‘El Periodismo Científico es la estrella de la comunicación en el siglo XXI’, sostiene Antonio Calvo Roy


Antonio Calvo Roy durante su clase magistral. Fuente: Sede Universitaria Ciudad de Alicante

Antonio Calvo Roy, presidente de la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC), resaltó la importancia del periodismo científico para la sociedad en una conferencia organizada por la Universidad de Alicante y abierta al público en general. El periodista científico también abordó el imprescindible papel que comunicadores e investigadores desempeñan en la transmisión del conocimiento experto. Para Calvo Roy, esta disciplina es la estrella de la comunicación del siglo XXI.

‘Hoy no es posible entender el mundo sin la ciencia’, afirmó Antonio Calvo Roy al inicio de su masterclass. Para el experto, una sociedad que depende cada vez más de la ciencia y la tecnología requiere y merece estar informada. ‘Es necesario divulgar la ciencia para que los ciudadanos puedan decidir y votar en consecuencia. Si esto no existe, hay un grave déficit democrático’, subrayó el periodista.

Según el presidente de la AECC, tanto los periodistas como los investigadores ‘están comprometidos y concernidos’ con la tarea de trasladar al público los resultados de la actividad investigadora; ambos se necesitan mutuamente para ‘crear una cultura científica y técnica en la sociedad’.

Destacó el papel de los periodistas científicos en el proceso, quienes deben informar al tiempo que entretener a la población. Para ello, necesitan hacer las preguntas oportunas, contrastar las respuestas y darlas a conocer de forma sencilla. Esta actividad es ‘una de las que más creatividad e imaginación exige’, según Calvo Roy.

El divulgador apeló al rigor informativo y a la especialización de los profesionales en comunicación; que, a su juicio, consiste en ‘tener los conocimientos y las destrezas adecuadas para ser capaz de contar en un lenguaje que todo el mundo pueda entender, algo que de partida es tan abstruso como un artículo científico’.

En cuanto a los científicos, Antonio Calvo declaró que ‘se ven beneficiados por las cuestiones de la comunicación’. El experto sostuvo que ‘es muy rentable emplear tiempo, dinero e ingenio en contar muy bien las cosas y hacerlo, a poder ser, con la colaboración de los expertos en comunicación científica ‘. Contar excelentes historias permite acceder a fondos públicos con los que seguir investigando. Es lo que, según su criterio, ha favorecido que proyectos como Atapuerca, Genoma Humano o la NASA lleguen al gran público.

¿Y cómo comunicar la ciencia?, ‘Por tierra, mar y aire; con todos los instrumentos que están a nuestro alcance. Y las redes sociales son muy importantes para esto’, sentenció el periodista. 

Los asistentes tuvieron la posibilidad de hacer preguntas al experto al final de su discurso. Ante un aforo preocupado por la proliferación de noticias falsas en la red, Antonio Calvo Roy no dudó en reiterar que es posible combatir la desinformación y captar la atención de los lectores ‘con rigor e imaginación, de forma sencilla, amena y atractiva’, y subrayó: ‘Debemos perder el miedo a contar las cosas de forma suave’. Para el periodista, quienes manejan las redes de instituciones deben buscar la veracidad al tiempo que titulan con gracia, algo que Agencia SINC resuelve muy bien.  

La clase magistral tuvo lugar el pasado viernes 22 de marzo en la Sala Altamira de la Sede Universitaria Ciudad de Alicante y pudo seguirse a través del servicio de videostreaming – servicio de retransmisión en directo – de la Universidad de Alicante. Titulada ‘Periodismo Científico: una especialidad para el siglo XXI’, esta ponencia forma parte del ciclo de conferencias sobre comunicación y divulgación de la ciencia.

