Marina Bellido es graduada en Química por la Universitat de Barcelona (UB), donde también realizó el Máster de Química Orgánica. Actualmente, está a mitad del camino del doctorado sobre síntesis de compuestos quirales catalizados por complejos de iridio y rodio, el cual está realizando en el Institut de Recerca Biomèdica (IRB). Sus investigaciones son de gran importancia para la síntesis de fármacos, entre otras aplicaciones. La doctoranda comparte su opinión sobre el doctorado y el funcionamiento del sistema de investigación actual, aplicando siempre una perspectiva feminista.
Concretamente ¿qué estás investigando?
Trabajamos en la síntesis de compuestos quirales catalizados por complejos de iridio y rodio. Las moléculas son quirales cuando no son superponibles con su imagen especular, como en el caso de nuestras manos. Nuestro objetivo es ser capaces de sintetizar moléculas controlando muy bien la obtención del 100% una mano y el 0% de la otra. ¿Y cómo lo hacemos? Empezamos sintetizando catalizadores que también sean quirales y que les transfieran la quiralidad a los compuestos de partida. Estos catalizadores están compuestos de una parte metálica (normalmente iridio o rodio) y otra parte orgánica. Usamos muy poca cantidad de catalizador, alrededor de 1-2%, ya que, mediante varios ciclos catalíticos, son capaces de transformar moléculas planas en quirales.
¿Qué aplicaciones pueden tener vuestras investigaciones?
La que mueve más dinero en este campo es la industria farmacéutica, por lo que las principales aplicaciones están dentro de esta misma. A la industria farmacéutica le interesa porque nuestro cuerpo también es quiral (proteínas, enzimas, carbohidratos, hormonas…) y, por lo tanto, reconoce los compuestos quirales. De manera que alrededor del 56% de los fármacos son quirales y es necesario ser capaces de sintetizar este tipo de moléculas para poder suministrar estos fármacos. Algunos fármacos típicos para tratar enfermedades como el Parkinson y la obesidad son quirales. Además, también tiene aplicaciones en la industria automovilística y de pesticidas.
¿Tienes libertad a la hora de decidir sobre tu investigación?
Sí y no. Sí que es verdad que cuando empecé el doctorado nuestro objetivo era probar muchas cosas y ver si sonaba la flauta. Por lo que fue un proceso súper creativo, donde tuvimos muchas ideas, pero a la vez no tenía tanta agilidad manual ni sabía tanto. Entonces, llegó un momento donde mi jefe me hizo centrarme en algo más concreto, para así ‘marcar un gol’. Esto pasa porque la ciencia se ha convertido en fast-science, es decir su fin es publicar por publicar. De algún modo, el furor general se basa en ‘cuanto más, mejor’, para poder seguir siendo financiados. Como resultado, existe tal cantidad de datos que se nos hace imposible estar actualizadas en nuestro propio campo. Creo que es importante que nos planteemos que se está evitando que nos hagamos preguntas mucho más complejas, que necesiten proyectos mucho más grandes, porque al final la financiación viene en base a los papers. Y en esta carrera donde la cantidad va antes que la calidad, apartarse puede hacer tambalear la supervivencia del grupo.
«Se está evitando que nos hagamos preguntas mucho más complejas, que necesiten proyectos mucho más grandes, porque al final la financiación viene en base a los papers. Y en esta carrera donde la cantidad va antes que la calidad, apartarse puede hacer tambalear la supervivencia del grupo»
¿Crees que el sistema científico actual es compatible con la calidad de las investigaciones?
No, porque se está vendiendo una productividad inmediata. La dinámica de la inmediatez del capitalismo se extrapola a todos lados, es como un virus. El motor de las investigaciones es el dinero de las becas, por lo que las científicas van a lo seguro. ‘Primero publica y luego ya haremos submarinos’ (expresión que se refiere a investigar fuera de tu línea principal de la tesis). Al final, se genera una desigualdad, ya que los grupos con una trayectoria larga y espectacular tienen más posibilidades de plantearse soluciones a problemas más complejos.
Tu unidad de investigación tiene un perfil de Twitter. ¿Qué opinas que seáis los propios investigadores los que comuniquéis vuestras investigaciones?
Para empezar, me parece muy esclavo pensar que, si no estás en las redes sociales, no existes. Ahora todos los grupos de investigación deben tener una cuenta en Twitter para presentar los artículos que publican y una página web donde expliques lo que haces. Nuestro Twitter nunca se va a usar para comunicar al público en general, lo usamos para crear redes con otros grupos parecidos y la gente de otros departamentos. Además de que solo comunicamos los buenos resultados, porque lo malo nunca se va a publicar. En general, no hay voluntad de que la sociedad entienda lo que estamos haciendo, siempre se mantiene (inconscientemente o no) esa elitización. No hay interés en que la ciencia pase a formar parte de la cultura colectiva.
«En general, no hay voluntad de que la sociedad entienda lo que estamos haciendo, siempre se mantiene (inconscientemente o no) esa elitización. No hay interés en que la ciencia pase a formar parte de la cultura colectiva»
Hay estudios que aseguran que el personal investigador predoctoral es seis veces más propenso a desarrollar ansiedad o depresión en comparación con la población general. ¿Qué opinas de la salud mental en el doctorado?
