César David Vera-Donoso: “Nosotros, por suerte, tenemos la ventaja de contar con el I3M, que es un centro muy potente de científicos, para encontrarle soluciones a los problemas de los enfermos”

El coordinador del Comité de Tumores Urológicos del Hospital La Fe cuenta su experiencia como colaborador del Instituto de Instrumentación para la Imagen Molecular (I3M) y como usuario de la Gamma Cámara Sentinella

Dr. Vera-Foto/Unidad de Comunicación del Departamento de Salud del Hospital La Fe de Valencia. Foto: cedida por el Dr. Vera

Desde el año 1992, coordina el Comité de Tumores Urológicos del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia y, desde el año 1990, forma parte del Equipo de Trasplante Renal del mismo hospital. Su tiempo no asistencial lo dedica a la investigación traslacional en busca de soluciones a los problemas de sus pacientes, a la vez que coordina un grupo multidisciplinar que integra 4 áreas de investigación, en colaboración con el Centro de Investigación Príncipe Felipe (Laboratorio de Regeneración Tisular y Neuronal) y la Universidad Politécnica de Valencia (Instituto de Ciencia y Tecnología Animal, Instituto de Tecnología QuímicaConsejo Superior de Investigaciones Científicas CSIC e Instituto de Instrumentación para la Imagen Molecular I3M).

Ha sido usuario de la cámara Sentinella desarrollada por el Instituto de Instrumentación para la Imagen Molecular (I3M) durante mucho tiempo ¿Cuándo comienza exactamente a utilizar esta herramienta?

Comenzamos a utilizar esta herramienta en la rutina clínica aproximadamente en el año 2013, cuando iniciamos nuestra validación de la técnica de ganglio centinella en el cáncer de próstata, en el Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia. En el Servicio de Urología, al que yo pertenezco, y en el cual dirijo el Comité de Tumores Urológicos apostamos por la cirugía radioguiada; es decir, la cirugía en la cual el médico se encuentra guiado por la señal que emiten los trazadores que hemos inyectado al paciente con anterioridad. Es una técnica que está en auge en muchos campos. En ella introducimos un trazador en la próstata del paciente por vía transrectal, denominado tecnecio 99 (99Tc), que nos va a marcar la diseminación del trazador y nos va a pintar los ganglios linfáticos, denominados ganglios centinella; estos son los primeros ganglios donde teóricamente podría derivar el cáncer de próstata, en caso de que se diseminara por vía linfática. Para ello, utilizamos la gamma cámara en diferentes fases del procedimiento. El día que inyectamos el trazador (99Tc), lo hacemos bajo guía doble de imagen; por una parte, un ecógrafo transrectal nos identifica la próstata y por otra parte, la gamma cámara sentinella nos permite visualizar que el trazador quede perfectamente incorporado dentro del tejido prostático, sin fuga hacia la vejiga o hacia otras estructuras anatómicas. Al día siguiente, es cuando operamos al paciente utilizando la gamma cámara Sentinella, para localizar en primera instancia todos los ganglios centinella que hemos de extirpar. Es como si fuera una visión del google map, y con esa información comenzamos a trabajar guiados por un contador geiger, que es una sonda gamma que indica la coincidencia de la información que nos da la Sentinella y que nos da el SPECTAT que es hecho el día anterior. Ese ha sido el uso inicial de la gamma cámara sentinella en nuestra especialidad.

¿Qué ventajas se han obtenido a partir de su implementación que quizás no existían antes de su utilización?

Con respecto a las técnicas usuales de linfadenectomía, es decir, en la extirpación de los ganglios linfáticos, en el cáncer de próstata, permite ahorrar 3 de cada 4 linfadenectomías. Te ahorras en 3 de cada 4 pacientes una hora o cuarenta minutos de cirugía, eso es dinero pero también te ahorras la morbilidad o efectos secundarios del procedimiento. Una linfadenectomía es extirpar todo ganglio linfático que usualmente va adherido a los grandes vasos sanguinos iliacos, es un procedimiento que tiene sus efectos secundarios y tiene sus riesgos. Si te ahorras 3 de cada 4 pacientes en realizar toda deserción quirúrgica, evitas problemas.

Usted ha formado parte del Hospital La  Fe durante casi tres décadas. ¿Conoce de cerca la actividad de investigación  que comparte el Hospital La Fe con el I3M y Universidad Politécnica de Valencia?

Efectivamente, ¡qué mayor estoy! .Casi tres décadas, porque entré de residente a este hospital, aunque yo soy de América. Mi tiempo no asistencial en el hospital lo dedico a la investigación; tengo un grupo propio de investigación, en el cual están incorporados varios miembros del Instituto de Instrumentación para la Imagen Molecular (I3M). Hay médicos nucleares, hay biólogos, hay químicos y profesionales de diferentes área de la investigación, para conseguir objetivos multidisciplinares que nos integran para un propósito común. La investigación se realiza desde el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital La Fe, es decir, que el canal adecuado e imprescindible es el Instituto; sin embargo, yo estoy en el hospital porque soy médico y cirujano urólogo y toda mi actividad asistencial con pacientes es la del hospital.

¿Por lo tanto no tiene nada que ver con las investigaciones que hace el I3M directamente, solamente es usuario de los aparatos que ellos desarrollan?

No, justamente lo contrario. Esto es una visión nueva, me encuentro trabajando en un proyecto de investigación con el I3M, teniendo en cuenta que el I3M está lleno de gente maravillosamente formada, gente con mucha potencialidad científica. Pero los que tenemos los problemas somos los médicos y los pacientes, estamos en la primera línea de batalla con  los padecimientos; pues el médico es el que tiene que generar la inquietud en los investigadores básicos y en los científicos, para resolver los problemas que tenemos con los pacientes. Nuestra aportación con los pacientes es realmente de inicio y vamos acompañando a los científicos en el desarrollo de soluciones, es decir, el científico no sabe los problemas que tenemos nosotros, lo sabemos nosotros y lo sufre el enfermo; entonces, esas limitaciones son las que va a resolver el científico de manera colegiada con los médicos que estamos en la práctica diaria. Esto es un camino muy interesante, no es nuevo, porque se ha hecho desde hace un siglo pero por muy poca gente. Nosotros, por suerte, tenemos la ventaja de contar con el I3M, que es un centro muy potente de científicos, para encontrarle soluciones a los problemas de los enfermos. Entonces, nosotros planteamos los problemas y ellos van desarrollando las soluciones, nosotros vamos adaptándolas y vamos probándolas a ver en qué termina la idea. Es un campo precioso de colaboración, yo no soy un usuario común del tema, trabajo generando ideas junto a ellos y en la gamma cámara sentinella misma, en el año 2004 o 2003, estuve en las publicaciones porque ya comenzábamos a ver para qué podía servir.

¿Considera usted que la tecnología para el diagnóstico médico se está desarrollando conforme a la necesidad actual o piensa que hace falta mayor inversión? 

Inversión hace falta siempre. En ese sentido el sistema americano tiene una ventaja, y es que nos permite desarrollar muchas más soluciones. Aquí, en Valencia, la verdad es que estamos consiguiendo avanzar en muchos detalles, en varios campos de investigación. En las líneas en las que yo trabajo nos cuesta muchísimo conseguir fondos, pero tenemos la ventaja de la alianza con el I3M que es un grupo muy potente de investigación, con mucha inquietud, con mucho prestigio, y juntos vamos avanzando. Podría decir que siempre son necesarios fondos que apoyen la investigación, pero también hay que decir que no podemos quejarnos. Vamos avanzando poquito a poquito en desarrollo y creemos que serán importantes.

“En las líneas en las que yo trabajo nos cuesta muchísimo conseguir fondos, pero tenemos la ventaja de la alianza con el I3M que es un grupo muy potente de investigación, con mucha inquietud, con mucho prestigio, y juntos vamos avanzando”

¿Hasta qué punto la tecnología está suponiendo una herramienta fundamental para la lucha contra el cáncer, es decir, está cumpliendo su rol o usted piensa que podría mejorarse?

La tecnología está avanzando de modo adecuado. Aunque también creo que falta interacción entre los médicos como usuarios finales y los científicos que generan tecnologías, para que trabajen en conjunto; de esta manera se puede aprovechar al máximo el recurso material que existe, es decir, los fondos. Naturalmente, un científico que está en su laboratorio no percibe lo que buscamos con los enfermos, no lo puede percibir porque no lo ve. Nosotros los médicos, en mi caso que trabajo con el cáncer, veo cómo pierdo pacientes por esta enfermedad, eso supone un feedback muy especial que nos retroalimenta para seguir intentando la búsqueda de tratamiento y de diagnóstico temprano.

Están desarrollando un nuevo proyecto con el I3M. ¿En qué consiste?

Con el I3M llevo 4 o 5 líneas de investigación. Estamos bastante avanzados en el diseño de un PET (por las siglas en inglés de Positron Emission Tomography), tomógrafo emisión de positrones portátil dedicado solamente a la próstata, para generar imágenes fiables del cáncer de próstata. Este es un problema relavante que tenemos, porque el cáncer de próstata no nos da una imagen médica segura para tratarlo. Por lo tanto, en estos momentos, en la práctica médica diaria, hay que quitar o hay que irradiar toda la próstata, porque no sabemos cuál es el volumen del tumor. Con el proyecto denominado PROSPET, estamos intentando conseguir una imagen fiable de lo que es este tipo de cáncer.

¿Cuál es su rol fundamental en el proyecto? 

Yo soy el principal coordinador del proyecto, que está financiado por el Instituto Carlos III de Madrid, el Ministerio de Economía y los Fondos Europeos de Desarrollo. Parte de la idea es nuestra. Coordino al grupo de físicos del I3M y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España,  a los investigadores del Hospital La Fe, los médicos nucleares, los radiofísicos y urólogos. También estoy coordinando las discusiones y la elaboración de los modelos. Hemos hecho tres versiones de modelos, así avanzan los proyectos y los ensayos, hasta que lleguemos a un modelo final. Cuando ya esté listo el dispositivo final tenemos que hacer las validaciones clínicas. Pero la verdad es que es una interacción, nos reunimos, vienen todos los físicos del I3M, los médicos nucleare y los urólogos, nos sentamos alrededor de una mesa y vamos discutiendo como  avanza el proyecto.

Ciencia a contracorriente

Cinco científicos españoles muestran la realidad actual de la investigación y hacia dónde se dirige

Cuesta abajo. El río, demostrando la ley de la gravedad, sigue su camino hacia el mar. 1.332 millones de kilómetros cúbicos de agua lo acogen y disfrazan de océano. Está perdido, las moléculas de agua que antes se agolpaban una al lado de la otra ahora están separadas. No volverán a unirse entre ellas. Sin embargo, las hay luchadoras. Van a contracorriente. No quieren dejarse llevar, se resisten. Algunas lo consiguen. Para otras, la fuerza ha podido con ellas. Aun así, no se dan por vencidas.

Esta es la situación por la que actualmente atraviesa la investigación científica en España, nadando en el sentido contrario al que se le quiere imponer, evitando empujones y tratando de que la corriente no se lleve todo lo conseguido hasta ahora. Corriente que, desde hace unos años, ha ganado velocidad en un cauce cada vez más estrecho y empinado en el que parece no caber más agua. Los científicos españoles, esas moléculas de H2O que no quieren ser arrastradas, trabajan por mejorar un país en el que la gran mayoría de habitantes desconoce cómo, por qué y para qué lo hacen. Su oficio, sin embargo, repercute en beneficio de todos.

Así lo defienden cinco investigadores españoles a los que, a pesar de pertenecer a diferentes campos y trabajar en cuatro comunidades autónomas distintas, muchas de sus experiencias les unen. Desconocían las dificultades a las que tendrían que enfrentarse cuando comenzaban. Más aún que estas fueran a empeorar. Con los años, finalmente, su experiencia les ha enseñado que en el camino hay más piedras de las que hubiesen imaginado. Sus trayectorias, tan distintas y parecidas a la vez, también les han hecho ver que España es un camino adoquinado en el que es difícil caminar sin que el pie tropiece.

Están llenos de ideas, proyectos que permitan que la sociedad española, esa para la que son unos desconocidos, tenga una vida mejor. Son conscientes de que queda mucho trabajo por delante. Esta dificultad, esta enorme roca, no les desmotiva. Cogen fuerzas para intentar moverla. Algunos lo han pasado mejor, otros, peor, pero todos tienen algo que decir. Todos desean enseñar a la sociedad que están ahí para ellos, que necesitan su apoyo y que la única manera de avanzar es hacerlo juntos. No quieren ir cuesta abajo y que el torrente, la tendencia actual, pueda con ellos.

ANA BELÉN ROPERO. LA DIFICULTAD PARA CONSEGUIR PROYECTOS DE INVESTIGACIÓN

Ana Belén Ropero intenta que los españoles aprenden a elegir los alimentos.

La profesora de nutrición de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche Ana Belén Ropero Lara (Ibi, Alicante, 1973) sabe lo que es sentirse atascada en el sistema. Tras pasar en el extranjero más de tres años, volvió en 2005 a España. Sin embargo, acabó con un contrato postdoctoral en el mismo grupo de la UMH en el que estuvo realizando su tesis.

Hasta el año 2011, cuando ya sumaba 15 años como investigadora, Ropero estudió el papel de los estrógenos en la regulación de la glucosa en sangre. Con ganas de iniciar su propia línea de investigación e “independizarse” [de su grupo], ese año solicitó financiación para un proyecto en un par de ocasiones. Sin embargo, las duras exigencias que desde entonces rigen la concesión de las ayudas impidieron que así fuera y que, un año más tarde, decidiera dejar completamente la investigación.

Debido a esas circunstancias, sumadas a la influencia de un compañero, su vida dio un giro. Junto a una colega del área de nutrición de la UMH, decidió poner en marcha un proyecto que nada tenía que ver con lo que había hecho hasta el momento: Badali, una base de datos que recoge información nutricional de alimentos e incluye recomendaciones de consumo.

“La sociedad no sabe lo que hacemos, con lo cual los gobernantes tampoco”, sostiene Ropero

Este blog de divulgación científica, en el que se encuentra inmersa actualmente, le hizo darse cuenta del posible origen de algunas de las principales dificultades en la I+D española: “Conforme comencé a meterme en este mundo, me iba dando cuenta de que esos problemas que teníamos en investigación tras las crisis eran porque realmente la sociedad no sabe lo que hacemos, con lo cual los gobernantes tampoco”. De hecho, la también profesora de la UMH asegura que durante su etapa como investigadora no se vio capaz de contar a su madre en qué trabajaba “porque no lo iba a entender”.

Para que esta situación mejore, la ya reconocida divulgadora parece tener claro qué es necesario hacer: “Se tiene que formar a la gente mediante divulgación científica, desde entidades institucionales y sobre temas que ya estén muy afianzados y estudiados”.

LUISA MARÍA BOTELLA. VOCACIÓN PARA MANTENERSE

Luisa María Botella Cubells

Luisa María Botella lleva años investigando la enfermedad rara HHT.

El de Luisa María Botella (Valencia, 1959), científica del Centro de Investigaciones Biológicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CIB-CSIC), es el ejemplo de que la vocación lo puede [casi] todo. Por recomendación de sus padres, pues ella quería ser docente, Botella decidió estudiar la carrera de biología, “aunque por aquel entonces las salidas eran incluso más oscuras que ahora”, reconoce. Ahí conoció la genética, momento en que se dio cuenta de que eso era lo que quería para su vida.

Tras varios años dedicada a la investigación básica con insectos, y durante los cuales se vio sin dinero y sin proyecto en una ocasión [no sería la última], la bióloga descubrió su verdadera pasión: la Telangiectasia Hemorrágica Hereditaria (HHT) o síndrome de Rendu-Osler-Weber, una enfermedad rara que hasta el año 2001 no había sido estudiada. Esta circunstancia no era nada excepcional, pues como Botella recuerda “por aquella época había poca financiación para su estudio [el de las enfermedades raras]”.

Debido a la crisis, la investigadora se vio por segunda vez sin financiación y sin proyecto

Después de mucha insistencia, pues la investigadora no podía dejar de pensar en los pacientes de HHT, consiguió reunir todo lo necesario para investigar la enfermedad: el dinero, el proyecto, el personal, los pacientes y los médicos. Tal y como asegura, esto supuso “la época dorada del laboratorio”. No obstante, la crisis hizo estragos en todo lo conseguido hasta la fecha y, en el año 2011, se vio de nuevo sin financiación, sin un proyecto de investigación y con tan solo una compañera en el laboratorio.