“La investigación científica es difícil, pero el deporte o la música también”

ENTREVISTA | Isabel Abril Organizadora de Actividades de Divulgación Científica

La catedrática considera importante fomentar el interés científico infantil independientemente del camino profesional

Isabel Abril en su despacho / Francisco Conca

Isabel Abril, además de catedrática de Física Aplicada en la Universidad de Alicante, es la responsable de la organización y la coordinación de diversos proyectos de divulgación que fomentan el acercamiento entre la ciencia y la sociedad. Desde 2005, ha dirigido actividades enfocadas tanto a público infantil como adulto en las que la lengua valenciana tiene un papel protagonista. Entre ellas se encuentran el programa de divulgación científica El Pati de la Ciència o la edición alicantina de La Nit Europea de la Investigació, además de los cursos La Ciència pren la paraula y Divulgar Ciència al Segle XXI. En esta ocasión deja a un lado sus labores científicas y acoge en su despacho al redactor de Metacomunico para reflexionar sobre el papel de la ciencia básica, la espectacularidad y la desmitificación de la ciencia en la divulgación científica.

¿Cuál es el objetivo de las actividades divulgativas enfocadas al público infantil?
El objetivo general es fomentar el interés por la ciencia en los niños y niñas. Creo que los investigadores no hemos hecho la divulgación adecuada, y, como resultado, la sociedad percibe la ciencia como algo muy difícil. La investigación científica es difícil, pero el deporte o la música también. Una cosa es hacer una carrera o un partido de fútbol y otra cosa es llegar a ser como Messi. En ciencia es igual. No sólo queremos estimular las vocaciones científicas para que los niños sean científicos de mayores, también queremos que los que no vayan a serlo tengan interés por la ciencia. Es importante que les guste la ciencia igual que a muchos nos gusta la música, el teatro o la literatura sin ser músicos, dramaturgos o literatos. Muchos de ellos pueden llegar a ser, por ejemplo, los políticos que decidan la financiación científica. Por otro lado, sabemos que hay muy poca gente que quiere estudiar ciencia, lo cual es ciertamente extraño, me chirría, ya que realmente vivimos en una sociedad muy tecnocientífica.

En “El Pati de la Ciencia” participan escolares de 6 a 16 años / Universidad de Alicante

Usted fue premiada con la Mención de Honor del apartado “Física en la Sociedad” en el concurso Ciencia en Acción por la organización del programa de actividades infantiles El Pati de la Ciència. ¿Cómo surgió este proyecto? 
Es un proyecto de divulgación científica que nació en 2005. Muchos físicos queríamos celebrar el Año Internacional de la Física llevándola fuera de los despachos y los laboratorios. Vimos la oportunidad en un programa de La Escual de Verano de la UA. Se nos ocurrió incorporar la ciencia, haciendo que los niños vieran experimentos e hicieran actividades relacionadas de una manera lúdica. 

¿En qué consiste?
Es un programa con diferentes actividades que se llevan a cabo en el mes de julio. Por un lado tenemos los espectáculos científicos con experimentos sorprendentes. Cada año hacemos uno de física, otro de química y otro de matemáticas. Yo lo coordino pero lo llevan a cabo diferentes divulgadores, que son muy buenos y que varian, junto a sus espectáculos, en cada edición. Está dirigido a niños de 6 a 16 años, que muchas veces repiten. También hacemos talleres científicos como Jocs de ciencia, que están coordinados por Rafael García Molina de la Universidad de Murcia. Se diseñan varios experimentos para que los lleven a cabo los niños con apoyo de monitores científicos, que son alumnos de la Facultad de Ciencias. El objetivo es que comiencen a hacerse preguntas y a desarrollar hipótesis, fomentando el método científico y el pensamiento crítico. Otra actividad es la elaboración de camisetas científicas. Cada año escogemos a un científico y el dibujante del diario Información Enrique Pérez hace una ilustración suya en estilo comic que los niños llevan en una camiseta. Así les hacemos ver que los científicos son algo cercano. Primero hicimos a Albert Einstein, que ha quedado como el logo de El Pati de la Ciència. En el año 2006 escogimos a Santiago Ramón y Cajal porque era el centenario de la concesión del premio Nobel. Por último, regalamos un juguete científico diferente cada año, como peonzas luminosas o muñecos equilibristas. Esto les transmite la idea de que la ciencia es cotidiana y está presente incluso en lo que más les gusta. 


