuales como la genética, que no se puede cambiar o incluso en los hábitos. Sin embargo, se ha visto que “tu código postal”, tu entorno, es más importante porque resulta determinante para que una persona pueda llevar una vida más o menos saludable.