Su vocación, ya claramente encaminada hacia el estudio de esta enfermedad, no le dejó tirar la toalla: Botella se presentó en 2012 al concurso de televisión Atrapa un millón, emitido por Antena3, para conseguir dinero y donarlo a la Asociación de Pacientes de HHT, creada en 2005. Los 15.000 € que logró ganar supusieron, tal y como asegura, “la semilla para hacer más cosas”.

Y así fue, pues poco más tarde la bióloga participó en una campaña de difusión de HHT con los medios, que tuvo como resultado una serie de “donaciones solidarias”. El laboratorio de Botella, quien considera de vital importancia hacer llegar la información a la sociedad para el buen funcionamiento de la investigación, comenzó a ser el de antes.

DIEGO GUTIÉRREZ. EL EJEMPLO DE QUE ESPAÑA NO SIGUE EL RITMO A EUROPA

Diego Gutiérrez es experto en realidad virtual.

Películas como Parque Jurásico (1993) o Toy Story (1995), la primera creada por completo con efectos digitales, despertaron el interés de Diego Gutiérrez Pérez (Zaragoza, 1970) por la informática gráfica. Años más tarde, Disney, una de las productoras de la cinta sobre juguetes animados, reclama sus servicios.

El investigador de la Universidad de Zaragoza ha conseguido, además, llamar la atención de otras importantes compañías e instituciones estadounidenses como Adobe y la NASA, la cual se interesó por una cámara que el grupo de Gutiérrez creó en 2013, en colaboración con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), para conocer la estructura interna de nuestro satélite. “Es tan rápida que se puede ver luz en movimiento. La NASA pensó implementar esta tecnología para mapear las cuevas de la luna en lugar de mandar un astronauta”, asegura Gutiérrez, quien también imparte clases en la institución aragonesa.

“Ningún político ha apostado por la investigación, nunca”, sentencia Gutiérrez

Un poco más cerca, en Europa, el trabajo del investigador tampoco ha pasado inadvertido: el pasado año el Consejo Europeo de Investigación (ERC) le concedió un proyecto de 1,7 millones de euros para estudiar los posibles vínculos entre el mundo físico de la luz y la forma en que nuestro cerebro interpreta las imágenes. Cuando nos acercamos más en el mapa, sin embargo, la situación cambia. “Esta es una cantidad de dinero que está muy por encima de lo que consigues en España. Todos tenemos que hacer malabares con el dinero que podemos conseguir aquí. Cada vez está más difícil y ningún político ha apostado por la investigación. Nunca. En Europa es diferente”, señala el profesor.

A pesar de las condiciones actuales en las que lamenta se encuentra la I+D+i en nuestro país, donde cree que hace falta «promover la buena investigación» e “inspirar a la sociedad” para que estudie carreras científicas y tecnológicas, Diego Gutiérrez ha rechazado propuestas para irse al extranjero. “No es tan extraño. No todo el mundo quiere irse. Hay gente que sí y me parece muy bien. La pena es la que quiere quedarse y se ve obligada a irse porque aquí no hay nada. Hay muchos que tomamos la decisión de quedarnos porque valoramos muchas otras cosas. Cualquier decisión es perfectamente válida y respetable”, defiende el zaragozano.

MARÍA BLASCO. LA IMPORTANCIA DE ESQUIVAR OBSTÁCULOS Y DESPERTAR VOCACIONES

María Blasco es una de las pocas mujeres que dirigen un centro de investigación español. /CNIO

Confía en que la inmunoterapia, a la que hasta hace poco “no se le había prestado mucha atención”, sea la alternativa del futuro para combatir el cáncer. No lo afirma cualquiera, pues actualmente ostenta el cargo de directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Sin embargo, el suyo tampoco ha sido un camino fácil, debido a “las dificultades, barreras y sesgos” a los que asegura que han de enfrentarse las mujeres a lo largo de su vida. Aun así, María Blasco Marhuenda (Alicante, 1965) ha conseguido escalar por la pirámide laboral y demostrar que hay estereotipos que no siempre resultan ser ciertos: “Cuando pensamos en científicos, pensamos en hombres, sin embargo, la ciencia está hecha mayoritariamente por mujeres”, afirma la investigadora.

“Ahora es más difícil que hace una década atraer talento o encontrar financiación”, asegura Blasco

Por primera vez desde que Blasco volvió de su estancia postdoctoral en Nueva York en 1997, su grupo ha sufrido una disminución de tamaño, lo cual ha afectado al número de proyectos que pueden realizar. “Ahora es más difícil que hace una década atraer talento o encontrar financiación, nos afectan unas políticas muy restrictivas de contratación de personal que nos hacen ser menos competitivos. Esto es una indicación de lo mal que está la situación”, señala la directora del CNIO, quien en 2014 formó parte de la primera Selección Española de Ciencia, elaborada por la revista QUO, junto a investigadores de la talla de Juan Luis Arsuaga o Margarita Salas.

No obstante, la científica se muestra optimista y está convencida de que España es un país que “importa en el mundo de la investigación”. Además, Blasco confía en el potencial de la divulgación científica para lograr un acercamiento entre la población y los investigadores. “Ya no solo es importante lo que investigamos, sino que lo comuniquemos de forma efectiva, que hagamos partícipe a la sociedad de nuestro trabajo”. De esta forma, tal y como afirma, se pueden “tender puentes para formar, informar y despertar vocaciones”.

Para conseguir tal propósito, la investigadora sugiere varias medidas: “Lo primero que habría que hacer es mejorar la educación científica. Algo que también ayudaría sería aumentar los espacios dedicados a la ciencia en los medios de comunicación. Por nuestra parte, investigadores y centros de investigación debemos abrirnos a la sociedad en la medida de lo posible.

ALBERTO RUIZ. LA DEDICACIÓN PARA LOGRAR OBJETIVOS

Alberto Ruiz es catedrático en la Universidad de Cantabria.

Dos años más tarde, en 2016, nos encontramos con otro de los elegidos para formar parte de la Selección Española de Ciencia. Alberto Ruiz Jimeno (Logroño, 1952), catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Cantabriacolabora con el que califica como “posible centro de referencia mundial en investigación científica”: la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN). 

Todos y cada uno de los logros que acumula le han enseñado que trabajar duro tiene recompensa. “Los problemas se van superando con la dedicación y la perseverancia, nunca hay que rendirse”, asegura el investigador. De hecho, reconoce que llegar a su posición actual no ha sido una tarea fácil, sino fruto de su gran empeño. “He tenido que trabajar con mucho tesón y a la vez entusiasmo, porque siempre he creído en lo que hacía. Lograr un puesto permanente en la universidad era muy difícil cuando yo terminé el doctorado, como lo es ahora mismo, pero finalmente llegó”, afirma el también coordinador de la Red Temática Nacional de Futuros Aceleradores.

Ruiz opina que el principal problema en España es que «se dedica muy poco presupuesto a I+D”

Recientemente declarado el investigador español más citado, el catedrático aparece en más de 1.000 artículos científicos. Su larga trayectoria y sus amplias colaboraciones con algunos de los centros de investigación más importantes del mundo, le han hecho tener una visión muy definida de la ciencia en nuestro país: “Ha avanzado muchísimo, gracias al interés de los propios científicos, su internacionalización y su dedicación. No obstante, el problema que tenemos en España es que se dedica muy poco presupuesto a I+D, sobre todo en los niveles más altos del Gobierno”.

Igualmente, el físico lamenta que los gobernantes no tengan “una conciencia clara de la importancia de la investigación científica, tanto básica como aplicada”, lo cual considera un impedimento para lograr estar “en primera línea de los países industrializados y avanzados”. En su opinión, “un Ministerio de Ciencia sería muy aconsejable”, aunque añade que “no es suficiente con tener un Ministerio, sino que la I+D se considere realmente como inversión y no como gasto”.


Las cinco piedras que, según los investigadores entrevistados, dificultan el viaje por la senda de la investigación española:

1. Disminución de los presupuestos para I+D.

El Proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2017, presentado el pasado 4 de abril a las Cortes Generales y aprobados por el Congreso de los Diputados el 31 de mayo, destina un total de 621,9 millones de euros a investigación científica, 105 millones menos que hace tan solo diez años. Además, estos han sufrido un descenso constante desde 2009 hasta 2016, año en que se vuelven a incrementar en un 5 %.

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2. Visión cortoplacista de la investigación.

En España, los proyectos de investigación no exceden de los tres años para su ejecución, tiempo que los científicos consideran escaso para cumplir con todos los objetivos exigidos. Como ejemplo, las “Consolidator Grant” del Consejo Europeo de Investigación (ERC), ayuda de excelencia obtenida por el investigador Diego Gutiérrez, pueden extenderse durante cinco años.

3. Ausencia de un Ministerio de Ciencia y nula formación científica de los gobernantes.

Desde 1966 hasta 2011, salvo el periodo 1996-2000, la I+D+i estuvo gestionada desde un ministerio cuya denominación hacía alusión expresa a la ciencia, la investigación, la innovación o la tecnología. Con el inicio del primer gobierno de Mariano Rajoy Brey en 2011, y hasta la actualidad, la gestión de la investigación ha corrido a cargo del economista Luis de Guindos a través del Ministerio de Economía y Competitividad, el cual pasa a llamarse desde 2016 Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.

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4. Sociedad con una cultura científica pobre.

Aunque en la VIII Encuesta de Percepción Social de la Ciencia, publicada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología en 2017, se refleja un mayor conocimiento científico y tecnológico por parte de la sociedad española, con respecto a la encuesta de 2015, un porcentaje importante aún no tiene claras ciertas cuestiones: un 46,7 % de los encuestados afirmó que los antibióticos curan infecciones causadas tanto por bacterias como por virus, en lugar de únicamente por bacterias; y un 23,7 % aseguró que el Sol gira alrededor de La Tierra, y no al contrario.

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5. Demasiados requisitos para la solicitud de un proyecto de investigación.

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El célebre divulgador científico Carl Sagan dijo una vez: “Vivimos en una sociedad absolutamente dependiente de la ciencia y la tecnología y, sin embargo, la hemos organizado inteligentemente para que casi nadie las entienda”. Estos cinco investigadores, con la fuerza que encuentran en su vocación, seguirán luchando por hacerse entender y por un país que conozca y valore su esfuerzo. Un país donde la corriente no les arrastre, sino les impulse.

María Blasco | Directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas

“LA CIENCIA ESTÁ HECHA MAYORITARIAMENTE POR MUJERES”

Dirige uno de los centros de investigación más importantes en España y, por primera vez desde que volvió a España en 1997, la falta de presupuesto le ha impedido llevar a cabo varios proyectos


Maria Blasco. /CNIO

En 2014 fue incluida dentro de la primera Selección Española de Ciencia, elaborada por la revista QUO. María Blasco Marhuenda (Alicante, 1965), directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), tiene claro que España es un país “que importa en el mundo de la investigación”. No obstante, la investigadora lamenta que la actual crisis económica impida “atraer talento y conseguir financiación”.

Pregunta. ¿Cómo ve la situación de la investigación española en relación a la de otros países?

Respuesta. Creo que una de las grandes diferencias entre la investigación en nuestro país y en otros es que su devenir está sujeto a los cambios políticos. En otras partes del mundo, bien sea porque la financiación de la ciencia no se cuestiona, bien porque las instituciones se sustentan gracias a una fuerte inversión privada o a la filantropía, la investigación no sufre tantos vaivenes; tiene mayor estabilidad. Esto tiene que cambiar si queremos que en España se siga haciendo investigación de primer nivel. Todavía no nos terminamos de creer que somos respetados internacionalmente por nuestra ciencia.

“Ahora es más difícil que hace diez años atraer talento o encontrar financiación para un proyecto”

P. Tras una amplia trayectoria en la investigación, ¿qué diferencias más destacables nota desde sus primeros proyectos a los últimos?

R. La crisis ha sido un punto de inflexión. Ha frenado la progresión más o menos constante que vivíamos en España desde finales de los 90, cuando los investigadores que nos habíamos ido fuera tuvimos la oportunidad de regresar a laboratorios que nada tenían que envidiar a los de Estados Unidos, por ejemplo. Tras la crisis y los consabidos recortes –que al CNIO han afectado menos que a otros centros–, hemos perdido momemtum. Aunque España sigue claramente en el mapa y en nuestras instituciones hay grandes investigadores, algunos se plantean ir a otros países y, además, ahora es más difícil que hace diez años atraer talento o encontrar financiación para un proyecto. Por citar algunos números, ha habido una disminución de un 40% en el dinero dedicado para los proyectos de investigación financiados estatalmente. Pero no solo eso, ahora nos afectan unas políticas muy restrictivas de contratación de personal que también nos hacen ser menos competitivos.

P. ¿Ha tenido que abandonar una línea de investigación por falta de presupuesto? ¿Qué le ha supuesto?

R. Sí. Mi grupo ha disminuido de tamaño y hay proyectos que no podemos realizar. Es la primera vez que me pasa desde mi vuelta a España en 1997. Esto es una indicación de lo mal que está la situación.

“España es un país que importa en el mundo de la investigación”

P. Si tuviera enfrente al responsable de dar dinero a su proyecto, ¿qué le diría?, ¿cómo lo convencería de que aquello en lo que quiere investigar merece la pena y es necesario para la sociedad?

R. Por primera vez en nuestra historia, España es un país que importa en el mundo de la investigación y es reconocido como tal internacionalmente. Hay centros e investigadores de élite. Eso es un hito. No solo somos país de vacaciones, somos país que innova y crea productos que son competitivos, y que ayuda a atraer inversión de farmacéuticas extranjeras, etc. Pero esto se está poniendo en peligro por los motivos que he indicado. Hay mucho que perder no financiando la investigación.

La directora del CNIO (segunda a la izq.) con otros investigadores del centro. /CNIO

 

P. La mujer está poco representada en los altos cargos. Según las estadísticas, conforme aumenta la responsabilidad y categoría del puesto, la presencia de la mujer va disminuyendo. ¿Ha tenido que hacer frente a un mayor número de barreras hasta llegar a ser directora del CNIO?

R. La sensación es que a las mujeres se nos examina con lupa, se nos cuestiona más. Y cuanto más arriba en la escala de responsabilidad se esté, este escrutinio es de mayor intensidad. Las barreras a las que se enfrentan las mujeres para avanzar en la carrera profesional están en las estadísticas. Mientras que, en las universidades, las mujeres representan la mitad o algo más de los estudiantes, el porcentaje femenino cae paulatinamente a medida que uno sube por la pirámide laboral. El último informe de Científicas en Cifras es la mejor radiografía. El 79% de los cargos de dirección y cátedras de las universidades públicas están ocupados por hombres y sólo hay tres mujeres rectoras. Esta situación no es elegida sino fruto de las dificultades, barreras y sesgos a los que nos enfrentamos las mujeres a lo largo de nuestra vida.

P. ¿Considera que la profesión investigadora está estereotipada?

R. Sí lo está, tanto o más que cualquier otra profesión. Cuando pensamos en científicos, pensamos en hombres, sin embargo, la ciencia está hecha mayoritariamente por mujeres.

“Es importante que hagamos partícipe a la sociedad de nuestro trabajo”

P. ¿Qué importancia atribuye a la divulgación científica?

R. La divulgación ha ido ganando importancia en los últimos años y hoy en día es uno de los ejes maestros de los planes de programas como el Horizonte 2020. Los índices de excelencia que cada año evalúan a los centros de investigación de todo el mundo también han empezado a incluir las actividades de science outreach y comunicación/divulgación entre los parámetros que valoran. Es decir, ya no sólo es importante lo que investigamos, sino que lo comuniquemos de forma efectiva, que hagamos partícipe a la sociedad de nuestro trabajo. En el CNIO, desde hace años, informamos acerca de las investigaciones más relevantes y realizamos también actividades dirigidas a la comunidad educativa, así como otras actividades de outreach. Actualmente, estamos trabajando en un proyecto para potenciar este aspecto, que para nosotros es vital dentro de nuestra estrategia global de Responsible Research & Innovation (RRI).