Es una barbaridad. Hasta hace poco, bueno y de hecho creo que tiene que ver con que las mujeres hayamos entrado en la investigación, se está poniendo un foco en el estrés que supone el tener resultados en cuatro años y de manera lineal. Todo esto nunca se pone sobre la mesa, simplemente se asume y se entiende que todo el mundo ha pasado por eso y que no va a cambiar. No se están dedicando suficientes recursos ya que es un problema estructural, es decir, no podemos tratarlo como un caso individual: el que ha tenido suerte, está feliz y el que no, que se pague la terapia. Se deberían facilitar herramientas a todas las doctorandas para que valorasen si se les está poniendo un proyecto mucho más difícil o que directamente no funciona.
A la vez, debería haber más control sobre los PI, es decir los directores de tesis. Aunque ya existe un comité de seguimiento, compuesto por profesores externos, que controla el trabajo que estás haciendo, cómo estás con el grupo, con el jefe… No sirve de mucho porque los ves una vez al año y, además, muchas veces son amigos de tu jefe por lo que poco les puedes decir.
¿Cómo de privatizado está el acceso al conocimiento científico?
No puede ser que nosotras seamos las encargadas de crear la ciencia, pagar para publicar y luego volver pagar 40 o 50 euros por descargar nuestros propios artículos. Es el negocio del siglo, porque las personas que nos dedicamos a la ciencia hacemos todo el trabajo y las empresas se llevan todo el dinero solo por hacer de intermediarias. Me parece una privatización y una elitización del conocimiento espectacular.
Yo siempre amaré a Alexandra Elbakyan que se dio cuenta que su universidad no tenía acceso a muchos de los artículos y revistas, y creo Sci-Hub un portal con millones de artículos científicos gratuitos y de acceso libre. Está demandada por todas las grandes revistas y cada vez que se abre la web la intentan tumbar. Pero la realidad es que cualquier científica hoy en día la usa a diario y quien diga que no, o tiene una suscripción absolutamente a todos los papers o está mintiendo.
El problema es que se crea una jerarquía en el conocimiento científico. Por ejemplo, cuando tú quieres publicar algo muy novedoso lo quieres hacer en revistas con mayor índice de impacto, por lo tanto, estamos perpetuando el sistema. En cambio, si decides publicar en revistas de acceso libre, baja tu estatus como investigadora. Entonces la pregunta es ¿quién es la primera que rompe esta rueda y publica en revistas de acceso libre? Es un pez que se muerde la cola.
¿Cómo de importante es trabajar en laboratorios de distintos países?
Aparte de que te ofrece la oportunidad de trabajar con nuevas líneas de investigación, con nuevos instrumentos y métodos distintos, opino que puede ser muy enriquecedor hacer estadas en otros laboratorios, ya que te abre la mente y te enseña otras maneras de trabajar. Por ejemplo, hay laboratorios en Estados Unidos o Alemania donde ni se cuestiona que no vayas los sábados a trabajar.
«Se está demostrando que las jornadas maratonianas no sirven porque desgastan»
Es muy fuerte el nivel al que estamos llegando, no solo de horas extras, que ya se da por hecho que las vas a hacer, sino que tengas que ir de lunes a sábado a trabajar. Puedo entender que tengas que hacer acabar un proyecto y trabajar muy duro durante un mes, pero se está demostrando que las jornadas maratonianas no sirven porque desgastan. Y si esto no fuese verdad las empresas más grandes como Google no lo estarían aplicando. Está claro que, si vas con ganas, rindes mejor. Y aquí en España todavía pensamos que cuantas más horas vayas al laboratorio, mejor. Pero es mentira, si no estás tranquila y durmiendo bien no podrás pensar con claridad con lo que tendrás peores ideas y te ofuscarás más con los errores. Y si no tienes capacidad de análisis, se te acaba el doctorado.
Formas parte del colectivo Doctorandes en Lluita (@DocsLluita), ¿qué reivindicaciones defendéis?
El colectivo se formó en respuesta a una ley que salió en el BOE del 2019 donde se establecía el sueldo mínimo por cada año y abría la posibilidad de aplicar un año adicional en las becas de tres años, si el comité de seguimiento así lo consideraba. El problema siempre es la financiación ya que te tenían que pagar 21.000€. Salió la ley, pero nunca la aplicaron, de manera que toda la gente que estaba terminando la tesis y quiso seguir, no pudo. La realidad es que cuando se acaba la beca y no la tesis, tienes que escribir la tesis en el paro. Cosa que es completamente ilegal, porque cuando estás en el paro, no puedes estar trabajando.
Además, la ley añadía que las prácticas no eran obligatorias, cuando la realidad es que muchas doctorandas acaban asumiendo horas de docencia, laboratorios y demás porque hay que suplir el cupo de los pocos profesores que hay.
