Fermín Cerezo es Ingeniero Superior en Informática por la Universidad Politécnica de Valencia. Desde el año 2017, trabaja en el Ayuntamiento de Valencia, primero en el ámbito de la innovación organizativa y gestión pública para pasar después a desempeñar el cargo de jefe del servicio de Innovación y Gestión del Conocimiento del consistorio. Su trabajo se centra en fomentar la cultura innovadora en la organización y en la ciudad de Valencia a través de un ecosistema de innovación pública actual y hacia 2030.
Desde hace dos años, la ciudad de Valencia lanzó un programa de misiones destinadas a mejorar la vida de las personas, ¿Qué es Missions València 2030?
Missions València 2030 es un modelo de gobernanza en la ciudad de Valencia que intenta aterrizar los postulados de la Comisión Europea (CE) respecto a cómo son y van a ser las políticas en materia de investigación e innovación recogidas en el programa de financiación de la Unión Europea (UE). Hace tres años que detectamos esto como una oportunidad, porque la CE hablaba de resolver con está política de misiones para la innovación problemas y errores que se habían cometido antes. Destacaban tres, el primero señalaba que se había hecho mucha inversión en materia de investigación e innovación mejorando la vida de las personas, pero la ciudadanía no percibía que dicho esfuerzo se había traducido en la mejora de vida de sus personas. El segundo señalaba que se desconoce cómo los proyectos de investigación e innovación están impactando en los desafíos actuales. Y el tercero suponía que en el pasado se había decidido a nivel europeo, sobre qué sectores, tecnologías o clusters había que investigar e innovar, descartando otras actividades fuentes de conocimiento que quizás tenían la solución a los grandes problemas. Entonces la CE decidió aceptar los postulados y recomendaciones propuestos por Mariana Mazzucato, la brillante economista italo-americana, para orientar la investigación e innovación europea hacia misiones que impacten positivamente la vida de las personas.
Al escuchar hablar de misiones en plural se entiende que estas son varias, ¿Cuántas misiones están consideradas para ser trabajadas e implementadas en la ciudad de Valencia?
A nivel europeo, se trata de cinco áreas fundamentales: la cura del cáncer, la adaptación al cambio climático, y luego tres ámbitos que aquí en Valencia lo explicamos haciendo referencia a la salud: la salud del agua (océanos, mares, aguas costeras y continentales); la salud del aire (ciudades climáticamente neutras) y la salud del suelo y sus alimentos. En Missions València 2030 elaboramos una serie de talleres con lo que denominamos las cinco hélices del modelo de innovación: sector privado, sector público, academia, sociedad civil y medios de comunicación, y de todas las áreas de relevancia obtenidas, el primer gran consenso ha sido la misión climática.
¿Cómo se concibe a la ciudad dentro del programa Missions?
Se trabaja sobre cuatro conceptos de ciudad: la ciudad saludable, entendida como todo aquello que tiene que ver con la salud de las personas; la ciudad sostenible, que alude a todo aquello que tiene que ver con la salud del entorno donde viven y se relacionan las personas; la ciudad compartida, que engloba todo aquello que tiene que ver con el bienestar colectivo y solidaridad no dejando a nadie atrás; y la ciudad emprendedora, entendida como todo aquello que tiene que ver con la digitalización plena, el fortalecimiento del tejido productivo e incluso la resiliencia para superar diversos problemas.
¿Por qué es necesaria la implementación de estas misiones?
Porque hay complejidades en la sociedad, ciudades, territorios que desconocemos cómo resolverlas, siendo está apuesta por políticas de innovación orientadas a misiones una novedad en cómo hacerlo. No sabemos cómo limpiar los océanos, cómo descarbonizar las ciudades, cómo curar el cáncer, etc. El objetivo es hacer un llamamiento e incentivar con recursos públicos todo aquel proyecto de investigación e innovación que pueda demostrar su viabilidad en el éxito de estas misiones, provenga de donde sea, háblese de tecnología, sector, actividad o fuente de conocimiento que sea. Parte también de la importancia de su implementación supone el foco que ha puesto Europa para diferenciarse de Asia y el mundo anglosajón plasmado en el gran Pacto Verde o Green Deal, un paquete de iniciativas políticas cuyo objetivo es situar a la UE en el camino hacia una transición ecológica. En este sentido el objetivo es alcanzar la neutralidad climática hacia 2050, considerando derechos sociales y ambientales diferentes a los propuestos por otras naciones, enfocando sus misiones hacia la sostenibilidad.