P. ¿Qué opinión le merecen las noticias científicas en medios generalistas?

R. Es un fenómeno difícil de controlar y cuanto más se expande internet, mayor es la dificultad. No obstante, la prensa científica, los periodistas especializados, suelen ser rigurosos con la información. Es cierto que a veces te encuentras con titulares ambiguos o directamente falsos, pero no tengo la percepción de que esto ocurra con frecuencia en medios de comunicación profesionales. Por parte de los centros de investigación, nuestra labor es hacer llegar a los periodistas información precisa. Además, nuestro departamento de comunicación siempre está disponible para gestionar entrevistas, hacer aclaraciones o proporcionar material adicional a los periodistas. Somos muy cuidadosos con qué cosas contamos y cómo lo hacemos.

P. ¿Qué propondría para mejorar el nivel de cultura científica de la población española?

R. Hace unos días publicaba la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) los resultados de su encuesta sobre Percepción Social de la Ciencia. Los datos, aunque mejores que los de pasadas ediciones, reflejan la falta de interés por la ciencia de la mayor parte de los españoles. Muchos aseguran, además, que este desinterés es fruto de su falta de comprensión. Hay datos preocupantes, como que sólo el 55% piensa que la ciencia tiene más beneficios que prejuicios. Lo primero que habría que hacer es mejorar la educación en ciencia. Algo que también ayudaría sería aumentar los espacios dedicados a la ciencia en los medios de comunicación. Por nuestra parte, investigadores y centros de investigación debemos abrirnos a la sociedad en la medida de lo posible. Tender puentes para formar, informar y despertar vocaciones.

P. ¿Cómo ve el futuro de la investigación oncológica y los tratamientos contra el cáncer?

R. Hay muchas esperanzas depositadas en la inmunoterapia. Históricamente, no se le había prestado mucha atención al uso del propio sistema inmune del paciente para combatir el cáncer, pero en los últimos años esta aproximación ha mostrado buenos resultados y seguro que tendrá un importante papel a medio plazo.

Diego Gutiérrez | Investigador en informática gráfica

«UN PAÍS CIENTÍFICAMENTE EDUCADO NO SE CONSTRUYE EN DOS DÍAS»

El investigador de la Universidad de Zaragoza cuenta con una financiación de 1,7 millones de euros del Consejo Europeo de Investigación, una de las becas más prestigiosas en Europa


Diego Gutiérrez.

Diego Gutiérrez Pérez (Zaragoza, 1970) es investigador del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón. Tras una dilatada carrera, empresas como la NASA, Disney y Adobe, entre otras tantas, solicitan sus servicios. Sin embargo, el también profesor de la Universidad de Zaragoza lamenta que en España haya que “hacer malabares” con el dinero que dan para la investigación.

Pregunta. ¿Cuándo comienza su interés por la investigación?

Respuesta. Yo siempre he sido de ciencias, hice ingeniería industrial porque en aquel momento en Zaragoza era lo único que había y tampoco sabía muy bien si quería hacer una cosa u otra. Los dos últimos años vi que no me gustaba y en el Proyecto Fin de Carrera decidí buscar algo nuevo: la informática gráfica. Lo que me llevó a decantarme por este campo fue ver películas como Toy Story o Parque Jurásico a mediados de los 90.

“Todos tenemos que hacer malabares con el dinero que podemos conseguir en España”

P. ¿Qué diferencias principales nota desde sus inicios en la investigación respecto a la situación actual?

R. Todos hemos sufrido con la crisis, cada vez hay menos dinero en España, eso es un hecho. Hay menos becas, con lo cual son más competitivas, los proyectos son más difíciles de conseguir, te dan menos dinero, etc. La ventaja en mi grupo es que lo que nosotros hacemos solo requiere de ordenadores, y eso es algo relativamente barato. Por suerte, lo peor que nos puede pasar es que estos vayan más lentos. En otros campos, por ejemplo, requieren de cultivos biológicos o de máquinas más caras. Ahí lo han pasado peor. Aun así, todos tenemos que hacer malabares con el dinero que podemos conseguir en España. En Europa es diferente. Aquí cada vez está más difícil y ningún político ha apostado por la investigación. Nunca. Ahora parece que con la Ley de la Ciencia que se firmó hace poco la gente se lo está tomando un poco más en serio. Pero falta que pase un tiempo para ver si eso es más que un acto de firmar un papel.

P. ¿Alguna vez le han denegado un proyecto?

R. Sí, a todos nos han denegado proyectos. Al principio, sobre todo, recién terminada tu tesis doctoral intentas mandar proyectos tú solo, sin tu supervisor de tesis, y te los suelen negar. Cuesta mucho al principio, hace falta tener un poco de fe en ti mismo porque piensas “j***r, ¿por qué me van a dar a mí proyectos si se los pueden dar a mi director de tesis?”. Pero hay que insistir. A nivel europeo son proyectos durísimos con un índice de aceptación muy bajo, no es una métrica de lo bueno o malo que eres. Lo normal es que te acepten uno de cada ocho o diez.

P. Imagino que, conforme te vas afianzando y teniendo una carrera profesional, va siendo más sencillo que reconozcan tu trabajo y te financien.

R. Sí, sobre todo aquí. No quiero sonar pretencioso, pero ahora ya consigo los proyectos nacionales con una relativa facilidad. Hacemos bien nuestro trabajo, mandamos proyectos con sentido, son bien evaluados y ya tenemos la confianza de la gente que nos evalúa. Sin embargo, al principio cuesta hacerse un hueco. Hay que insistir, no queda otra.

P. En 2016 el Consejo Europeo de Investigación (ERC) le da 1,7 millones de euros para investigar si existen puentes entre el mundo físico de la luz y cómo el cerebro interpreta las imágenes.

R. Lo que pretendemos es seguir avanzando en temas de generación de imágenes fotorrealistas, tomando como ejemplo la realidad virtual, pero que se puedan realizar a la velocidad de las imágenes de los videojuegos, es decir, 16 milisegundos máximo por fotograma. Para eso lo que pensamos es que, quizás, toda la simulación física de la luz que hacemos para las imágenes tan “chulas” que aparecen en el cine, pero que cuestan 10 horas, no son necesarias porque el cerebro no entiende ese idioma de ecuaciones, sino otras cosas. El ejemplo que pongo siempre es el de los artistas. Cuando un artista pinta una capa de terciopelo, sientes que es real, casi puedes tocarlo y sentirlo. Cuando te acercas, ves que son manchas de colores. Es decir, ahí no hay física de la luz, hay otra cosa que el artista sabe plasmar muy bien, que es lo que hace que el cerebro entienda que es terciopelo.

El investigador con compañeros de su grupo. Fotografía aportada por Diego Gutiérrez.

P. Para estos proyectos necesitarán contar con un equipo interdisciplinar.

R. La forma en que te dan las ayudas ERC es un poco especial. El proyecto lo conceden a un investigador solo, lo que evalúa Europa es si esta persona en concreto, con su trayectoria, parece capaz de hacer lo que dice y si es interesante. Una vez se recibe la financiación es necesario contar con gente de distintos campos, por supuesto. Sin embargo, en el momento de la evaluación no te piden que tengas ya ese equipo, digamos que se fían de que, si lo has hecho antes, seas capaz de sacarlo adelante.

“El análisis que a veces te hacen de los gastos de dinero puede llegar a ser absurdo”

P. Al ser una financiación tan difícil de conseguir y tan importante, ¿necesitan estar justificando los gastos constantemente?

R. No. Europa funciona diferente, y más con las ERC, las más prestigiosas y mejor valoradas. En España, lamentablemente, te dan poco dinero y encima el análisis que a veces te hacen de los gastos de dinero puede llegar a ser absurdo, hasta el punto de que vas a un congreso, coges un taxi del hotel al aeropuerto y te preguntan quién iba en el taxi, incluso tres años después. Lo triste es que se preocupan más de esos 17 euros de taxi, por poner un ejemplo, que de la ciencia que has desarrollado. En el tema económico hay que hacer mucho papeleo. En Europa, sin embargo, es un poco más fácil, y las ERC más aún. Si consigues una, que es muy difícil, ya se fían de ti. El control no es tan minucioso.

P. ¿Es muy difícil conseguir esa financiación europea en España?

R. Son muy pocas, pero no soy el único. Sí que es verdad que es una cantidad de dinero que está muy por encima de lo que consigues en España. Cuando la consigues es “fiesta”. La Universidad de Zaragoza es una de las que más becas de estas tiene, creo que unas siete. Es decir, no soy el único, pero son muy difíciles de conseguir.

P. Creó junto a su grupo una cámara fotográfica capaz de tomar un billón de fotografías por segundo y esto llamó la atención de la NASA, quienes se pusieron en contacto con ustedes para ver si podían usarla para hacer un mapa de la topología interna de la luna.

R. La cámara esa la hicimos en colaboración con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 2013. Es tan rápida que se puede ver luz en movimiento. A nivel intuitivo, lo que logramos es que, a la velocidad a la que capturamos imágenes, somos capaces de preguntar a cada fotón individualmente dónde ha estado. Dos años después, la NASA se dio cuenta y pensó implementar esta tecnología para mapear las cuevas de la luna, que no se sabe lo que hay ni cómo son, en lugar de mandar un astronauta.

P. ¿Cómo funciona ese mapeo utilizando esta cámara?

R. Pensaron en montar un prototipo de la cámara en un satélite que orbitara la luna y la bombardeara con fotones. Estos penetran por la luna, van rebotando por dentro del cráter y algunos vuelven al sensor. Entonces, sabiendo cuándo hemos lanzado cada fotón, la velocidad de la luz y el tiempo exacto que ha tardado en llegar al sensor, podríamos deducir el espacio que ha recorrido y de ahí, intentar reconstruir la cueva.

P. También han colaborado con Adobe y Disney.

R. Sí, colaboramos con muchas empresas de generación de contenido visual. Estas son dos de ellas, hemos trabajado con otras. Con Adobe seguimos trabajando constantemente y con Disney surgen bastantes colaboraciones.

Proyecto de investigación con Disney Research Zürich en 2014 sobre la impresión de pelo en 3D para la creación de figuras personalizadas.

P. Han querido contratarle en el extranjero, pero lo ha rechazado y ha preferido quedarse en España.

R. Sí, no es tan extraño. No todo el mundo quiere irse. Hay gente que sí y me parece muy bien. La pena es la que quiere quedarse y se ve obligada a irse porque aquí no hay nada. Hay muchos que tomamos la decisión de quedarnos porque valoramos muchas otras cosas. Cualquier decisión es perfectamente válida y respetable. Cada uno valora lo que tiene que valorar y al final toma la decisión de quedarse o de irse. Pero sí, he podido irme a otros sitios.

“Aquí se ve la investigación con una mirada cortoplacista”

P. Ha estado en varias ocasiones en universidades de Estados Unidos. ¿Qué diferencias más destacables diría que hay entre la investigación en España y allí?

R. Son la noche y el día. Para empezar, el MIT o la Universidad de Stanford, que recibe todos los años alrededor de cientos de CV de los mejores estudiantes que quieren hacer allí el doctorado, son los máximos exponentes que están tirando del carro de la investigación. Luego, además, tienen al lado empresas como Adobe, Google o Facebook, que están invirtiendo muchísimo dinero en la investigación. Allí cuentan con la inversión, el apoyo y la convicción de que la investigación sirve, de que es una pieza fundamental para el desarrollo de un país, condiciones perfectas para que funcione. Además, tienen un modelo de investigación llamado Blue skies research, es decir, investigación abierta, que puede o no puede llevar a un producto, pero se reconoce su utilizad. En España, sin embargo, somos sobre todo ladrillo y turismo. Aquí se ve la investigación con una mirada cortoplacista, los proyectos duran tres años. Si encima te piden un producto o aplicación final, obviamente no puedo pensar muy a largo plazo, tengo que pensar en ideas puramente incrementales, no arriesgarme más. El modelo de investigación abierta lo echo mucho de menos aquí.

P. ¿Cómo ve la situación de la investigación en España en relación a políticas científicas?

R. Aquí no ha habido un político todavía que se ponga a apoyar algo de lo que no vaya a obtener beneficio de algún tipo dentro de su mandato. Aunque insisto en que la Ley de la Ciencia abre una puerta a la esperanza. Un país científicamente educado no se construye en dos días, hablamos de una o dos décadas. A ver si cambia.

P. ¿Cree que la sociedad conoce cómo funciona la investigación?

R. Tenemos mucho que hacer ahí y es un poco culpa de nosotros, los propios investigadores, quienes muchas veces estamos demasiado ocupados investigando como para divulgar. Yo lo hago siempre que puedo, aunque solo sea porque casi todo el dinero que manejo es dinero público y tengo la obligación de explicar a la sociedad en qué lo gasto. Por otro lado, creo que los medios cometen el error de no prestar atención a la ciencia, no hacen el esfuerzo por intentar crear una sociedad científicamente educada. Además, muchas veces, bien por falta de entendimiento o por llamar la atención, ponen titulares que crean falsas expectativas. Entonces, que la sociedad no conozca la investigación es un poco culpa de todos: del público por falta de interés, nuestra por falta de divulgación y de los medios por no tratar la ciencia más a menudo y más seriamente. Imagina que, en lugar de todos los programas basura, emitieran otros para educar científicamente a la gente. La sociedad que tendríamos de aquí a diez años sería diferente. Pero claro, eso no vende.

“Hace falta inspirar a la sociedad y tener metas difíciles”

P. ¿Considera que el científico está estereotipado?

R. Aunque no tengo una idea muy clara, sí creo que hay un cierto estereotipo, aunque no sé si es el principal problema. Hablando muchas veces con mis amigos, he visto que algunos no entienden la utilidad de ciertas investigaciones. Esto es algo que la gente tiene que saber, conocer qué beneficios traen. Ahí la prensa muchas veces falla mandando el mensaje equivocado, algo muy concreto y puntual. En EEUU hay un ejemplo muy claro, y es cuando Kennedy anunció en los años 60 que mandaría un hombre a la luna. Gracias a eso, ese país se convirtió en la primera potencia tecnológica y científica. Eso fue lo que dio lugar a que tanta gente allí quisiera dedicarse a la ciencia. Actualmente, está perdiendo su ventaja competitiva al ir limando cada vez más la importancia de la ciencia, y ahora con Trump mucho más. Entonces, no inspira a su población para que se dedique a ello, como ocurre en España, donde hace 15 años lo que la gente quería era irse a la construcción con 16 años y ganar 2.000 €, no dedicarse a la ciencia. Por ello, hace falta inspirar a la sociedad y tener metas difíciles que generen beneficios a todos los niveles.

P. Si la sociedad no conoce la investigación, ¿cree que los gobernantes tampoco?

R. Es un poco la pescadilla que se muerde la boca. Ahí yo creo que, si los gobernantes, que son la cabeza visible de la sociedad, comenzaran impulsando esto, poco a poco la sociedad iría reaccionando.

P. Incluso puede ser que los propios estudiantes tampoco sean conscientes.

R. Eso es algo que yo intento enseñarles muchas veces en la universidad. Yo mismo cuando estudiaba no sabía qué se hacía investigación a veces tan, tan buena en la Universidad de Zaragoza. Y eso es algo que veo en alumnos. Yo intento enseñarles lo que se hace aquí y que tengan opciones, que no piensen que investigar significa irse a EEUU.

P. ¿Qué opina de que generalmente se asocie la cultura con letras y raramente con ciencia y tecnología?

R. Es un tema que me enfada un poco. Por ejemplo, me enfada muchísimo cuando veo que algún famoso de estos que salen en programas de la tele se regodean de su falta de conocimiento en cosas tan básicas como podría ser el cálculo de un porcentaje. Es como regodearse en público de que no sabes leer. Nunca he visto en una entrevista sobre historia, por ejemplo, que digan que de eso no entienden nada. En entrevistas de ciencia, muchas veces. Falta aún muchísimo por hacer para que ese analfabetismo científico cambie.

P. ¿Cómo cree que se podría mejorar la cultura científica?

R. Para empezar, dedicando menos recursos a ciertas cosas y más a otras como ciencia. Por otro lado, promoviendo la buena investigación, porque algo que hacemos en investigación en España es el “café para todos”. Yo creo que habría que apostar por buena investigación, aunque no sea para todos. Esta no es una idea muy popular, pero creo que el modelo actual no funciona del todo bien. Sería necesario analizar con criterio la calidad del proyecto, premiar la excelencia. Finalmente, sería necesaria más financiación porque al final todo se reduce a dinero: puedes hacer más actos, más promoción, mejor investigación, contratar a mejores investigadores que den lugar a mejores productos, estos generar mejores noticias, más programas de televisión, etc.