Ilustración de Enrique Pérez para la impresión de camisetas / VEU Revista Cultural de la UA

 Las camisetas también sirvieron para visibilizar a mujeres científicas 
Así es, tratamos de poner en valor el papel femenino en la ciencia porque somos las grandes olvidadas. Recuerdo que una niña pequeña me dijo “¿Es que no hay mujeres científicas?”. La tercera camiseta fue sobre Marie Curie y la cuarta sobre Hipatia de Alejandría, aprovechando la película de Ágora. También hemos hecho a Rosalind Franklin o Margarita Salas. Intentamos combinar los géneros. Este año tenemos a Stephen Hawking, que ha sido un referente en la física tanto por lo su faceta investigadora como divulgadora.

Otro elemento de las actividades infantiles es la espectacularidad.
Jugamos con la baza de que los seres humanos dirigimos la atención hacia cualquier cosa que se salga de lo común. Como el público objetivo son los niños, explotamos su naturaleza especialmente curiosa dirigiéndola hacia la ciencia para que la empiecen a considerar cultura. En general, cuando queremos culturizar a nuestros hijos los llevamos a ver cuadros, al conservatorio, estimulamos la lectura, etcétera, pero la ciencia queda en segundo plano. Queremos transmitir una idea de la ciencia como interesante y divertida. Más tarde, cuando vayan al colegio o al instituto, pueden estar interesados por la física, química o biología que les explica el profesor porque tienen una visión previa agradable, pensando: “Esto me interesó”.

La espectacularidad es un recurso común en las actividades divulgativas infantiles

No obstante, la ciencia no siempre es agradable. También conlleva riesgos e incertidumbres.
Tratamos de transmitir que la ciencia en sí misma no es ni buena ni mala, que depende de cómo se utilice. El descubrir y el entender es algo neutro. La energía nuclear, por ejemplo, es sólo una herramienta, que desgraciadamente ha sido utilizada para crear una bomba atómica que ha matado a mucha gente. 

Por un lado viene el descubrimiento y, por otro, su aplicación.
La ciencia básica es imprescindible, pero mucha gente no comprende que es la base de una pirámide. Es la ciencia aplicada del futuro. De repente, llega un genio y descubre una aplicación fenomenal, pero para ello tiene que tener un background imprescindible. Muchas veces el gobierno se olvida de estos aspectos. Se centra en la transferencia de tecnología, que está muy bien, pero olvida que la ciencia básica es fundamental a largo plazo y no se puede financiar a cuatro años vista.

A algunos adultos ajenos al ámbito científico les haría bien acudir a actividades de divulgación 
Desde el 2013 al 2017 organizamos una serie de cursos contra las pseudociencia llamados La ciencia pren la paraula: els problemes socials de les pseudociències en los que la mitad del público no era del ámbito científico. Venían personas interesadas en la ciencia de cualquier ámbito profesional y educativo. En ellos tratamos de poner en valor la ciencia y desmontar todos los engaños y estafas que se llevan a cabo en el ámbito de las pseudociencias. Hay mucha gente que se es estafada e incluso muere porque se ha dejado convencer y ha abandonado las terapias de la medicina científica. El año pasado comenzamos a impartir el curso Divulgar Ciència en el Segle XXI. Consiste en conferencias de una hora complementadas con media hora de debate entre los asistentes y el ponente. Este año las temáticas son la nanotecnología, la tabla periódica como icono cultural, la importancia de Darwin, la energía y la materia oscura. Vendrán como invitados, entre otros, Manolo Seara, director del programa de RNE “A hombros de gigantes”. Otro proyecto divulgativo en el que pueden participar adultos es La Nit Europea de la Investigació, en el que he colaborado organizando los stands científicos. Quiero añadir que la UA siempre ha brindado una ayuda económica imprescindible para llevar a cabo este tipo de propuestas.

En septiembre se realiza una nueva edición de Divulgar Ciència en el Segle XXI / RUA

La edición de El Pati de la Ciencia 2019 acaba de realizarse. ¿Qué otras actividades hay programadas?Este año hemos llevado a cabo varios espectáculos científicos en el marco de El Pati de la Ciència:  uno sobre electromagnetismo, otro sobre materiales sorprendentes y un tercero de matemáticas muy original. La próxima cita es en septiembre, con el curso Divulgar Ciència en el Segle XXI, al que se puede acudir tanto en formato presencial como online. Las conferencias se publican posteriormente en el repositorio de la UA para que cualquier persona pueda tener acceso a ellas.