Aparte de esta reivindicación general, ahora durante la pandemia está toda la parte de las extensiones de contratos, que justo la gente que terminaba este año le han extendido solo 3 meses, mientras que la gente que terminamos entre el 2 de abril de 2021 y el 1 de abril de 2023 se pueden acoger a la extensión de hasta 5 meses.
¿Crees que vuestras condiciones laborales van a mejorar pronto?
En general, seguimos teniendo becas muy precarias y la incertidumbre constante de ¿y luego qué? Piensas que, con suerte, podrías empezar un postdoctorado y luego otro y así vas teniendo dos años de falsa estabilidad. Pero a la vez vives con ese ‘y si’ constante, de si deberías haberte pasado a la industria.
«Seguimos teniendo becas muy precarias y la incertidumbre constante de ¿y luego qué?»
Sin embargo, también creo que es de las pocas veces que las doctorandas se están organizando y no es por un hecho puntual. Al final si no creamos redes alternativas al sistema siempre nos van a querer colar un gol. Supongo que gracias a Internet estamos mucho más conectadas de manera que vemos de cerca otras realidades, podamos unirnos y luchar juntas. Como dije antes, es importante dejar de individualizar el doctorado.
¿Cuáles dirías que son las principales fronteras a las que se enfrentan las jóvenes investigadoras como tú?
Obviamente el género nos afecta a todas desde antes de nacer y se perpetúa a lo largo de nuestra vida. ¿Cómo puede ser que niñas de tan solo 6 u 8 años digan que son malas en matemáticas? Si ahí no hay un sesgo de sociedad ¿qué es lo que ocurre? Crecemos engañadas creyendo que no vamos a ser buenas en ciencia, a no ser que tengas referentas cerca. Además, la verdad es que siempre se ve mal que una chica sea mejor en cualquier cosa, siempre te va a caer el comentario y al final, adoptas una actitud de no desentonar.
En nuestro día a día, vivimos situaciones que van desde mansplaining, que no te tomen en serio, que te hipersexualicen, que te traten de exagerada hasta incluso agresiones o abusos sexuales. Obviamente, la ciencia no escapa del machismo de la sociedad. En general, aunque no se hable del tema, creo que a la vez vivimos el síndrome de la impostora y tenemos la necesidad irracional de tener que demostrar más y no poder fallar.
A nivel de promoción es casi imposible alcanzar los puestos más elevados. La pena es que mucha gente lo reduce a: ¡bueno, es que habéis sido madres! Van a estar 9 meses de embarazo y todo lo que necesiten de postparto, pero, aunque sean unos años críticos en tu carrera científica, incluso 2 años no pueden determinar 35 años de tu carrera. ¡Me niego a creerlo, me parece una machirulada! Y es que además ¿cuántas mujeres no son madres y siguen sin estar en posiciones de poder? Hay que aceptar que hay un sesgo y una sociedad machista detrás, hay que dejar de culpabilizar a la mujer que ha aceptado la maternidad obligatoria. Yo, sinceramente, tengo la sensación de que se habla del suelo pegajoso y se critica el techo de cristal, pero no se señala a quien de verdad está cometiendo este abuso de poder y no está cediendo esos privilegios.
«Tengo la sensación de que se habla del suelo pegajoso y se critica el techo de cristal, pero no se señala a quien de verdad está cometiendo este abuso de poder y no está cediendo esos privilegios»
¿Cuál es la imagen que se tiene de una mujer investigadora?
El imaginario colectivo, por mucho que nos empeñemos, no ha cambiado. Poco a poco se está dando más visibilidad, pero sigue siendo una entre un millón. Además, no debemos tener a Marie Curie como referenta, porque es una mujer que se desvivió por la ciencia. Queremos referentas realistas, es decir mujeres que tienen una vida y que además son investigadoras. No queremos aspirar a objetivos inalcanzables, porque nunca te vas a considerar suficientemente buena, debemos normalizar ser mediocre en la ciencia.
«No debemos tener a Marie Curie como referenta, porque es una mujer que se desvivió por la ciencia. Queremos referentas realistas, es decir mujeres que tienen una vida y que además son investigadoras»
¿Hay alguna diferencia entre cómo las mujeres y los hombres perciben el conocimiento?
Seguro, hay un sesgo porque a lo largo de la historia hemos sido la otredad y no nos sentimos reconocidas en sus espacios. En palabras de Kate Millet «somos un pueblo sometido que ha heredado una cultura ajena». Ellos han y quieren seguir creando su ciencia, su filosofía (mejor dicho, su falosofía), su arte…
¿Ha cambiado mucho la impresión que tenías del doctorado antes de empezar?
Sí, es totalmente distinta a la impresión que tengo ahora. Piensa que normalmente la gente que consigue entrar al doctorado son estudiantes con las mejores notas, que nos han vendido la cultura del esfuerzo; y, entonces, llegamos al doctorado y nos estampamos. De repente vamos a ciegas, teniendo que trabajar la frustración, la resiliencia, pensar una nueva manera de sintetizar el compuesto y seguir.
¿Qué le dirías a la Marina de hace 3 años?
Le diría que aprendiera a decir que no, que no aceptara los proyectos que no le motivaran. Porque de no hacerlo, acabará más quemada de lo que se pensaba.