Ana Belén Ropero | Profesora de nutrición y divulgadora

“EN ESPAÑA SOMOS MUY PRODUCTIVOS CON POCO DINERO”

Tras 15 años dedicada a la investigación, la denegación de dos proyectos hace a la profesora de la Universidad Miguel Hernández de Elche cambiar el rumbo hacia la divulgación científica


Ana Belén Ropero.

Hasta el año 2012 investigaba el papel de los estrógenos en la regulación de la glucosa en sangre. Sin embargo, la denegación de dos proyectos de investigación y la consecuente imposibilidad de independizarse, sumado a la influencia que tuvo un compañero, hizo que Ana Belén Ropero Lara (Ibi, Alicante, 1973) decidiera abandonar ese mundo y dedicarse a algo completamente distinto. Actualmente, la profesora de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche intenta que la sociedad aprenda a elegir lo que come.

Pregunta. ¿Qué cambios notables ha visto desde sus inicios en la investigación respecto a la situación actual?

Respuesta. Antes de la crisis era relativamente sencillo conseguir un proyecto, no necesitabas grandísimos currículums porque en España llevábamos una trayectoria ascendente en los últimos 20-30 años, estaba evolucionando e íbamos siendo más conscientes de la importancia de la investigación. Lo que sucedió es que ese aumento progresivo se vio muy afectado cuando comenzó la crisis. En mi caso, puede ser que notáramos los efectos un par de años después que el resto de sectores, pero al final nos pilló. Esa caída se ha ido acuciando más en los últimos años, lo cual ha cerrado muchas puertas. Antes había más posibilidades de crear tu propio grupo y ahora es más complicado, aunque, en realidad, no ha sido nunca sencillo.

P. Entiendo que esto afecta, sobre todo, a los jóvenes que intentan desarrollar una carrera profesional en la investigación.

R. Ahora mismo, gente muy preparada que se encuentra en el extranjero vuelve a España y se incorpora a un grupo con un contrato postdoctoral, es decir, no se independiza. Entonces, se quedan atascados sin poder pedir proyectos, pues para ello necesitas determinada posición dentro de una universidad o centro de investigación, una vinculación laboral. No te vale con tener un contrato de uno o dos años si el proyecto va a durar tres. Puesto que en este momento no se crean nuevas plazas, es muy difícil crear nuevos grupos. Además, incluso cuando llegas a una posición laboral que te permite oficialmente solicitar un proyecto, el cual fue mi caso, tampoco lo puedes tener. Una de las razones es que, si llevas una línea de investigación y quieras hacerte independiente con una parecida, el inconveniente es que te piden que sea claramente diferente de la del grupo de origen. Sin embargo, te exigen resultados previos, algo que no puedes tener si has estado haciendo otra línea de investigación. Es decir, tú no puedes pedir al jefe del grupo que te deje una partida de su dinero para hacer una línea de investigación diferente cuando él tiene que justificar en qué lo ha dedicado y cumplir con los objetivos de su línea.

“Como hay poco dinero, suben el listón y exigen mucho”

P. Parece difícil salir de esa situación.

R. Sí, el problema es que, como hay poco dinero, suben el listón y exigen mucho. La gente que se mantiene ahí es gente que lleva en el sistema varios años con una investigación consolidada. Dado que te piden resultados previos, es necesario entrar en el círculo. Lo que sucede es que, si los proyectos son para tres años, la investigación cuesta mucho de hacer. Es decir, tú no puedes esperarte a hacer tu investigación en el momento en que te dan tu proyecto. De alguna manera tienes que cubrirte las espaldas porque en ese periodo de tiempo no puedes hacer experimentos y publicar varios artículos – pueden pasar más de 6 meses desde que se envía uno hasta que se publica – para que luego te vuelvan a dar otro proyecto, es muy poco tiempo. Los proyectos a tres años son una visión muy cortoplacista de la investigación, pues esta requiere de más tiempo.

P. ¿Qué alternativas hay?

R. Lo que está permitiendo el sistema actual es que pueda haber más de un investigador principal en un grupo de investigación, lo cual favorece que esa gente tenga una posición algo mejor que postdoctoral, un poco más de relevancia. Por ejemplo, hay grupos de investigación que están formados por grupos más pequeños que sí pueden dirigir jóvenes investigadores, de modo que pueden tener más capacidad de libertad. Sin embargo, no siempre sucede eso, pues depende del investigador principal y su concepto de grupo de investigación. Llega un momento en que necesitas tener tu propia línea porque tienes tus ideas, algo lógico. Ahora mismo es imposible, el grupo tiene su financiación para su proyecto y no sobra dinero para comenzar uno aparte.

P. Tras sus estancias en el extranjero, ¿qué diferencias más destacables diría que hay respecto a la investigación en España?

R. En España somos muy productivos con poco dinero. No obstante, hay ocasiones en las que nos exigimos demasiado. En Estados Unidos, donde hay más dinero para la investigación, hay gente mala, buena y regular, igual que aquí. Pretendemos todos publicar en Nature o Science, [las dos revistas científicas con más prestigio] y eso no puede ser así. Algo distinto en EEUU es que allí tus ingresos dependen de tus proyectos, mientras que aquí tenemos nuestro sueldo. Aquí, siendo profesor, aunque no obtengas tus proyectos, sigues teniendo un sueldo. Allí está más en riesgo.

“En 2012 decidí dejar completamente la investigación”

P. ¿Ha tenido que abandonar alguna vez una línea de investigación?

R. He estado haciendo investigación durante 15 años sobre el papel de los estrógenos en la regulación de la glucosa en sangre. Hice mi tesis en la UMH, me fui tres o cuatro años fuera y en 2005 volví a España al mismo grupo de origen con un contrato postdoctoral. En el año 2011 solicité financiación en un par de ocasiones para un proyecto e independizarme del grupo. No lo conseguí, pues estábamos en plena crisis y comenzaba el “cuello de botella”. En 2012 decidí dejar completamente la investigación y ahora estoy retomando otras líneas.

P. Tras apartarse de ese camino, comienza un proyecto de divulgación científica.

R. Después de eso, comencé Badali con mi compañera del área de nutrición Marta Beltrá, un proyecto de promoción de la salud a través de una web de nutrición y una base de datos de alimentos. Esto lo hemos podido hacer con pequeñas ayudas de la UMH porque lo único que necesitamos es un ordenador y conexión a internet, aunque eventualmente también vamos a reconducirlo a la investigación. Además, nos han ayudado compañeros y estudiantes. Estamos intentado conseguir financiación, pero si no lo conseguimos, el proyecto puede seguir adelante, más lentamente, pero sale.

Marta Beltrá y Ana Belén Ropero. Fotografía de Belén Pardos.

P. ¿Cómo comienza a interesarse por la divulgación?

R. Esto de dejar una vía profesional y tomar otra no es algo que se haga a la ligera. Yo tenía un compañero que hacía y hace cosas de divulgación, Ernesto Caballero, quien me metió en este mundo. Estoy muy agradecida, puesto que gracias a ello descubrí que me gustaba divulgar. Cuando no me aceptaban los proyectos, vi que podía ser una opción hacia la que dirigir mi carrera profesional y, además, necesaria para la propia ciencia y la investigación.

P. Ahora que la conoce más a fondo, ¿cómo ve la situación actual de la divulgación científica?

R. Actualmente hay mucho movimiento, pero es un saco muy grande donde se incluyen actividades diversas que creo hay que ir trabajando. En algún momento habrá que pararse a pensar en qué es realmente la divulgación y qué es lo que queremos divulgar. Para ello, tiene que haber un reconocimiento de las instituciones y la sociedad para que podamos replantear qué vamos a divulgar. Además, científicos y periodistas tenemos que trabajar de la mano.

“La sociedad no conoce lo que hacemos, con lo cual los gobernantes tampoco”

P. ¿Cree que la sociedad conoce cómo funciona la investigación?

R. Conforme comencé a meterme en este mundo, me iba dando cuenta de que esos problemas que teníamos en investigación tras las crisis eran porque realmente la sociedad no sabe lo que hacemos, con lo cual los gobernantes tampoco. De hecho, durante todo el tiempo que estuve en la investigación a mi madre no pude contarle lo que estaba haciendo porque no lo iba a entender. Pero, ¿el problema era de mi madre o mío por no saber explicárselo?

P. ¿Qué opinión le merecen las noticias científicas en medios generalistas?

R. Revistas muy prestigiosas como Science cuentan con gabinetes de prensa que elaboran noticias que se entienden con facilidad y que los periodistas utilizan. Pero, ¿esas noticias son para la sociedad o para el ámbito científico? Yo creo que para este segundo. En muchas ocasiones, nos encontramos que un medio audiovisual tiene que contar en 30 segundos de qué ha tratado un artículo científico. A mí eso no me gusta porque no puedes coger un trabajo de investigación y en tan poco tiempo mostrárselo a gente que no tiene la suficiente cultura científica como para valorarlo. Generalmente, los resultados de una investigación son algo muy puntual, es decir, han tenido lugar en una situación concreta y con una serie de factores específicos. Sin embargo, los medios lo intentan extrapolar, lo cual es un error. No puede ser que pretendamos presentar a la sociedad un trabajo de investigación como algo concluyente. La investigación raramente nos puede dar esa respuesta rápida o ese titular que nos llame mucho la atención. Opino que ahí lo estamos haciendo mal tanto científicos como periodistas.

P. ¿Qué propondría para solucionar esto?

R. Se tiene que formar a la gente mediante divulgación científica, fuera de medios generalistas y sobre temas que ya estén muy afianzados y estudiados. Es decir, hasta que muchos grupos de investigación no se han puesto de acuerdo en unos resultados y coinciden, uno no puede decirle a la sociedad que eso es totalmente cierto. Y esto hay que hacerlo sin prisa. La comunicación científica requiere de tiempo para que salga bien. Los científicos tenemos que aceptarla, pues es parte de nuestro trabajo y se lo debemos a la sociedad. Además, hay que fomentar la actitud crítica desde pequeños para que, teniendo tú la información, seas capaz de valorarla y decidir. Sin embargo, me da la sensación de que hoy en día no la tenemos, ni en nutrición ni en nada. Y esa información tiene que venir de la investigación y la ciencia, sacarla del laboratorio, lo cual es complicadísimo.

P. Usted divulga a través de un blog, pero, ¿qué medio considera más adecuado para hacerlo?

R. La divulgación puede consistir desde la difusión de un artículo que se acaba de publicar, hasta cosas que se saben desde hace muchos años, algo común en nutrición y lo cual practicamos en Badali. Esto se puede hacer a través de muchos canales, como puede ser internet, donde gran parte de la información que se encuentra no tiene base ninguna y donde normalmente no se incluyen referencias. Otra opción son los eventos, tales como ferias. A este respecto, la ciencia corre un peligro importante, sobre todo en nutrición. Y es que, para llevar a cabo esas ferias, se necesita de una financiación que las instituciones públicas no tienen, por lo que en la actualidad se acude mucho a patrocinadores, que obviamente no ven con buenos ojos la crítica a sus productos. Mi opinión es que la divulgación hay que hacerla desde entidades institucionales. Una muy buena idea es a través de las Unidades de Cultura Científica.

P. ¿Cree que la profesión del científico está muy estereotipada?

R. Yo creo que sí, la gente no conoce cómo somos, por eso nos valora tanto, nos cree gente de mucho estudio. Pero nosotros somos personas normales que tienen características peculiares igual que las pueden tener periodistas o gente de cualquier profesión. Me gustaría que la gente realmente entendiera cómo funciona la investigación, algo complicado porque requiere de mucho tiempo.

“La investigación es muy exigente, requiere de mucho tiempo y es muy dura”

P. ¿Estos estereotipos afectan también a los investigadores?

R. Por mi experiencia personal, creo que sí. Los referentes que nosotros tenemos son gente excepcional. No solo por ser muy buenos, sino también porque hicieron de la ciencia su modo de vida. Para nosotros nuestro español en ciencias de la salud es Ramón y Cajal, un señor especial que dedicó su vida a esto. Y luego, para las mujeres, Marie Curie. Pero claro, son excepciones. Muchas veces te encuentras que los jóvenes que quieren iniciarse entran con la visión que tiene la sociedad, es decir, el estereotipo de que esta profesión es especial, lo que supone una idealización. Reconozco que yo tenía esa visión, pero con el tiempo va cambiando La investigación es muy exigente, requiere de mucho tiempo y es muy dura. Las personas vamos evolucionando y nos damos cuenta de que no hay que vivir encerrada en tu laboratorio, sino que también tienes que responder a la sociedad, tienes una vida personal…

P. ¿Cómo ve la situación de la mujer en la ciencia?

R. Yo conozco mujeres que son investigadoras principales y la mayoría entra dentro de dos categorías: o bien no tienen familia o pareja, o bien la pareja se dedica a lo mismo. En los hombres no ocurre esto. Actualmente, el peso de llevar una familia todavía recae en la mujer y eso es casi imposible de compaginar con una vida dedicada a la investigación, a menos que tu pareja también lo haga y pueda así comprenderlo y apoyarte. Además, el sistema tampoco está preparado para eso porque solo se tienen en cuenta los 4 meses de la baja maternal, pero tras ese tiempo sigues teniendo un niño que cuidar. Muchas mujeres quieren llevar esa vida idealizada de investigador y entran en conflicto con algo que también quieren: ser madre. De hecho, yo he visto malos comportamientos de investigadores hacia mujeres cuando han visto que son ellas las que trabajan en la investigación y los maridos los que han dejado su trabajo para irse, o venir aquí, con ella. O gente que, si los dos se dedican a la ciencia, dan por hecho que es el hombre el que va a ser investigador principal, cuando en realidad es ella la mejor o la que tiene más interés.

Alberto Ruiz Jimeno | Catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear

“NUNCA HAY QUE RENDIRSE”

Tras una amplia trayectoria, el investigador de la Universidad de Cantabria fue nombrado el pasado año como el científico español más citado


Alberto Ruiz en el CERN.

Alberto Ruiz Jimeno (Logroño, 1952) colabora con el que posiblemente sea “el centro de referencia mundial en investigación científica”: la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN). Al catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Cantabria, quien forma parte de la Selección Española de Ciencia 2016, elaborada por la revista QUO cada año desde 2014, su experiencia le ha enseñado que trabajar duro tiene recompensa.

Pregunta. ¿Cuándo comienza su interés en la ciencia?

Respuesta. Desde pequeño me interesó la ciencia. La elección de la física fue consecuencia de un buen profesor en mis años previos a la universidad, que me hizo decantarme por esta disciplina.

P. Colabora con algunos de los centros de investigación más prestigiosos en el campo de la física, como son el CERN de Suiza y el Fermilab de EEUU. ¿Cómo ve la situación de la investigación española respecto a estos países?

R. El CERN es un gran centro científico al que pertenecen muchos países europeos, España entre otros. De hecho, España es uno de los países con mayor peso en el CERN y obtiene un buen retorno de su inversión en el mismo. Por ello, no hay que verlo como algo externo, sino parte nuestra, muy importante. Actualmente es, posiblemente, el centro de referencia mundial en investigación científica. Fermilab es un gran centro de investigación americano, con proyección internacional. Y hay otros en el mundo, en la misma línea. El problema en España es la inversión en I+D y en capital humano, y de forma más acusada en la empresa privada. Ahí estamos muy por debajo de otros países del CERN, como Alemania, Francia, Inglaterra o Italia.

“Los problemas se van superando con la dedicación y la perseverancia”

P. Actualmente es vicerrector de Doctorado y Relaciones Institucionales de la Universidad de Cantabria, catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear de esta misma institución, coordinador de la Red Temática Nacional de Futuros Aceleradores, y un largo etcétera. ¿Ha sido difícil llegar a donde está? ¿A qué tipo de problemas ha tenido que hacer frente desde que comenzó en la investigación?