Lourdes López: «El público participa, aprende y reflexiona en los museos científicos»

ENTREVISTA | Lourdes López Técnico de Comunicación del Parque de la Ciencias de Granada

La periodista defiende que la sorpresa lleva a la curiosidad y al interés

Lourdes López / Parque de las Ciencias

Lourdes López, periodista especializada en información científica, es Técnico de Comunicación del Parque de la Ciencias de Granada y autora de la tesis doctoral ‘Comunicación de la ciencia 2.0 en España: el papel de los centros públicos de investigación y las ediciones digitales de los periódicos de mayor audiencia’, que obtuvo con mención internacional y calificación cum laude. Desde 2001 ha desarrollado su carrera profesional en el ámbito de la comunicación pública de la ciencia en medios de comunicación y universidades andaluzas. Defiende que la curiosidad y la sorpresa que produce el conocimiento no desaparecen con la edad y que el impacto que la ciencia tiene en todos los ámbitos de la sociedad actual la convierte en un tema de interés para todos los ciudadanos, que tienen el derecho de estar formados e informados para tomar decisiones en materia científica que respondan a sus necesidades, valores y expectativas.

El Parque de las Ciencias de Granada alberga una gran cantidad de exposiciones y actividades. ¿Cómo seleccionan los contenidos científicos?
Los museos de ciencia y tecnología deben poner el foco en aspectos como la educación formal, la no formal y la informal, la implicación del público, la formación de capital científico, la inclusión y el fomento de la cultura científica. Todo ello además de responder a criterios periodísticos como la noticiabilidad o el interés del público, puesto que son entidades de comunicación pública de la ciencia que implican agentes institucionales y sociales.

Ciertamente son muchos criterios.
Los museos de ciencia aglutinan todas estas funciones por dos motivos. En primer lugar, al igual que los medios de comunicación, deben atender a los temas que son de interés del público y de interés público. En segundo lugar, se dedican a la educación no formal e informal de ciencias para todos los públicos organizando actividades, talleres y programas que complementan el currículum educativo de Science, Technology, Engineering and Mathematics (STEM), trabajando estrechamente con el sistema formal. También, participan en proyectos que unen a científicos y ciudadanos, facilitando que estos últimos sean actores del proceso de investigación. Asimismo, favorecen la inclusión organizando actividades abiertas a todos los públicos, fomentando la cultura científica a lo largo de toda la vida, sin límite de edad.

Público de diferentes edades interactuando con las instalaciones /  Parque de las Ciencias

En prensa se tienen en cuenta otros aspectos.
En el caso del periodismo científico, los criterios a los que debe responder la cobertura de la información científica son los mismos que para cualquier otra área periodística: actualidad, proximidad, prominencia, curiosidad, conflicto, suspense o emoción. Son las normas que rigen la información, por lo que no toda la ciencia responde a uno de estos indicadores.

Un elemento muy explotado en periodismo científico, relacionado con el suspense, la emoción y la curiosidad, es la sorpresa.
Basándome en mi experiencia, en prensa, la curiosidad y la sorpresa se fomentan siempre que lo que se comunique tenga conexión directa con los intereses sociales. Buenos ejemplos son noticias recientes como la fotografía del agujero negro que no solo ocupó las portadas de los principales periódicos nacionales, fue noticia de los informativos de radio y televisión, sino que además fue tema de conversación para la población general. En este caso la curiosidad por lo desconocido, lo que hay más allá de las fronteras de la Tierra, llamó muchísimo la atención. Esto ocurre con todos los contenidos relacionados con la astronomía y la astrofísica. Otro tema que despertó la curiosidad e interés, que fue de las noticias más leídas, fue la modificación genética realizada por el científico chino a dos bebés. En este caso al desconocimiento se le unió el impacto ético, social y sobre la salud que este tipo de técnicas pueden tener en el presente y en futuro.

“Si somos capaces de transmitir el impacto del desarrollo científico en nuestras vidas, el interés está asegurado”

¿Se utiliza también la curiosidad en los museos de ciencia y tecnología?
En cuanto a los museos de ciencia, todos los espacios, contenidos y actividades están pensados y diseñados para despertar la curiosidad y la sorpresa. Es sorprendente y emocionante ver cómo, por ejemplo, ante un módulo de agujero negro, se sorprenden del mismo modo un anciano de 80 años que un niño de 3. De esa sorpresa, nace la curiosidad y de la curiosidad las ganas y el interés por profundizar en el conocimiento.