¿Por qué en una ciudad como Valencia y no hacerlo en todo el país?
Porque lo vimos antes, ya que en 2019 percibimos este movimiento de la CE que apuntaba a que desplegaría desde el año 2021 al 2027 el programa Horizonte Europa, y a sabiendas de que en la visión estratégica de las organizaciones y de las ciudades es importante tener en cuenta lo que sucederá. Es así como advertimos que sumaba mucho a lo que queríamos proponer y quisimos posicionar a Valencia en ese ámbito europeo como uno de los referentes, además de aprovechar una coyuntura idiomática, ya que missions en inglés y valenciano se escriben igual. También hubo voluntad de mostrarle a Europa, que en el sur del continente existía una ciudad que había oído hacia donde iban las tendencias y que estaba dispuesta a arriesgarse. Pero no es limitante, puede ocurrir en otras ciudades, de hecho hay una decisión pendiente acerca de cuáles van a ser las 100 ciudades europeas sobre las cuales Europa va a invertir en la transición, esto se anunciará a fines de abril o principios de mayo, habiendo concurrido a tal convocatoria 377 ciudades, 28 de ellas españolas.
¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta Valencia en términos de sostenibilidad?
En Valencia hemos puesto como mayor reto y al albur de la misión europea, la transición de varios aspectos en diversos dominios de actividad que hay que hacer para ser una ciudad climáticamente neutra, para reducir en un 55% las emisiones de CO2 de acuerdo con la política europea de reducción de descarbonización del continente. Europa entiende que ello se debe hacer y debe ser lidiado desde las ciudades, porque son probablemente sitios más difíciles de descarbonizar que un pueblo. Para ello son necesarios muchos avances en movilidad, transporte, energía, modelos económicos, renaturalización de la ciudad, rehabilitación de viviendas, diseño urbano, etc; que impactan directamente, pero también muchas acciones en dominios sistémicos, como pueden ser la implicación y los cambios de hábitos ciudadanos, la comunicación social, smart cities, cambio de leyes, búsqueda de financiación, justicia social, en fin; cada uno de esos dominios suponen ya una misión y gran reto que alcanzar.
Considerando que este programa busca mejorar la vida de las personas en la ciudad de Valencia, ¿De qué manera la ciudadanía se puede involucrar y ser parte de Missions València 2030?
Ya lo viene haciendo, en 2019 la ciudadanía, sociedad civil, empresas y universidades nos ayudaron a codecidir dónde deberíamos poner el foco, los resultados fueron muy relevantes; la longevidad, el envejecimiento activo, la mejora de los principales indicadores de salud de la ciudad, los hábitos saludables, el consumo más racional y de calidad, la soledad no deseada, la reducción de cualquier tipo de desigualdad, fueron ámbitos donde poder fijar posibles misiones, por lo que ya participó en la elección y el codiseño a nivel político.
¿Y cómo pueden hacerlo ahora?
El siguiente paso ha sido elegir a la misión climática como la primera que vamos a abordar. Para participar en ella se ha lanzado en Valencia la “alianza por la misión”, un conjunto de iniciativas encaminadas a sumar organizaciones embajadoras, es decir, que tienen potencial de investigación e innovación. Empresas, centros e institutos tecnológicos importantes, que pueden orientar sus esfuerzos en materia de innovación hacia la misión. Luego aparecen las entidades adheridas, que son pequeños comercios, panaderías, tiendas, etc; que no tienen un poder económico muy elevado, pero sí capacidad de decisión. También la ciudadanía comprometida con la misión, que repercute en la cuestión de los cambios de hábitos, porque hay un consenso europeo acerca de que el gran factor de éxito de la misión climática que Europa ha puesto sobre la mesa dependerá de la implicación ciudadana e individual de las personas a partir de sus decisiones. Por ejemplo, si compran un vehículo o usan el transporte público, si consumen productos de proximidad o pagan un poco menos por otro importado. Finalmente, tiene un papel fiscalizador y de rendición de cuentas sobre la transparencia y evolución de la misión.