R. He tenido que trabajar con mucho tesón y a la vez entusiasmo, porque siempre he creído en lo que hacía. Los cargos vienen dados, son un servicio que me han solicitado y estoy encantado de poder darlo, pero mi mayor vocación ha sido como científico de base, mientras he podido. Los problemas se van superando con la dedicación y la perseverancia, nunca hay que rendirse. De hecho, lograr un puesto permanente en la universidad era muy difícil cuando yo terminé el doctorado, como lo es ahora mismo, pero finalmente llegó.

“El problema que tenemos en España es que se dedica muy poco presupuesto a I+D”

P. Tras una amplia trayectoria durante la cual ha sido coautor de más de 1.000 artículos científicos y en la que ha acabado siendo nombrado el científico español más citado, ¿qué diferencias más destacables nota desde sus primeros proyectos a los últimos?

R. La ciencia en España ha avanzado muchísimo, gracias al interés de los propios científicos, su internacionalización y su dedicación. El nivel de preparación de los jóvenes es muy competitivo en el panorama internacional. Yo creo que el avance significativo se realizó en los años 80 del pasado siglo, gracias a una política de fomento de la calidad y de la movilidad. No obstante, el problema que tenemos en España, como ya he dicho, es que se dedica muy poco presupuesto a I+D, sobre todo en los niveles más altos del Gobierno. A nivel de Secretaría de Estado hay muy buenas intenciones y dedicación, pero no parece que haya suficiente interés en niveles superiores. Además, un Ministerio de Ciencia sería muy aconsejable, aunque no es suficiente con tener un Ministerio, sino que la I+D se considere realmente como inversión y no como gasto. Esto nos hace ser menos competitivos que otros países europeos. La sociedad aprecia a los científicos, pero los gobernantes no tienen una conciencia clara de la importancia de la investigación científica, tanto básica como aplicada. Además, hay muy poca I+D en la empresa privada [Aquí el Informe Cotec 2016 sobre innovación en España]. Eso es un gran problema a superar, si queremos estar en primera línea de los países industrializados y avanzados.

El investigador firmando la camiseta de la Selección Española de Ciencia 2016. Fotografía aportada por Alberto Ruiz.

P. Desde su punto de vista, ¿conoce la sociedad española en qué consiste la investigación?

R. No lo conoce suficientemente, pero se está realizando una gran labor de difusión en los últimos años, que está teniendo un alcance importante en la sociedad. Por ejemplo, se ha notado últimamente un incremento notable en el número de estudiantes que se matriculan en las carreras de física en España. Esta labor de transferencia a la Sociedad es parte de nuestra obligación como científicos.

P. ¿Cree que la profesión investigadora está estereotipada?

R. Cada vez menos, pero aún queda mucho camino por recorrer.

P. Teniendo en cuenta las cuestiones anteriores, ¿qué importancia atribuye a la divulgación científica?

R. Es fundamental. Hay que mostrar lo que hacemos a la sociedad en la que estamos y que nos financia nuestras investigaciones. Sin embargo, los comunicadores profesionales también deben trabajar en esta dirección, con mayor preparación y dedicación.

P. En ocasiones nos podemos encontrar en los diarios noticias científicas con titulares llamativos, que pueden confundir al lector y dar falsas esperanzas. ¿Qué opina al respecto?, ¿quién o quiénes son los culpables y cuál sería la solución?

R. En parte se debe a la pobre formación científica de los propios comunicadores. Pero también es debido a veces a los propios científicos que no saben expresarse adecuadamente. Hay que trabajar en equipo para lograr que las noticias sean realistas y equilibradas.

“Cada vez hacemos más Gran Ciencia”

P. ¿Qué opina de que generalmente se asocie la cultura con letras y raramente con ciencia y tecnología?

R. La cultura es cultura, no tiene sentido restringir la cultura a las humanidades, como no tiene sentido hablar de ciencia sin las consideraciones filosóficas que acompañan a las grandes teorías científicas. La Cultura, con letras mayúsculas, implica conocimiento y transmitirlo es cultura. Si miramos al pasado, la división entre científicos y humanistas no estaba muy clara. Posiblemente ahora tampoco y, de hecho, cada vez hacemos más Gran Ciencia, Industria de la Ciencia, lo que implica una gran interdisciplinariedad. El CERN es un buen ejemplo de ello, allí podemos encontrar personas de casi todas las áreas de conocimiento, trabajando conjuntamente.

P. ¿Qué propondría para mejorar el nivel de cultura científica de la población española?

R. Hay que incrementar las actividades de divulgación en los medios, las redes, los actos culturales… Hay que dotar a la sociedad de una cultura científica, que aún no existe en España.

Luisa María Botella | Investigadora en enfermedades raras

“ESTO ES IMPOSIBLE DE AGUANTAR”

La científica del Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC se empeñó en encontrar a los enfermos de Telangiectasia Hemorrágica Hereditaria, hasta que dio con ellos


Luisa María Botella.

Para Luisa María Botella Cubells (Valencia, 1959) la investigación no ha sido un camino fácil. Su trayectoria ha sido una especie de “tira y afloja” durante la cual ha tenido que hacer esfuerzos constantes por seguir con su pasión: el estudio de la enfermedad rara Telangiectasia Hemorrágica Hereditaria (HHT). Asegura que solo se siente útil para los pacientes. Para el gobierno, en su opinión, los investigadores son “un estorbo”.

Pregunta. ¿Cómo son sus comienzos en el CIB-CSIC?

Respuesta. Yo entré en el CIB-CSIC en 1989, concretamente en el departamento de Biología Celular, donde hice hasta 1995 investigación básica con insectos. En ese año, por diversas cuestiones, me vi sin proyecto, sin laboratorio y con tan solo un despacho. Hasta 1996 me dediqué a ayudar a los estudiantes que entraban a ese departamento como becarios predoctorales, figura que en este momento casi ya no se ve en el CIB. Un año más tarde, me incorporé al laboratorio del profesor Carmelo Bernabeu con un proyecto del Plan Nacional de I+D+i, junto a una de las estudiantes a las que estuve ayudando. El paso fundamental fue que pasé de una investigación en un modelo de insectos a modelos humanos. Fue entonces cuando comencé a estudiar la endoglina, aunque por aquel entonces no sabía que mutaciones en esta proteína eran responsables de la aparición de la enfermedad rara Telangiectasia Hemorrágica Hereditaria (HHT). Eso lo descubrí revisando la literatura científica en 2001.

P. ¿Es entonces cuando comienza a interesarse por esta enfermedad?

R. En ese momento me entró la curiosidad por conocerla. Ese mismo año fui con mi jefe a un congreso mundial sobre HHT y vi que, salvo cuatro o cinco grupos de investigación, la mayoría de los presentes eran médicos exponiendo los síntomas de la enfermedad. Nosotros no la investigábamos aún y para mí aquello supuso un antes y un después. Me empeñé en conocer dónde estaban los pacientes de HHT, quién los atendía y si se hacía algún tipo de diagnóstico. Mi jefe me recomendó que no me metiera en eso porque, al tratarse de una enfermedad rara, era difícil encontrar hospitales que colaboraran, además de que por aquella época había poca financiación para su estudio. Tras mucho insistir, me propuso buscar médicos que conocieran algún enfermo en España e intentar hacer un esbozo de proyecto conjunto.

P. ¿Da al final con un médico interesado?

R. Sí, a un médico cántabro le encantó mi proyecto y, como la HHT afecta a muchos órganos, me puso en contacto con dos médicos de medicina interna. Fue un proyecto que pidió mi jefe al Fondo de Investigación Sanitaria, una de las dos fuentes que había junto con el Plan Nacional de I+D+i. Como aún no eran incompatibles, él tuvo su proyecto con una fuente de financiación y yo el mío con otra.

P. A partir de ahí comienza la investigación.

R. El Hospital de Sierrallana en Torrelavega (Cantabria), que fue nombrado en 2003 como hospital de referencia español por la HHT International Foundation, nos mandaba las muestras de sangre de los pacientes para hacer el diagnóstico genético. Para ello contamos con una becaria, África Fernández. Aunque en 2005 se acabó el proyecto, conseguimos otros dos: uno del Plan Nacional de I+D+i y otro de la Fundación Ramón Areces, gracias a lo cual pude contratar a otra becaria para que hiciera su tesis, Virginia Albiñana. Además, el grupo entró a formar parte de los Centros de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER), creados en 2006, donde nos concedieron otros dos contratos. Fue la época dorada del laboratorio.

P. ¿Surgen complicaciones?

R. A finales de 2010 finalizó el proyecto de la Fundación Ramón Areces. Ese mismo año, debido a la crisis y los recortes, CIBERER no renovó el contrato a Lucía Recio, ayudante de laboratorio. Sin embargo, con el dinero que había para investigar la volví a contratar hasta finales de 2011, cuando finalizaba mi proyecto oficial. Mientras tanto, África acabó su tesis y a Virginia se le acabó la beca. Con lo cual, me vi sin dinero, sin proyecto y sola con María Luisa Ojeda, la otra plaza de contrato CIBERER que había quedado. Entonces, pensamos en financiación privada y se me ocurrió que una posibilidad podía ser participar en algún concurso de televisión.

“Una emisora de radio me facilitó hacer el casting de Atrapa un millón”

P. Al final, acaba yendo a uno.

R. En febrero de 2012, con motivo del día de las enfermedades raras, los medios de comunicación dieron bastante difusión. En una de las entrevistas por radio les comenté mi situación y les dije que estaría dispuesta a cualquier cosa para conseguir dinero. Otra emisora de radio me tomó la palabra y me facilitó hacer el casting de Atrapa un Millón, concurso de Antena3. Lo pasé y en junio fui con mi hermano. Ganamos 15.000 € y los 12.000 € que nos quedaron tras lo que se llevó hacienda los donamos a la Asociación de Pacientes de HHT, creada en 2005, aunque para mantener a una ayudante de laboratorio se necesitan 19.000 €. Sin embargo, esa fue la semilla que nos animó a hacer más cosas para volver a contratar a Lucía, algo que finalmente hicimos en octubre de 2012.

P. También participa en una campaña de difusión con la Asociación.

R. Sí, gracias a lo cual conseguimos tres ayudas importantes: 25.000 € de una señora que quiso permanecer en el anonimato, 50.000 € de la Fundación Heres y 20.000 € de la Organización de Estados Iberoamericanos, la cual puso la condición de que la mitad se invirtiera en hacer diagnósticos genéticos de gente de Iberoamérica, donde no se hacían todavía. Todo eso hizo que la Asociación tuviera un dinero y se plantease mantener a Lucía y contratar a tiempo parcial a otro investigador.

P. ¿Cuánta gente tiene actualmente con usted en el laboratorio?

R. A principios de 2013, gracias a la tesis doctoral de Virginia sobre posibles remedios terapéuticos para los pacientes de HHT, la vicepresidenta de la Alianza von Hippel-Lindau, asociación de otra enfermedad rara, me contactó para saber si una de esas terapias se podía aplicar para sus pacientes. Le dije que pensaba que sí y nos dieron un proyecto para abordar una terapia para esta segunda enfermedad. Con ese dinero contratamos a tiempo parcial a Virginia, y la otra media jornada se la pagaba la Asociación de HHT. De esta manera, recuperamos el laboratorio y así es como lo tengo hoy en día: Virginia, quien investiga ambas enfermedades, es contratada por CIBERER, Lucía por la Asociación de HHT y yo investigadora del CSIC. De vez en cuando, también tenemos estudiantes con proyectos fin de carrera y de máster.

De izq. a derecha: Virginia Albiñana, Luisa María Botella, María Luisa Ojeda y Lucía Recio. Fotografía aportada por Luisa María Botella

“El trámite burocrático para pedir proyectos se ha multiplicado por diez desde que entré en el CSIC”

P. ¿Qué cambios más notables ha visto desde sus inicios en la investigación respecto a la situación actual?

R. El trámite burocrático para pedir proyectos se ha multiplicado por diez desde que yo entré en el CSIC, te piden justificaciones continuamente, informes, etc. En mis comienzos, mi jefe pedía proyectos con tranquilidad y sin agobios, no como hoy en día. Además, ahora para pedir un proyecto te piden resultados previos, tesis doctorales dirigidas, proyectos propios y experiencia. Y si acabas de solicitarlo, ¿cómo vas a tener resultados previos? Es la pescadilla que se muerde la cola. En mi caso fue distinto porque cuando entré yo no era el jefe. Sin embargo, los que vienen de EEUU con publicaciones en las mejores revistas del mundo y con una cierta edad (hoy los que entran y quieren tener su propio grupo ya tienen más de 40 años), cuando se encuentran sin nada yo creo que les dan ganas de volverse. O tienes mucha necesidad de venir a España y vocación por ser investigador en este país, o no vienes porque es imposible.

P. Estuvo en la Universidad de Lund (Suecia) de 1986 a 1987, ¿qué diferencias más destacables diría que hay entre la investigación en España y en el extranjero?

R. Cuando volví a España noté enseguida una depresión post-estancia postdoctoral, lo cual pasa a todos. Un investigador español, fuera (en países occidentales desarrollados) tiene todas las posibilidades y técnicas más novedosas, además de presupuesto suficiente para poner en marcha sus propias ideas. Esto aquí no era así, no se utilizaban esas técnicas, no teníamos muchos aparatos, no había tanto dinero… En ese momento piensas que te tienes que olvidar de parte de lo que has aprendido para adaptarte a las posibilidades de aquí. Te ves un poco limitada y decepcionada. En otros países como EEUU, Inglaterra o Francia, sacas una plaza y te dan una financiación base para amueblar tu laboratorio y tener personal. Aquí, de partida, no tienes nada.

P. ¿Cree que la sociedad conoce cómo funciona la investigación?

R. No. De hecho, los que más podrían conocerlo, los estudiantes que están acabando, no tienen ni idea de lo difícil que es este mundo y de que hoy por hoy no van a poder quedarse en este país. Tampoco saben hasta el último año que, si quieren hacer tesis en España, van a necesitar una media de sobresaliente en la carrera para optar a beca, ya que dan muy pocas. Si lo hubieran sabido, se les hubiera creado desde el principio un estrés por sacar esa nota de corte, la cual actualmente está en un 8,8. En biología, como no tengas eso, no puedes hacer la tesis.

P. En su caso, ¿sabía en qué consistía antes de empezar?

R. No, yo tampoco lo sabía. Sabía que era muy dura, que hay que dedicarle mucho tiempo y sacrificar tu vida personal, y así lo hice hasta que volví a España. Sin embargo, ni siquiera entonces lo sabía, puesto que yo no tenía que conseguir el dinero, sino mi jefe. Yo me preocupaba de hacer experimentos. Lo peor viene cuando tú eres el responsable de laboratorio y tienes que encargarte de hacer el proyecto, de las ideas, de dirigir a los demás y, además, de captar fondos para mantener un equipo. Ahí es donde hoy en día tropezamos. Crear un grupo supone tener mucha experiencia y un CV espectacular.

P. ¿Cree que la profesión científica está estereotipada por parte de la sociedad?

R. Hay dos tipos de estereotipos en la actualidad: el del científico raro que huye de la sociedad y está en su mundo con sus ideas; y el del científico muy inteligente capaz de hacer milagros. Ambos son erróneos, aunque sí es cierto que, si quieres ser científico a largo plazo, tienes que dedicar gran parte de tu tiempo y tu vida personal, lo cual hace que los científicos a veces seamos personas un poco introvertidas.

“La vocación por las enfermedades raras me entró siendo ya madura, si fuera más joven seguro que me voy”

P. ¿Cómo ve la situación de la investigación en España en la actualidad?

R. Yo diría que España, y lo siento por decirlo, no es un país en donde puedas desarrollar tu carrera investigadora. Los españoles son muy buenos científicos. Somos imaginativos, somos creativos, tenemos voluntad, inteligencia y nos arriesgamos donde otros igual tiran la toalla. Sin embargo, España es un país de turismo hoy en día, no de ciencia. Es así de duro. A mí, la vocación por las enfermedades raras me entró siendo ya madura, si fuera más joven seguro que me voy. Esto es imposible de aguantar, te deprimes, te afecta a la salud física y psíquica y sientes que para el gobierno no sirves para nada, que eres un estorbo y que les gustaría quitarse la poca inversión que hacen en ciencia y dedicarlo a otra cosa. Solo me siento útil para los pacientes.