Para generar sorpresa se suelen utilizar contenidos espectaculares, con los que algunos expertos se muestran críticos. 
Depende del significado de espectacularidad. En el sentido positivo de la palabra hay muchos hallazgos científicos que son y han sido espectaculares porque han mejorado y cambiado el curso de la humanidad y esos por si solos captan el interés de la sociedad si se explican de una forma cercana. Creo que los medios de comunicación serios y los periodistas especializados no utilizan este recurso en el sentido negativo de la palabra. Por eso, además de fomentar la cultura científica, es importante promover el espíritu crítico de los ciudadanos para discernir lo que es pseudoinformación de información seria y rigurosa.

La visita al Planetario puede ser una experiencia espectacular / Parque de las Ciencias

¿Se promueve el espíritu crítico desde los museos de ciencia y tecnología?
En los museos, incluido el Parque de las Ciencias,  hay múltiples formatos que fomentan el pensamiento crítico porque en todos ellos el ciudadano participa, reflexiona y aprende a partir de su propia experiencia. Algunos ejemplos son talleres, exposiciones, cafés científicos, proyectos de ciencia ciudadana, encuentros con científicos o ferias de ciencia. Los reversed science cafés y las speed talks son metodologías de participación y encuentro entre público y científicos que propician una interacción bidireccional. En ellos ambas partes conversan y dialogan, enriqueciendo y favoreciendo el aprendizaje mutuo. El proyecto europeo SPARKS publicó un toolkit al respecto cuya consulta puede ayudar a conocerlos mejor.

Algunos expertos ven en los contenidos metacientíficos una herramienta para el fomento del pensamiento crítico y la apropiación social de la ciencia. 
Estoy de acuerdo en que también es muy importante divulgar los contenidos sobre la actividad científica, el método científico, el proceso de producción científica, no sólo por una cuestión de apropiación, sino también por una cuestión de adquisición de herramientas para hacer frente a la desinformación. En los últimos años, estamos asistiendo a la proliferación de información falsa en todas las áreas y también en ciencia. La mayoría de esta información llega a través de redes sociales y son transmitidas por redes de confianza que otorgan cierta credibilidad a contenidos pseudocientíficos. Algo que se puede frenar si uno tiene formación e información sobre el método científico y sabe que unos resultados creíbles y rigurosos están sustentados en un largo y arduo proceso de investigación. Además, esos resultados son creíbles en tanto en cuanto han sido evaluados-aprobados por la comunidad científica a través de su publicación en revistas científicas de alto impacto, presentación en congresos, etc. El mejor arma contra la desinformación es, sin duda, la formación en todos los aspectos de la ciencia.

El proyecto SPARKS implica a la ciudadanía en el I+D+i científico y tecnológico / Sparks Project

¿Se utilizan los contenidos metacientíficos en prensa?
En el caso de los medios, la metodología prácticamente nunca es motivo de noticia a no ser claro que sea un tema polémico como la modificación genética. Es muy difícil encontrar en una noticia alusión al método empleado, cuando en cierto modo es lo que marca la rigurosidad de los resultados que se están divulgando en la noticia. En cuanto a la legislación, depende del impacto. Sí se trata en temas muy sociales como la salud o la tecnología. Como decía, temas como la modificación genética o las células madre siempre van a tener cabida en una noticia.

Entonces se cumple la premisa de que cuanto más cercano es el tema para el público, más interés genera…
Si se hace partícipe al público y se le acerca la ciencia mostrándola como un elemento que está en todas y cada una de sus acciones cotidianas e influye en su bienestar y calidad de vida, tiene interés para todos. Pierde interés en el momento en el que se ve como algo lejano, complejo e incomprensible. Sin embargo, todo el desarrollo científico tiene impacto directo o indirecto en nuestras vida, por eso si somos capaces de transmitirlo con este enfoque el interés está asegurado. 