Desde tu rol como jefe de innovación del Ayuntamiento y/o habitante de Valencia, ¿Te has encontrado con alguna dificultad trabajando en el marco del programa Missions València 2030?
Sí, nos hemos encontrado con muchas dificultades y probablemente nos encontraremos con muchas más, porque hay un consenso europeo amplio acerca de que no sabemos cómo ni cuál es la hoja de ruta para alcanzar las misiones, así que avanzamos y retrocedemos constantemente. Algunas dificultades importantes a resolver son el funcionamiento vertical y jerarquizado de las administraciones y organizaciones públicas. La sociedad plantea problemas complejos y nosotros les entregamos ministerios, concejalías, servicios y departamentos verticales, cuando ello se debe abordar desde la transversalidad. De hecho, los grupos de trabajo que estamos inmersos en Europa lo enfocamos como la iniciativa al paquete de trabajo Breaking Silos, cómo rompemos esos hilos que hay establecidos en las organizaciones, y estamos apostando por formas para lograrlo y resolverlo.
¿Y existe algún otro problema a resolver?
Sí, por supuesto, la aversión pública al riesgo. No estamos acostumbrados a experimentar, a probar cosas que no resulten bien, obtener un aprendizaje y aplicarlo, porque cuál es la materia prima de la innovación, la experimentación. Las administraciones públicas no están diseñadas para experimentar, por lo cual hemos tenido que buscar fórmulas. Son necesarios los espacios de experimentación y prueba para obtener un conocimiento que luego podamos trasladar a las políticas públicas.
Considerando todo el trabajo que el desarrollo e implementación de estas misiones estima, ¿Cree que Valencia conseguirá convertirse en una ciudad climáticamente neutra en 2030?
Realmente no lo sé, 2030 está muy cerca, esto es algo que preguntan muchas veces y siempre respondo lo siguiente, ¿Qué pasaría si no llegamos a ser climáticamente neutros en 2030?, pero nos hemos aproximado a un 70% de la situación que tenemos ahora, ¿La misión ha fallado o ha acertado?, ¿Qué pasaría si en lugar del 2030 llegamos a serlo en 2035, habría valido la pena o no? Lo que quiero decir es que esto no es una misión tecnológica, es una misión social medioambiental, el problema no va a desaparecer si la misión no tiene éxito. Si no lo tiene habrá que abordar la sostenibilidad de otra forma, antes de que sea demasiado tarde. Sabemos que el límite que se ha puesto Europa es 2050, por eso ha solicitado qué 100 ciudades están determinadas a intentarlo. Por lo que no sabría decirte si en los cálculos y monitorización que hará Europa sobre ciertos scopes en 2030 lo habremos conseguido, porque no solo dependerá del trabajo que hagamos nosotros, sino de muchas otras transformaciones que tienen que liderar otros agentes en la ciudad. Pero si tengo claras dos cosas: primero, que lo vamos a intentar, y segundo, a diferencia de lo que se puede pensar, no conseguirlo si nos hemos acercado no es un fracaso, es un éxito.
¿Qué le diría a los habitantes de Valencia para que se comprometan con Missions València 2030?
Les diría que cada generación tiene una responsabilidad y aquí estamos hablando de misiones y retos de la humanidad, que van muy ligados con nuestra supervivencia. Es decir, nosotros sabemos que a ciertas temperaturas no vamos a poder vivir, y al igual que no podemos vivir sin agua tampoco podemos vivir contaminados, por lo que también les diría que asumamos que la innovación y la tecnología pueden aportar mucho. La ciencia y la investigación son también importantes, pero esto no solo se resuelve con ello, sino también con cambios de hábitos y menos egoísmo, pensando en las generaciones próximas que probablemente sufran los efectos que los expertos mundiales señalan que estamos ocasionando en nuestro entorno.