P. ¿Considera que los gobernantes conocen la investigación?

R. No tienen ni idea, eso es lo malo. Desde 2011 no tenemos ni ministerio, estamos en el de Economía, lo que indica que lo que van a intentar es recortar todo lo que puedan y dar lo mínimo posible para investigar. Otro ministerio importante que tenemos para la investigación es el de Sanidad y los que están arriba tienen un perfil de políticos, no son ni médicos ni investigadores, entonces no tienen ni idea de nada. Así no vamos bien.

P. ¿Qué papel juega aquí la divulgación científica?

R. La importancia es total y completa. En mi caso, hasta que no llegó la Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER) y empezó a hacer difusión, nadie sabía en España lo que eran, nadie donaba dinero. FEDER, que se creó en 1999, firmó compromisos con el gobierno en 2006 y ha ido ganando una serie de derechos y la posibilidad de entrevistarse con el Ministerio de Sanidad, de tener acceso a fundaciones de bancos y comercios para que donen dinero. Esto ha sido gracias a la campaña de difusión. Si no fuera por esto, estaríamos estancados.

P. ¿Qué opinión le merecen las noticias científicas en medios generalistas?

R. En general, las noticias las veo mal llevadas. Se encarga a periodistas no especializados realizar reportajes de temas que desconocen por completo. La culpa es doble: periodistas no especializados y científicos con afán de notoriedad y repercusión. Ambos, juntos, pueden crear falsas expectativas a través de noticias que dan lugar a engaño.

P. ¿Qué propondría para solucionar esto?

R. Me gustaría que hubiera más periodistas especializados, que trabajasen en contacto con centros de investigación y así, conocer qué puede tener relevancia para la sociedad, cuándo contarlo y cómo. También me gustaría que los científicos fuéramos más realistas y supiéramos reconocer las limitaciones de nuestras investigaciones, estar seguros de los resultados antes de dar difusión. Creo que a todo científico le gusta difundir sus investigaciones, no solo en revistas especializadas, sino también en medios generalistas y que la sociedad las conozca.

P. ¿Cómo ve la situación actual de la mujer en esta profesión?

R. Aún hoy en día vemos que, aunque hay más estudiantes mujeres, a partir de ahí quedan frenadas debido al rol que la sociedad asocia a la mujer. Y si te tienes que marchar, frente a la disyuntiva de irte sola sin tu pareja y continuar en la investigación, o dejar esta y continuar con tu pareja en España, muchas veces la mujer elige la segunda opción. Hay mujeres que sí han llegado a altos puestos, muchas de las cuales no han sido madres o han tenido que sacrificar a la familia. En mi caso, he estado soltera y tengo un hijo adoptado. Al dedicarme a la ciencia mi vida personal se ha visto mermada. Y pasa con la mayoría. El problema es que la ciencia es muy esclava, llegas a casa y tampoco desconectas. Esto afecta tanto a hombres como mujeres.

Sebastián Pérez. De planetas y charangos

Aunque en esa época todavía no entendía muy bien el lenguaje del arte, le invitaron a componer la música de una obra de Shakespeare.

–En Oxford, una compañía de teatro que quiere hacer Sueño de una noche de verano, me pide a mí que haga la música: un astrónomo que toca charango.

Y aunque fue como llevar a Shakespeare a los Andes, funcionó tan bien, que le invitaron a ser parte de la obra, con música en vivo y siendo él uno de los actores. Un actor que se iba de repente a un lado para tocar, pero siempre en el escenario. Y así hicieron dieciséis presentaciones en el castillo de Oxford.

Sebastián Pérez tocaba varios instrumentos y estudiaba la física de acreción de agujeros negros. Fueron los años en que este astrofísico chileno vivió en Inglaterra.

Primer piso. Segundo piso. ¿Té o café? De vuelta al primer piso. En la biblioteca, Sebastián Pérez me explica que, en el siglo XIX, el presidente Montt donó textos de astronomía valiosísimos al Observatorio Astronómico Nacional de Cerro Calán. Hoy el observatorio es parte de la Universidad de Chile, y en él tienen su oficina Sebastián Pérez y sus colegas del Núcleo Milenio de Discos Protoplanetarios.

La iniciativa científica Milenio es un sistema de financiamiento para grupos de investigación, que incluye una pequeña parte de divulgación. El núcleo milenio de discos protoplanetarios existe desde 2011.

–Yo me vine porque Simón [el director del núcleo], me invitó a unirme en el año 2011, y apenas llegué, Simón me planteó: “Oye, en el núcleo milenio quieren que hagamos divulgación. Y a mí me interesa mucho, pero creo que tú podrías hacerlo mejor. ¿Por qué no te encargas de esa parte?”; así que me empecé a meter más en el tema de la divulgación. Yo feliz, pero eso sí, es duro, porque es algo aparte. No puedo dejar de investigar por hacer divulgación científica. Tienen que ir las dos de la mano.

La experiencia ha sido, pese a todo, muy buena. Lo que le interesa a Sebastián Pérez es explorar distintos puentes y convergencias con otros sectores sociales. Dialogar con el arte ha sido, para él, muy interesante. A veces frustrante. A veces muy enriquecedor.

–Déjame mostrarte el libro que escribí de divulgación. Es una novela para niños, de nueve años en adelante. En diciembre se agotó, pero va a salir la segunda edición super pronto.

Sebastián Pérez nos muestra un libro, “Bitácora planetaria. Cazadores de eclipses”, donde literatura, astronomía e ilustración convergen a manos de Sebastián Pérez, Valentina Pérez, Daniel Albornoz y Amanda Sepúlveda.

–Cada capítulo de la historia de aventuras toca ciertos temas científicos. No sólo astronomía. También geología, paleontología, pero principalmente astronomía. Cosmovisión, también. Y de las conversaciones con la ilustradora, mientras yo le contaba los capítulos, ella creaba estas ilustraciones que eran… yo las encuentro maravillosas porque no es que sean una representación, sino que suman contenido. Son ilustraciones realmente maravillosas. Toda la novela es superverosímil, pero aun así permite un poco de exploración onírica y fantasía. Pero sí es verosímil. Y las ilustraciones son realmente maravillosas.

Lo que intentan los autores con esta novela es motivar y suplir la falencia que existe en la educación primaria y secundaria.

–Lo que te pasan en el colegio de astronomía son las estaciones del año, la rotación de la tierra, la traslación de la tierra, cosas que son conocimientos generales de astronomía antigua. No es para nada lo que es la astronomía hoy día. Y nosotros hoy estudiamos otro tipo de cosas. Mira, te voy a mostrar: la historia parte en ALMA, con las antenas, en el norte. Y en cómo el desierto de Atacama no está solo vinculado a la observación astronómica, sino también a la paleontología del sistema solar: muchos de los meteoritos que se estudian se encuentran ahí, en esta cama roja de roca.

Durante su segundo año en Inglaterra, Sebastián Pérez no quería seguir con su doctorado.

–Estaba estudiando la física de acreción de agujeros negros, que nacieron a partir de una estrella grandota. No tiene ninguna aplicación… Yo sentía que no tenía ningún aporte social, nada. Veía que en Chile estaba todo el movimiento estudiantil luchando por una educación gratuita y de calidad, y yo preocupado de los hoyos negros, en Inglaterra, donde nadie me necesitaba. Tuve una crisis absoluta. Y bueno, fui donde mi profesora, mi supervisora de doctorado, y le conté esto. Y ella me dijo: “Ya, tienes un punto. Pero de lo que tú no te has dado cuenta es que la astronomía es muy cercana a la gente. Que lo que nosotros estudiamos, el cielo, es el mismo para todos. Que es muy transversal, que es muy horizontal. Y sacando tu doctorado, terminando tu investigación en astronomía, en astrofísica, tú vas a estar en una situación privilegiada para poder aportar de una manera diferente y más potente.”

Él no quedó contento con esto y armó junto a ella un proyecto científico. No de divulgación científica, no de educación, sino de ciencia, pero con un impacto social muy grande. Lo llamaron Global Jet Watch Project.

–Estos agujeros negros varían en escalas de tiempo muy cortitas: horas, días. Entonces, para poder monitorearlos, para saber qué es lo que está sucediendo y cuáles son los procesos físicos importantes, debemos tener observaciones astronómicas todo el tiempo. No podemos observar un par de días en un telescopio acá en Chile, o en Estados Unidos, y con esos datos entender qué es lo que está sucediendo. Necesitamos un monitoreo más constante. Necesitábamos telescopios que estuviesen distribuidos a lo largo del globo. Porque puedes observar una noche completa, pero luego aparece el sol, y tienes que cerrar tu observatorio y te perdiste doce horas de información. Y al otro día, miras y todo cambió, y no sabes cómo seguirle nada. Así de complejos son estos objetos. Entonces lo que hicimos fue empezar a pedir plata.

Su supervisora, la astrofísica Katherine Blundell, logró juntar mucho dinero de particulares y fundaciones en Oxford, y organizaron este proyecto que consistió en instalar cuatro telescopios a lo largo del globo en distintos países: Australia, India, Sudáfrica y Chile. De este modo lograron tener una red de observación más constante puesto que al menos uno de los cuatro telescopios se encuentra siempre en horario nocturno. Los telescopios se instalaron principalmente en colegios donde hay niñas, para tratar de promover la inclusión de la mujer en la ciencia a través de un proyecto real de colaboración.

–Nosotros no les estamos regalando, a estas estudiantes de colegio, un telescopio para que jueguen, sino que estamos pidiéndoles ayuda. Necesitamos que ellas realicen las observaciones astronómicas, que participen en el proceso. Nosotros, como universidad, les entregamos el telescopio, el material, el apoyo técnico, pero ellas tienen que hacer las observaciones. Entonces se vuelve una colaboración, no es un proyecto asistencialista que viene a entregarle un telescopio a un pueblo pequeño en medio de la nada. El telescopio en la India está en un pueblo muy remoto, rural, en un colegio de seiscientos alumnos, super pobre, pero los cabros son muy inteligentes.

Global Jet Watch Project no es un proyecto meramente social, sino una colaboración científica. Para Sebastián Pérez, asegurar una continuidad no pasa por entregar a los niños una experiencia y luego irse. En cambio, decirles “trabajemos juntos” tiene un efecto mucho mayor.

Aunque Sebastián Pérez se desvinculó del proyecto después de participar en él durante casi cinco años, Global Jet Watch Project sigue en marcha.

–Esto es una estrella joven que está haciendo cosas muy extrañas. Esto son discos protoplanetarios. Y aquí buscamos estrellas gigantes alrededor de las cuales se están formando lunas. Este es el proyecto más importante que tengo, que trata de detectar un planeta en formación. Porque se han detectado miles de planetas ya formados, de exoplanetas, pero no en el momento en el cual se formaron. Y ese es el momento en el que está la física que nosotros queremos analizar. Este proyecto es para eso.

Sebastián Pérez navega en su cuenta del sitio web de ALMA, el radiotelescopio internacional ubicado en el desierto de Atacama. Nos muestra los distintos proyectos para los cuáles él es Investigador Principal (IP). ALMA es su observatorio favorito.

Alrededor de las estrellas nuevas se forman los discos protoplanetarios, donde los científicos creen que se están formando los planetas. Pero esos planetas no se han descubierto, nunca se han detectado directamente. Ahí es donde entra Sebastián Pérez con sus modelos. Con simulaciones hidrodinámicas, Sebastián Pérez empezó a dar formas a los surcos de los discos protoplanetarios, a causa de planetas que van creciendo. Son simulaciones de cómo ALMA debería ver ese mismo escenario. Y lo que ve es un patrón de mariposa multicolor.

–Lo interesante de esta propuesta es que nace de la teoría. Hay en Chile astrónomos que hacen modelamiento y teoría, pero son los menos. La mayoría son observadores. Yo trato de jugar los dos roles. Siempre como tratando de meterme entremedio de dos cosas.

–¿Eres la bisagra?

–¡La bisagra! ¡Qué buena! Es muy importante ser bisagra, sí. Estudio la formación de planetas haciendo simulaciones que inspiren observaciones.

Hay registros. Desde sus nueve años hay registros en su cuaderno de observaciones astronómicas: Sebastián Pérez, el niño, escribió que quería ser astrónomo. A esa edad empezó a hacer observaciones astronómicas. Primero solo, a vista desnuda. Y luego con binoculares. Nunca tuvo telescopio. Dice que nunca fue de tener telescopio.

Sebastián Pérez, el niño, conocía el cielo nocturno del hemisferio Sur al derecho y al revés. Luego se empezó a interesar por la física, la geología, la química, … y la astronomía, que lo engloba todo.

Rafael Yuste, neurocientífico español, ideólogo y líder del proyecto BRAIN, explicaba en una entrevista que el primer paso para empezar a comprender cómo funciona el cerebro humano, es desarrollar la tecnología capaz de “leerlo”. Recurría a una analogía: si lo que ocurre en el cerebro es una película en alta definición, actualmente solo somos capaces de captar uno o dos píxeles, por lo que estamos lejos de enterarnos de qué va la película.

–¿Cuán similar es la situación en la astronomía? ¿Sabéis de qué va la película?

–¡Uf, qué buena pregunta! No, no sabemos de qué trata la película. O sea, tenemos nociones. No sé si se ven más de dos píxeles, la verdad. Porque las observaciones que hacemos desde la Tierra, las hacemos a través de ventanitas del espectro electromagnético, verdaderas rendijas por donde la luz logra pasar sin ser absorbida por moléculas de la atmósfera. Esa luz es información, es nuestra manera tradicional de escuchar al Universo. Como mucho se pierde, hay mucho de la película que no vemos.  Y al mismo tiempo sucede que la película que estamos tratando de revelar sucedió muy lejos y hace mucho tiempo. El laboratorio de investigación del astrónomo puede ser muy lejano: está detrás de galaxias, de nubes moleculares, de nebulosas, de un montón de cosas que cuesta mucho estudiar. Y las escalas de tiempo de evolución de los sistemas planetarios… Estamos hablando de cientos de miles a millones de años. Entonces, me parece que vemos mucho menos que dos píxeles de la película. Tienes toda la película, y nosotros vemos un pedacito de la película a un par de píxeles. Y no vemos el resto de la película, porque el resto de la película sucede muy lento. Con un filtro encima, más encima. ¡Con gente tapándote en el cine! Y muy difícilmente veremos el final.

Pero con esos dos píxeles de una secuencia mínima de la película del universo, los científicos han hecho maravillas. Especialmente con ALMA, que abre la ventana de la luz que vibra y tiene su longitud de onda alrededor del milímetro. Una ventana que se venía explorando desde hace unos años con telescopios mucho más pequeños, con los cuales se veía todo borroso, pero mostraban que había algo interesante ahí. Ahora con ALMA, que es un arreglo de antenas que lo convierten en un telescopio equivalente a uno de dieciséis kilómetros de diámetro, se pueden ver muchos más detalles de procesos que los científicos se estaban perdiendo.

AATS: Arte, Astronomía, Tecnología y Sociedad. AATS nació como la propuesta de proyección al medio externo del núcleo milenio.

–Fue algo que se le ocurrió a Olaf Peña Pastene, que es un artista medial que en ese momento estaba en el Museo de Arte Contemporáneo, y que se acercó a nosotros. Vino para acá y habló con todos nosotros. La convergencia conmigo se dio más fácil. Yo trabajé en ese proyecto con él, en el primer AATS. Luego, en el segundo AATS, pasé a ser yo el director, y él pasó a ser colaborador: nos dimos vuelta los roles. Hicimos cosas distintas, cosas nuevas. Y así, AATS sigue con vida.

El primer año hicieron una instalación inmersiva sobre el proceso de formación planetaria, donde, a través de sonidos y traducción de sonidos de simulaciones hidrodinámicas, el espectador participaba en el proceso de formación de planetas.

El segundo AATS funcionó como una incubadora de proyectos. Sucedió en el día del arte y la astronomía, en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Santiago de Chile. Llegaron cincuenta artistas y nacieron cuatro proyectos de convergencia entre arte y astronomía, que fueron presentados más tarde ese año en el MAC. En cada proyecto un grupo de artistas y un astrónomo del núcleo creaban juntos, durante un mes, una obra artística.

Este año, AATS sigue vigente en forma de concierto audiovisual, con datos astronómicos y audiovisuales en vivo.

El pasado 17 de marzo, Chile celebró el Día de la Astronomía. Sebastián Pérez lo celebró tocando una pieza compuesta para charango, basada en las leyes de conservación de la naturaleza, sus simetrías y cómo se manifiestan. Fue en el concierto Cielos de Chile.