En la Feria de la Ciencia del Parque de las Ciencias 2019 la ciudadanía se implicó masivamente.
Efectivamente, la Feria de la Ciencia es un ejemplo de implicación social en la comunicación científica y un medio inmejorable para fomentar vocaciones en los más jóvenes. Todas las ediciones son un éxito de público y de participación, la de este año ha reunido a más de 1.400 participantes, entre docentes, estudiantes e investigadores de todas las provincias andaluzas que han presentado sus experiencias científicas en el museo. Además, ha recibido más de 13.000 visitas. 


Escolares durante la Feria de la Ciencia 2019 / Parque de las Ciencias

¿Comparte con Belén Laspra que los museos son lugares adecuados para incorporar la voz pública en la toma de decisiones sobre temas de relevancia social?
Por supuesto que sí. Los museos de ciencia son lugares de encuentro entre la comunidad científica y la sociedad general. Además, son espacios concebidos para reflexión y para el desarrollo del pensamiento crítico. De hecho, los museos de ciencia están desempeñando un papel fundamental en la implementación de la investigación e innovación responsables, que implica a los ciudadanos en todas las fases del proceso científico. El Parque de las Ciencias participa en diferentes proyectos europeos que incluyen acciones encaminadas a este fin. Algunos como Sparks, INPROFOOD o VOICES, financiados por la UE, ya fueron realizados. Otros, como el proyecto LIFE Adaptamed, financiado por el programa europeo LIFE, o los proyectos SYSTEM y SPACEEU,  se están desarrollando actualmente financiados por el programa Horizon 2020. Además de estas experiencias realizadas en torno a diferentes temas de interés social como el cambio global, el reciclaje, la alimentación o la ciencia ciudadana, el museo cuenta desde el el año 2004 con un Consejo Infantil y Juvenil que participa y asesora en las actividades, contenidos y temas que se abordan en el museo.

¿Qué actividades tiene programadas el Parque de las Ciencias de Granada para el verano de 2019?
El Parque de las Ciencias es un museo vivo en continua evolución, con una actividad constante. Entre las actividades del verano destacan los campamentos de verano para los más pequeños ‘Verano con ciencia’, las exposiciones temporales ‘Play. Ciencia y Música’,  ‘WOW. Las maravillas de la vida salvaje’, ‘Tecnología para la salud’ y ‘Anfibios y reptiles ibéricos’, la ventana a la ciencia ‘Evolución y conservación de las plantas de la Universidad de Sevilla’, los talleres de las exposiciones temporales, programas de Planetario como ‘Beyond the sun. En busca de una nueva Tierra’ o ‘Escher. Universos infinitos’, el BioDomo, el Mariposario Tropical, los contenidos permanentes de los Pabellónes ‘Viaje al Cuerpo Humano’; ‘Cultura de la Prevención’; ‘Eureka’; ‘Percepción’; ‘Biosfera’; ‘Explora’; ‘Explora el desván del cuerpo humano’ y mucho más que puede consultarse en la web del museo o en sus perfiles sociales de Facebook y Twitter

Colocación de una banderola gigante con motivo del Día de Andalucía / Parque de las Ciencias



María Martín: “La ciencia es cultura, sin duda alguna”

ENTREVISTA | María Martín Directora de la Unidad de Comunicación de la UA

La periodista cultural sostiene el papel imprescindible de la ciencia para el desarrollo humano

María Martín / E. Tortosa

María Martín es la directora de la Unidad de Comunicación de la Universidad a la que pertenece UA Divulga, el nombre con el que la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (UCC+i) de la Universidad de Alicante quiere darse a conocer públicamente. Las UCC+i son organismos cuyo objetivo es hacer de nexo entre la comunidad científica y la sociedad civil para propiciar un acercamiento mutuo. Los pilares de estas unidades con apoyo gubernamental desde 2007 son el periodismo, la divulgación, la comunicación y la investigación sobre los puntos anteriores. La comunicadora explica los objetivos y la actividad de la UCC+i de la UA, además de reflexionar al respecto de los formatos y contenidos de uso común en divulgación científica.

Buena parte de la sociedad está de acuerdo en que “las ciencias” y “las letras” son disciplinas opuestas. La concepción de ambas como compartimentos estancos es un estereotipo contemporáneo que hunde sus raíces en la muy criticada conferencia “Las dos culturas”, pronunciada por el físico y escritor C.P. Snow hace ya sesenta años. En una sociedad como la actual, en la que la transversalidad es una competencia en demanda creciente, estas barreras se difuminan. Quizá, esta visión polarizante sea la responsable de que la ciencia no sea considerada cultura por gran parte de la población. Si preguntamos a la ciudadanía por las prácticas culturales en las que invierte su tiempo hábitos como escuchar música, leer e ir al cine son un lugar común. Algunos menos comentan su asistencia a espectáculos (teatro y conciertos) y la visita a monumentos y yacimientos, seguidos de cerca por los que declaran visitar museos, exposiciones y galerías de arte. La presencia de contenidos científicos es secundaria o residual en estos formatos, ocupando siempre puestos de la zona media o baja de la tabla. Así lo refleja la última Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España realizada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte entre 2014 y 2015.

Izquierda: Hábitos y prácticas culturales (en porcentaje, anual) / Elaboración propia. Fuente: MECD
Centro: Asistencia a museos por tipología (En porcentaje, anual) / MECD 
Derecha: Libros divulgativos leídos por temática (en porcentaje, trimestral) / MECD 

Por su parte, la técnica de la UCC+i de la UA sostiene firmemente que “la ciencia es cultura, sin duda” y apunta que cada vez más Unidades pretenden “aumentar la presencia de la ciencia en la cultura”. El objetivo esencial de UA Divulga, defiende Martín, “es acercarse a la ciudadanía devolviendo el input y la confianza que deposita en la comunidad científica”. Para que revierta adecuadamente, considera imprescindible transmitir los procesos investigadores y los resultados que se dan en el día a día de aulas y laboratorios de la Universidad, pero también hacer “comunicación pura y dura” de conocimientos científicos ya asentados. Para conseguirlo, “hay que tener en cuenta tanto el público como la acción y el mensaje que se quiere transmitir”, apunta la periodista suscribiendo las directrices del Libro Blanco de las UCC+i. Uno de sus múltiples públicos objetivo son los medios y agencias de comunicación, que a su vez actúan de “voceros de su actividad”, para los que se elaboran notas de prensa y material audiovisual “con adecuado rigor periodístico y científico”, sostiene. El público general es el objetivo de acciones como “Geolodía”, mientras que el infantil y juvenil es otro sector “fundamental para el desarrollo de nuevos talentos”, para lo que desarrollan actividades específicas como, “El Pati de la Ciència” o “Astropeques”, según la comunicadora, “enfocadas a la estimulación de vocaciones científicas”. Por su parte, intentan hacer partícipe al personal docente e investigador, que en muchas ocasiones ya estaba haciendo por su cuenta acciones divulgativas, indica Martín, brindándoles apoyo en la difusión de la ciencia y la tecnología. Un ejemplo de ámbito interuniversitario es “La Noche Europea de los Investigadores”, comenta la periodista. Otro público objetivo de la actividad de UA Divulga citado por Martín es el sector empresarial, “fundamental para la transferencia del conocimiento”. Para alcanzar a este sector y apoyar la labor que se realiza en las Oficinas de Transferencia de los Resultados de Investigación (OTRIs), “la Unidad pone en valor la investigación, el desarrollo y la innovación, a partir de los resultados conseguidos en las facultades”, apunta. 


Fotografía tomada durante el “Geolodía” 2018 / Repositorio de la Universidad de Alicante

En entrevistas anteriores para #Metacomunico se comenta la importancia de transmitir no sólo los contenidos científicos -resultados de investigación- sino también los metacientíficos -procesos de investigación, legislación, etc.- para fomentar el pensamiento crítico y la Apropiación Social de la Ciencia de forma integral. María Martín comenta que “en la medida de lo posible, se transmiten los procesos de investigación” pero que “hay que tener mucho cuidado con la difusión de las metodologías” ya que, frecuentemente, “están patrocinados, forman parte de proyectos europeos o están vinculados a una patente”. Esto es parte de su labor, que brinda “equilibrio a los intereses de los investigadores, la institución y el público”. La entrevistada comenta que en UA Divulga “las acciones de divulgación siempre llevan una comunicación en paralelo”. Destaca que una de las peculiaridades de UA Divulga es que la UCC+i está enmarcada en una Unidad de Comunicación global en estrechísima colaboración con el vicerrectorado de Investigación y Transferencia de Conocimiento, de manera que la capacidad de planificación y alcance es, a su juicio, “muchísimo más amplia”, lo que les permite hacer “una comunicación desde el principio del proyecto hasta los resultados”. En este sentido, la directora de la Unidad de Comunicación alaba la implicación de toda la cúpula del vicerrectorado en la creación de UA Divulga, “una apuesta firme y decidida”.