–Conservación de momentum, conservación de momentum angular, conservación de energía… Cada una de esas leyes tiene asociada una simetría en la naturaleza. Y a partir de eso, que es fundacional de la ciencia hoy en día, creamos esta pieza musical, que no es representacional, sino que trata de entregarle al músico y a la persona que lo escucha una intuición sobre estos procesos y estas leyes de la naturaleza.

No se trata de una transducción de sonidos: tomar una señal y transformarla en un sonido de manera arbitraria. Eso sería separar el proceso creativo del fenómeno astronómico. Se trata de entender y adquirir una intuición sobre los procesos astronómicos.

–Hay cosas que me hacen sentir que estoy cayendo. Hay cosas que te hacen sentir cosas. Utilizar esos elementos musicales para entregar una experiencia en la cual esta intuición se desarrolla. No es una cosa directa, es una cosa que cuesta bastante tiempo adquirir, pero para allá vamos, en esa dirección estamos explorando.

Para lograrlo, Sebastián Pérez y la compositora Anya Yermakova trabajaron juntos en un proceso que duró casi un año.

–¿Sabes lo que pasa? Que para hacer realmente convergencia entre arte y ciencia, no basta con ir y conversar con un artista un rato. Cada uno tiene que confundir su rol, y ensuciarse las manos con lo desconocido del otro.

–¿Como tú ponerte en la posición del artista, y el artista ponerse en la posición del científico?

–Quizás más que eso. Porque pasarse de un lado a otro, no te hace encontrarte en el medio. Yo puedo ir e intentar dármelas de artista y tratar de hacer una composición musical o una instalación audiovisual, pero eso sería auténticamente una obra de arte audiovisual y/o una composición musical, no algo nuevo, distinto, que habite realmente en el medio de las dos. Para eso se requiere mucho, mucho diálogo, mucho compartir, mucho… exponerse, y mucho dejar la zona de confort y ponerse en la zona de vulnerabilidad de uno. Y eso ha sido un proceso largo y bien difícil.

Sabían que querían hacer una obra musical que no fuera representacional. Sabían que querían hacer una obra más profunda. Sabían que querían explorar, expandir esa conexión entre el arte y la ciencia. Pero no sabían por dónde empezar.

Así que empezaron a conversar. Y el punto al que llegaron, y del que partirían después, es que tanto el artista como el científico, requiere mucho de su intuición durante el proceso creativo.

–Para avanzar en la ciencia tienes que agarrar una fórmula, romperla, sacar este término de acá, dividir por tal cosa, meterle este término nuevo. Y para hacer eso tienes que adquirir una intuición. Yo no puedo agarrar la ecuación de conservación de la energía, y jugar con ella sin haber adquirido una intuición sobre cómo hacerlo. Y eso es lo mismo que hace el artista. Cuando el artista agarra un montón de técnicas, de conocimientos, y quiere hacer una obra nueva, tiene que romperla de alguna manera, tiene que jugar con eso. Y ahí está el uso de esa intuición en el proceso creativo, que yo creo que es donde las dos áreas se unen. Donde las dos áreas habitan un espacio común. Y desde ahí, tratar de crear.

–¿Y ahora vais a seguir trabajando?

–Estamos en proceso.

23 de marzo, Observatorio Nacional de Cerro Calán, Santiago de Chile.  En uno de esos días indeterminados de principio de estación, Sebastián Pérez, un astrónomo que toca charango, me invita a subir.

Sebastián Pérez, en el concierto Cielos, interpretado por la Orquesta Juvenil de Pudahuel (Chile).

 

 

 

 

 

 

 

«Los planetas terrestres se forman a partir de granos de polvo estelar»

Javier R. Goicoechea, científico titular del CSIC en el Grupo de Astrofísica Molecular.

Estudia cómo evolucionan las nubes de gas y polvo interestelar, con la esperanza de desentrañar cómo son los primeros momentos de existencia de la materia sólida en el Universo.

Javier R. Goicoechea

Goicoechea muestra los resultados de sus investigaciones en Orión, llevados a cabo con ALMA. Foto: Jorge A. Vázquez.

El Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM) parece que está, literalmente, en una zona de guerra. Se escuchan, no muy lejos, armas de fuego, algunas de repetición, disparando en el polémico campo de tiro aledaño. Es polémico porque, de hecho, a veces se escapan disparos que acaban agujereando las ventanas de alguno de los centros de investigación que allí se encuentran.

La sede del Instituto es un edificio acristalado, moderno y de aspecto frío, con muchos despachos y laboratorios, comunicados por largos pasillos. Cuando hay alguna puerta abierta se ven complicados aparatos y a científicos trabajando, solitarios. No se parece en nada a un centro de investigación biológica, en los que hay microscopios, probetas y estanterías con atractivos frascos de sustancias diversas. Los físicos trabajan delante de ordenadores en los que analizan los datos de sus investigaciones.

La sobriedad del edificio se suple por la visión de los astrofísicos, que trabajan aquí desde hace pocos años. En las paredes de los despachos cuelgan fotografías e ilustraciones que reflejan paisajes astronómicos inmensos, de miles y millones de años luz. Los astrofísicos, analizando los datos que reciben de lejanos telescopios (ellos lo llaman «reducir datos»), se adentran en el espacio tiempo, trabajando para averiguar cómo se forman las semillas de los planetas como el nuestro. Por eso, en el grupo Nanocosmos, estudian el polvo de estrellas.

Goicoechea nos recibe en su despacho, con un apretón de manos, hablando de ciencia, señalando las zonas más interesantes de la Nebulosa de Orión, en una colorida y gran fotografía que ocupa la pared. «Cuando uno se dedica al cielo profesionalmente, llegas a casa después de diez horas de trabajo y se pierde un poco el romanticismo de la noche de verano.” Esas son las palabras con las que da comienzo la entrevista.

«Los astrofísicos dicen de nosotros que hacemos química, pero la química que hacemos es más cercana a la física cuántica.»

En Nanocosmos estudian la química de las nubes interestelares. ¿Se diría que son ustedes astrofísicos o químicos?

Somos astroquímicos o astrofísicos moleculares. Nanocosmos es un equipo multidisciplinar que estudia el gas molecular y el polvo estelar en el laboratorio y en el espacio. Los astrofísicos dicen de nosotros que hacemos química, pero la química que hacemos es más cercana a la física cuántica. Es una química muy física porque necesitas conocer los procesos cuánticos fundamentales, cómo colisionan las moléculas, cómo reaccionan.

¿Cómo es la química en estas nubes tan livianas?

Echando cálculos, estas nubes son tan grandes y tan poco densas que las moléculas que las forman tardan unos quince días en encontrarse unas con otras. Estamos acostumbrados casi a contar moléculas una a una. Las escalas temporales no tienen nada que ver con la química a la que estamos acostumbrados en el laboratorio. El otro aspecto es la temperatura criogénica, porque estas nubes están a entre 10 y 100 kelvin [entre -263º C y -163º C], nada que ver con las temperaturas de la superficie de las estrellas, que son de miles de grados. Hay materia en forma de gas molecular y de granitos de polvo.

¿Cuál es la proporción entre el gas y el polvo?

En estas nubes hay aproximadamente unas cien veces más masa en forma de gas que en forma de polvo, aunque el polvo no deja de ser una componente fundamental. Los granos miden unas décimas de micras, son refractarios, con núcleos de silicatos, de hierro o de otros elementos. Los granos, aunque sean pequeñísimos, están formados por trillones de moléculas. Estos granos tan pequeños empiezan a chocar, a agregarse en los discos protoplanetarios, creciendo hasta que se convierten en asteroides y en cometas. Piensa que en este momento nos encontramos sentados sobre un planeta terrestre. Los planetas terrestres se forman a partir de granos de polvo estelar, que es lo que estamos estudiando.

¿Se podría decir que es una química que va a cámara lenta? ¿Cómo pueden hablar de observar una evolución si tardan millones de años en producirse los cambios?

A los astroquímicos nos gusta mucho esta vertiente, porque en el universo podemos esperar mucho más tiempo, ya que la vida media de una nube molecular es de millones de años. Te parece lento pero es así, y las densidades son bajas porque las nubes son muy grandes. Existen otras galaxias con otras condiciones diferentes, incluso más extremas. Lo que tienes que hacer es intentar abarcar el mayor rango de escenarios posibles. Así podemos observar un panorama de evoluciones, y vemos muchísimas galaxias en las que hay regiones que son muy jóvenes, otras regiones donde se están formando estrellas y regiones donde las estrellas ya han explotado, así que puedes crear una línea evolutiva. Todo lo que estudiamos en las nubes está íntimamente ligado con el ciclo de vida de las estrellas.

¿Cómo es la materia interestelar en estas condiciones tan frías?

Se dan las condiciones físicas y químicas para que la materia esté en forma de moléculas y no en forma atómica. En el universo frío tenemos los dos extremos. La formación de estrellas en nubes moleculares, protoestrellas y, en el otro extremo, cuando mueren después de haber vivido en la secuencia principal, que se empiezan a enfriar y se vuelven a ver en el infrarrojo lejano. Es interesante porque vemos el principio y el final de las vidas de las estrellas. Más frías en el infrarrojo, en longitudes de onda largas [menor energía], más calientes en el visible y el ultravioleta. Los humanos sólo somos sensibles a los cuerpos calientes. A longitudes de onda más largas veríamos el universo frío.

la nebulosa de orion observada en infrarrojo

Esta es la imagen infrarroja de la Nebulosa de Orión que contempló a los contertulios durante toda la entrevista, colgada en la pared del despacho de Goicoechea. Fuente de la imagen: Observatorio Europeo Austral. ESO/J. Emerson/VISTA. Acknowledgment: Cambridge Astronomical Survey Unit.

¿Considera que su ámbito de estudio es una ciencia del vacío?

Yo no utilizaría la palabra vacío, porque el vacío no existe como tal. A diferencia de las estrellas y los planetas, las nubes moleculares tienen densidades mucho más bajas que las que se pueden conseguir en las cámaras de ultra alto vacío, en el laboratorio terrestre. Estas cámaras llegan a densidades de 100.000 moléculas por centímetro cúbico, que para nosotros sería una nube densa, donde se van a formar estrellas. Estas nubes densas se forman, pensamos, por colisiones de nubes difusas, que solo tienen 100 moléculas por centímetro cúbico.

«Con ALMA, por primera vez, vamos a poder resolver estas zonas de la fotosfera de las estrellas donde creemos que se forma el polvo.»

¿Se conoce el entorno concreto en el que se forma un grano de polvo interestelar?

Sabemos que hay dos entornos para formarse, bien en las explosiones de supernova, de estrellas masivas, bien cerca de la fotosfera de estrellas de baja masa, muy evolucionadas. Pero hay muy pocas estrellas masivas. Lo que más abunda son las estrellas de baja masa, como nuestro Sol. Cuando evolucione a gigante roja, en su envoltorio de gas, se producirán unas pulsaciones, donde parece que se darán las condiciones físicas para que se formen los granos de polvo. Ahí pensamos que se forma gran parte del polvo que hay en la Galaxia.

Entonces parece que hablamos de estrellas de tipo Mira, variables pulsantes.

Todo esto lo estamos compaginando con la parte astronómica, gracias a ALMA y a su resolución angular salvaje, estudiamos por ejemplo las estrellas tipo Mira que tú has comentado. Se caracterizan porque son pulsantes, se han enrojecido y a lo largo de su vida, cuando son maduras, expulsan gran parte de su masa en forma de una envoltura circunestelar, muchísimo más grande que la estrella. El Sol morirá de esta forma, convirtiéndose en gigante roja, expulsando gran parte de su materia, con la que nos barrerá a todos.

¿Cuál es el papel de la máquina Stardust en todas estas investigaciones?

Stardust es una máquina diseñada y construida con financiación europea, dentro de lo que llamamos Nanocosmos. Con ella pretendemos simular estas capas exteriores de las estrellas evolucionadas, que son las que creemos que dominan la Galaxia, para tratar de averiguar cómo se forma el polvo y qué tipo de polvo se forma, exactamente. Queremos averiguar cómo se forman, a partir de moléculas, los granos de polvo. En el ICMM hay físicos y químicos que hacen experimentos de superficies, de nanopartículas, de ultra alto vacío. Nos hablamos muchos con estos físico-químicos porque la nuestra es una ciencia tremendamente multidisciplinar. Este es el motivo por el que hay astrofísicos aquí.

Parece el sueño de un astrofísico, Stardust es casi como meter parte de una estrella dentro de una probeta. ¿Qué potencial tendrá esta información al relacionarla con la que se obtenga con ALMA?

Con ALMA, por primera vez, vamos a poder resolver estas zonas de la fotosfera de las estrellas donde creemos que se forma el polvo de nuestra galaxia. Para ello tenemos al Grupo de Materia Circunestelar, en el que trabaja el profesor José Cernicharo, que usan las altísima sensibilidad y resolución angular de ALMA para intentar observar el borde de una estrella altísimamente evolucionada. Con ALMA observamos la emisión del gas molecular, no el polvo. Creemos que, juntando la información de las moléculas con estos elementos refractarios en fase gas, con las moléculas y los experimentos en laboratorio con la máquina Stardust, podremos entender este paso de la materia de gas a sólido.

Ya se tomaron imágenes de discos protoplanetarios, en Orión, con el telescopio espacial Hubble. ¿Qué es lo nuevo que aporta ALMA?

Hacemos espectroscopía de altísima resolución y podemos saber la composición y ver dónde están las moléculas, además de su cinemática. La línea espectral tiene una morfología que permite saber si el disco protoplanetario se está fotoevaporando, o si está sufriendo otros procesos. La nebulosa de Orión es icónica y a pesar de ello no puedes pensar que te vaya a ayudar a explicar todo. Orión es interesante porque es la región de formación de estrellas masivas más cercana que tenemos. Mientras que una estrella poco masiva como el Sol va más despacio, las estrellas masivas viven tan rápido que, cuando empiezan a iluminar su entorno en ultravioleta, continúan embebidas en la nube molecular que las vio nacer.

De esto trata, precisamanente, su último trabajo publicado en Nature.

El objetivo del estudio es averiguar cómo influye esta retroalimentación de las estrellas masivas hacia su entorno (la nube de gas molecular), para saber si su efecto es negativo, destruyendo la nube por ionización; o si es un efecto positivo, que con la radiación ultravioleta induce una serie de procesos físicos complejos, calentando el gas, aumentando su presión, comprimiéndolo y formando grumos. Este último caso es el de los escenarios de formación estelar inducida. Según una de las teorías de la formación estelar, la segunda generación de estrellas se puede formar porque una primera estrella masiva induce la formación de grumos, favoreciendo que nazca una segunda generación de estrellas poco masivas.

«Pico Veleta es de los únicos sitios donde uno se puede seguir sintiendo astrónomo»

La antena de 30 metros del IRAM en Pico Veleta, Granada,  ha tenido siempre una gran importancia en radioastronomía milimétrica. ¿Qué expectativas de futuro tiene ahora, con ALMA funcionando ya a pleno rendimiento?

Acceder a tiempo de observación con ALMA es tremendamente complicado y competitivo. ALMA está abriendo una ventana al universo frío y todos los astrofísicos en un montón de campos diferentes quieren trabajar con ALMA, por esta faceta de que la astrofísica hoy en día es multi longitud de onda. Pero solo se aceptan unas pocas propuestas. Una de las formas de ser más competitivo en la radioastronomía de ALMA, que es milimétrica y submilimétrica, y de conocer bien los procesos y escribir buenas propuestas, es acceder antes de ALMA a otros radiotelescopios milimétricos. Y el mejor radiotelescopio en ondas milimétricas es el de Pico Veleta. De hecho es una herramienta puntera en muchos campos de astrofísica molecular. Es de las pocas donde un estudiante de tesis puede puede dirigir la antena y ver a dónde está apuntando. En los nuevos telescopios espaciales, y en ALMA, es tan complicado que jamás vas a observar in situ, porque ahora te bajas un archivo y trabajas con los datos desde tu despacho.

Hay incluso una componente sentimental con la antena de Pico Veleta

Pico Veleta es de los únicos sitios donde uno se puede seguir sintiendo astrónomo,  formándose en tiempo real. Para un astrofísico es extraordinariamente placentero y muy importante. Es una forma muy buena de seguir formando a gente muy buena en milimétrica, que luego pueda competir mucho más en ALMA. Un estudiante que hace una tesis, hoy en día, no tiene por qué observar con un telescopio, por la complejidad que conlleva y los presupuestos que se manejan. Incluso en SOFIA, mucho más barato que un telescopio espacial, un vuelo de 8 horas de observación cuesta entre 150.000 y 200.000 dólares. Es tan caro que no te dejan hacer nada, aunque vayas en el vuelo. Tienes un grupo de astrónomos que está observando para ti. No pueden permitirse el lujo de que se cometa un error.

Los planes estatales de investigación científica le piden, a la ciencia, la generación de conocimiento cuyos resultados supongan avances cualitativos y significativos en el ámbito científico y tecnológico. ¿Cree que la ciencia debe servir siempre a un fin material e inmediato?

No. La ciencia y la investigación son parte del ser humano. La ciencia tiene una parte más aplicada, de conseguir cosas que le sirvan al ciudadano ahora mismo, control del tráfico, medio ambiente, qué se yo. Pero todo desarrollo intelectual necesita la investigación básica, donde uno se centra, como en nuestro caso, en problemas físico-químicos fundamentales, y eso a largo plazo siempre va a dar cosas inesperadas. Los astrónomos, sin pensar en la telefonía móvil, desarrollaron las observaciones con instrumentos electrónicos y las técnicas de CCD; y aunque la gente que invirtió en astrofísica no pensó en aplicaciones inmediatas más allá de la investigación, ahora millones de personas llevan una cámara en sus móviles. Y así en miles de campos. Limitar la ciencia a sus aplicaciones para hoy puede ser muy pobre.

Sería entonces el clásico papel de agente externo impulsor de la producción y del progreso social. ¿Puede haber ciencia solo por el placer de conocer?

Pero eso es solo para el científico. Ahora la ciencia y el conocimiento humano son tan complejos y detallados que el científico solo aporta pequeños granos de arena a una montaña colosal de conocimiento. Siempre la investigación fundamental va a ser la primera locomotora para que en años puedan surgir aplicaciones de uso mundial. ¿Por qué la gente iba a invertir en matemáticas fundamentales? Resulta que esas matemáticas ahora pueden servir para crear algoritmos de seguridad para un ordenador, etc.

Cuando Kepler estableció las leyes de movimiento de los planetas no esperaba lo que ha venido después.

Claro, Kepler no estaba pensando en satélites. Pensar que la ciencia tiene que dar dinero y patentes inmediatas es muy pobre. Los países desarrollados, no solo más ricos sino con mejor nivel de vida, son curiosamente los países que invierten más en ciencia. Por algo será también.

«Hay una diáspora española. Para gente joven que empieza ahora, es una carrera con muchos obstáculos y hay muy pocas plazas.» 

¿Influye este materialismo en vuestro grupo de trabajo?

En España cada vez hay menos inversión en ciencia en investigación fundamental. Sí que se ha notado que hay menos financiación para becas en España, hay menos tesis y contratos postdoctorales financiados. Sacarse una plaza fija es una quimera. La edad media del personal de CSIC ha aumentado, no hay reemplazos para los investigadores que se están jubilando ahora. La tasa de reposición es como de uno a diez. El sistema está encogiendo y no damos abasto. Un científico no está solo en el despacho, tiene que hacer trabajo administrativo, viajes. Y en 10 años se va a notar mucho más.

edificio del ICMM

La sede del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid. Foto: Jorge A. Vázquez.

Parece que la ciencia española logró un cierto reconocimiento internacional antes de la crisis. ¿Cómo le han afectado los recortes a nuestro prestigio?

Hay una diáspora española. Se ha pasado a lo contrario en demasiado poco tiempo, a que haya mucha gente que, a pesar de llevar una carrera científica, vea imposible regresar a España, por no poder sacar una plaza fija. Eso, aparte de ser frustrante a nivel personal, es una pérdida constante de recursos, porque son gente que está dando beneficios en otros países receptores, como Estados Unidos y Alemania. Pero seguimos teniendo un papel importante porque en España se trabaja mucho. Nuestro grupo es muy competitivo y obtiene financiación porque nos dejamos la piel en la investigación científica, lo que nos permite, con menos recursos, competir al mismo nivel que otros países más ricos. Antes de la crisis, todos los ámbitos del Estado funcionaban bien y había muchas más plazas en el CSIC, más contratos de tesis, de postdoc… Para la gente joven que empieza ahora, es una carrera con muchos obstáculos y hay muy pocas plazas.

¿Teme por su futuro profesional?

He tenido la suerte de haber sacado la plaza el año pasado. Pero durante cinco años, en España, he estado muy asustado, porque había largos periodos en los que no se convocaba ninguna plaza. Estuve trabajando en París cuatro años, y volví. La posibilidad de tener que regresar al extranjero era complicada a nivel familiar y es muy duro plantearse abandonar tu profesión a los cuarenta. Yo tengo compañeros que han decidido, o bien dejarlo, o bien volver a Estados Unidos. Me siento un afortunado porque yo, lo que quiero hacer, es ciencia. Pero por mucho que me saque una plaza, si el sistema no me financia ni me da recursos en forma de, por ejemplo, estudiantes, quizá algún día me tenga que plantear irme al extranjero.

¿Qué recuerdos guarda de sus estancias en el extranjero?

Buenísimos. Completamente recomendable a nivel profesional y personal. Es un requisito para todo científico, además de que como persona te enriquece. Aprendes a trabajar con otra gente, con otras formas y objetivos. Es una época crítica en la vida de un científico para establecer conexiones de trabajo. Como la instrumentación es tan complicada, la ciencia son grandes colaboraciones internacionales en las que uno tiene que, además de ser medianamente inteligente, saber hacer vida científica social. Tengo mucha suerte con la gente con la que trabajé allí, siguen siendo mis colaboradores más estrechos. La vertiente personal es también muy satisfactoria. Ha sido mi estancia más larga.

 

«No hay que contentarse con lo que te da la ciencia hoy.»

En relación con los retos que plantea el futuro, háblenos del proyecto SPICA, en el que anda metido.

Iba a ser el nuevo sustituto del telescopio espacial Herschel. En astrofísica siempre quieres ser más sensible, detectar otros objetos más tenues, llegar al universo profundo, el universo primitivo. Hay dos formas de incrementar la sensibilidad de un telescopio. Bien aumentando el tamaño del espejo primario, o en el infrarrojo, como estamos detectando la emisión térmica de objetos lejanos, refrigerando el telescopio, para que toda la instrumentación emita lo menos posible. Herschel es el telescopio espacial más grande jamás enviado al espacio. Su espejo tenía 3,5 metros. Pero no estaba refrigerado activamente, sino que su temperatura era la del punto del espacio en el que se encontraba, a 80 kelvin [-193º C]. SPICA es un proyecto como Herschel, pero refrigerado activamente a 5 kelvin [-268º C], todo el espejo, toda la óptica y los detectores. Ahora hay tecnología suficiente para refrigerar grandes masas.

Habla de SPICA en pasado. ¿Ha sido cancelado?

El proyecto SPICA está vivo. Hubo una selección que superamos hace unos años. Y ahora en junio la ESA tiene que elegir tres. De los cincuenta que había, al final solo va a quedar uno. En época de vacas flacas el desarrollo de un telescopio espacial tiene muchos pasos, compite con otros de otras longitudes de onda. Por lo tanto, para que una misión espacial vuele, se necesitan alrededor de veinte años de trabajo previo.

Por eso publica todos esos artículos en los que parece que se está vendiendo el instrumento.

Ahí trato de demostrar que tengo una contribución a la parte tecnológica. Cuando uno se mete en este desarrollo de telescopios espaciales, tiene que publicar artículos donde se muestre. Pero son «papers» que no te van a citar mucho: «White papers», «yellow books», etc. Hay una terminología de artículos donde uno publicita las características de un futuro telescopio. Pero te quita de publicar y no le puedes dedicar todo tu tiempo. Hay una especie de competición y “las cosas de espacio van despacio”, como nos gusta decir a los que trabajamos en esto. También me interesa, y trabajo en ello, la vertiente tecnológica. No soy ingeniero, pero suelo trabajar con ellos, ya que unos y otros tenemos que colaborar. Es una vertiente que me gusta, y no solo estar en el despacho reduciendo datos. También he contribuido al posible desarrollo de un interferómetro espacial, con cinco radiotelescopios volando comunicados por láser. No hay que contentarse con lo que te da la ciencia hoy.

Tengo entendido que ha volado con SOFIA. ¿Por qué es tan importante este observatorio?

SOFIA nos permite observar algunos trazadores que no podemos observar desde Tierra. Como la criogenia de Herschel se evaporó, el único telescopio que ahora tenemos para operar, en algunas longitudes de onda del infrarrojo lejano, es SOFIA. Tiene una cámara con el equivalente a siete píxels, pero con instrumentos radio, heterodinos. Es un desafío tecnológico, pero mucho más barato que un satélite. Es un Jumbo modificado, que lleva un telescopio de 2,5 metros, que intenta volar a unos 13 km por encima del nivel del mar, en la estratosfera, dos kilómetros por encima de donde vuelan los aviones comerciales. Ahí el vapor de agua atmosférico se reduce tanto que se puede empezar a observar en el infrarrojo lejano.

Debe de ser una experiencia volar en esas condiciones.

Entras a una base de la NASA, con todo lo que significa eso, te sientes como un pequeño astronauta, con tu identificación y escoltado en todo momento. Si a un astrónomo le dan una propuesta de observación con SOFIA, la NASA le invita a volar con ellos. Tienes que ir a un pequeño pueblo de California, Palmdale, a una base del ejército de los Estados Unidos. Antes de despegar tienes el mission breafing, donde te juntas con el director de la misión, los pilotos, meteorólogos, el de motores, estilo americano, todo el mundo hablando muy profesional, describiendo cada uno de los detalles de la misión. Hasta que te preguntan: “Astrónomos, ¿qué vamos a hacer hoy?” Te tienes que levantar delante de todos los militares americanos y decirles, solemnemente. “Pues vamos a observar una región de Orión que está iluminada por estrellas que emiten en ultravioleta.” – Risas. – Luego te invitan a despegar y aterrizar en la cabina, con los pilotos.

¿Han observado la misma zona, dentro de la Nebulosa de Orión, de la que hablábamos antes?

En esta investigación se trataba de llevar a cabo el proyecto de cartografiar toda la nube, en la emisión más intensa del carbono ionizado C+. Es una linea que sólo se puede observar desde la estratosfera, la más brillante en la que emite el medio interestelar. La observábamos antes con Herschel.

C+ es el ión de carbono al que sólo le falta un electrón.

Exactamente. Llega un fotón ultravioleta de las estrellas y se lo arranca. Tiene una línea en el infrarrojo lejano, a 158 micras, que es la emisión más intensa del medio interestelar, la más brillante. Estamos haciendo un mapa de toda la nebulosa de Orión, haciendo un cartografiado de toda la región, con la salvedad de que no es una imagen estática, sino que hacemos una película. Voy a mostrártela.

 


El espectro electromagnético y la radiación infrarroja

el espectro electromagnetico

El espectro electromagnético abarca desde las ondas de radio hasta los rayos gamma; pasando por las microondas, infrarrojos, luz visible, ultravioleta y rayos X, todo son ondas electromagnéticas, con distintos rangos de energía. Fuente: ALMA.

Es imposible comprender, no ya el Universo, sino el mundo, sin tener una idea, por básica que sea, sobre las ondas electromagnéticas. La luz lo es, pero también las microondas y el «wi-fi», las ondas de radio, los rayos ultravioleta y los rayos X. Los físicos hace ya mucho tiempo que estudian estas ondas, dentro lo que hoy conocemos como espectro electromagnético.

La astrofísica, hoy en día, es multi longitud de onda. Los problemas que tenemos son tan complicados, que para intentar entenderlos, no te puedes dedicar sólo a una longitud de onda del espectro electromagnético. – Explica Goicoechea. – A lo mejor hace veinte años sí que había una figura del radioastrónomo, o del astrónomo infrarrojo. Al menos desde mi visión, para tratar de atacar los problemas de forma conjunta, uno tiene que intentar observar a diferentes longitudes de onda.

De forma natural, un cuerpo, como una estrella, que se encuentre a miles de grados de temperatura, emitirá luz visible, que son las ondas electromagnéticas que solemos percibir las personas. – En el visible vemos el universo caliente. El Sol, una estrella a unos 5.500 grados, emite principalmente en el visible. – Continúa explicando -.  Pero en el Universo no hay solo estrellas y planetas. Hay cuerpos muchísimo más calientes y también muchísimo más fríos que las estrellas y los planetas. Estos cuerpos más fríos no emiten luz visible, sino infrarrojos. – Desde mi tesis siempre he tenido una formación en longitudes de onda raras, que los astrofísicos han tardado mucho en poder acceder a ellas, como el infrarrojo lejano, alrededor de las 100 micras, que no se puede observar desde tierra, porque el vapor de agua las absorbe.

Cantoblanco, Madrid, 4 de abril de 2017.

Un bosque de ideas en la nueva concepción de la educación medioambiental

Como en un libro discreto, hoja a hoja, tiempo tras el tiempo, oscuro y cerrado, o limpio y abierto, el bosque acoge al viento como un silbido lento. Pero el viento corre rápido, y del viento nace el fuego, del fuego nace el grito, y tras el grito; el silencio. El bosque arde a voces las noches del incendio.

Este suceso metafórico que se describe, de forma narrativa y con la edulcoración típica de la lírica, no es más que la triste realidad que cada año viven nuestros bosques. Según los datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medioambiente, en 2016 hubo un total de 8.810 siniestros forestales en España que arrasaron más de 65.000 hectáreas.

Marcos Morales Peláez. Imagen de los bosques de la Sierra de Cazorla.

“¿Cuando el bosque se quema algo tuyo se quema, no?”, nos recordó Carlos Caurín –profesor del Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales de la Facultad de Magisterio de la Universidad de Valencia– el pasado 21 de marzo,  Día Internacional de los Bosques. El especialista en Educación Medioambiental realizó un guiño al eslogan de hace unos años en la campaña de concienciación frente a los incendios forestales. Según el docente, es importante tener en cuenta este tipo de campañas en celebraciones como la del 21 de marzo,  ya que la  “Educación Ambiental es la esencia de la Educación”. Dentro de esta concepción, Caurín explicó: “Si educamos en el respeto por la biodiversidad, educamos contra el racismo; si educamos en el respeto por el medio ambiente con argumentos fundamentados y contrastados, estamos educando una sociedad más sostenible, crítica y solidaria”.

Marcos Morales Peláez. El profesor Antonio José Morales impartiendo clase en una salida de campo.

El mismo modelo de educación ambiental defendió Antonio José Morales –profesor del departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Facultad de Magisterio de la Universidad de Valencia–, según el cual “la Educación Ambiental ayuda a percibir los bosques como lo que son realmente: el exponente más claro de la evolución del  ecosistema a un estadío de situación clímax desde un punto de vista ecológico”.

Antonio José Morales es, además, coordinador de EcoRiba, un proyecto de dinamización local sostenible. El especialista confesó: “los proyectos locales que intentan poner en valor nuestro paisaje, como es el caso de EcoRiba,  y de forma específica los bosques locales a través de la coordinación del Proyecto de Apadrinamiento de los Bosques de la Ribera del  Túria en la localidad de Riba-roja, y  mediante otras iniciativas como puedan ser  dando visibilidad al arbolado monumental del municipio, contribuyen a arraigar las conductas de protección a realidades concretas”.

Por último, los dos profesores destacaron la importancia de la figura del mediador ambiental como protector de los bosques, ya que, esta figura “no sólo dirime asuntos ambientales, sino también sociales”,  apuntó Carlos Caurín. Según el experto “la mediación ambiental se basa en el desarrollo sostenible, el equilibrio con el medio”, una idea que aún hoy parece lejana, pero que poco a poco empieza a calar en nuestra sociedad con celebraciones como la del 21 de marzo.

Marcos Morales Peláez. Imagen de las actividades de divulgación del proyecto EcoRiba.

Marcos Morales Peláez. Alumno del Máster en Historia de la Ciencia y Comunicación Científica.