Con respecto a la utilización excesiva de la espectacularidad, Martín alerta sobre la posibilidad de que se pueda llegar a transmitir una imagen de la ciencia cercana a la magia y alejada de la realidad. La periodista coincide con el experto en ciencia, tecnología y sociedad José Antonio López Cerezo en que la solución a la inoportuna transmisión de esta visión distorsionada es mostrar la explicación detrás de cada demostración científica desvelando sus trucos, al contrario de lo que acostumbran a hacer los magos. Un ejemplo, cita la periodista, se da en la demostración “Matemagia: La magia de las matemáticas”, incluída en el programa “El Pati de la Ciència”. En ella, el público infantil asiste a un “truco de cartomagia” que no está fundamentado en otra cosa más que en operaciones aritméticas. Tras la sorpresa de los niños y niñas se explican los fundamentos matemáticos de lo que acaban de presenciar, evitando que atribuyan lo sucedido a fenómenos inexplicables. Martín se muestra también partidaria de utilizar la diversión como gancho para las actividades divulgativas, especialmente cuando están dirigidas al público infantil. “Ponerles una bata blanca y hacerles sentir científicos es una experiencia atractiva para padres e  hijos”, expresa, señalando que se trata de un estereotipo útil en esas edades. Más adelante, entrados en la adolescencia y juventud temprana, se deben mostrar progresivamente las dificultades de una carrera científica, afirma. Para ilustrarlo, pone como ejemplo la última “Noche Europea de los Investigadores”, en la que se realizó un taller de robótica en el que se evidencian “valores como la paciencia, la responsabilidad, la tolerancia al fracaso, la constancia y la competitividad” como componentes intrínsecos a la labor científica. Por todo ello, la comunicadora concluye: “no considero el adecuado uso de la espectacularidad o la diversión como una distorsión de la realidad”.


Vídeo de la actividad Matemagia: La magia de las matemáticas / Repositorio de la UA

María Martín destaca otro aspecto fundamental para llegar al gran público: “Hay que mirar a nuestro interlocutor a los ojos” y “bajar el nivel hasta hacerlo comprensible”. La periodista recalca que “esto no significa renunciar al rigor”, algo que provoca reticencias en muchos académicos, sino “tomarse ciertas licencias” como la utilización de símiles o elementos cercanos en lugar de terminología científica compleja, afirma. “Hay que perder el miedo a que alguien te escuche utilizar un lenguaje mucho más accesible y diga ¡qué barbaridad!”, comenta, apoyándose en palabras de Jorge Olcina a quien considera un referente en divulgación científica. El reconocido experto en climatología de la Universidad de Alicante, con el que han realizado algunas acciones para formar a investigadores locales, comparte la postura del descenso en los estándares terminológicos, indica Martín. Cuando Olcina trataba de explicar un fenómeno meteorológico de actualidad, añade la técnica, “muchos expertos se ponían en la tesitura de que si no era un fenómeno de gota fría de manual no se podía decir”. Él, sin embargo, era defensor de utilizar el término “aunque te estés saltando una de las reglas que hacen que científicamente lo sea”, ya que su filosofía es la de “introducir poco a poco determinados conceptos” para que la gente vaya perfeccionando paulatinamente su conocimiento, justifica la periodista de UA Divulga.

Al respecto de la situación actual de la UCC+i de la UA, María Martín recuerda que se trata de un proyecto todavía joven, con menos de un año de recorrido. Un aspecto fundamental, señala, consiste en que el eje de la comunicación lo llevan a cabo los técnicos de la Unidad, que son de formación periodística, pero el eje divulgativo es llevado a cabo por investigadores. Por ello, sus esfuerzos inmediatos se centran en la “actualización de un listado de expresiones de interés”, en el que tratan de registrar a todos los investigadores e investigadoras dispuestos a “canalizar sus inquietudes divulgadoras”, así como “la creación del portal UA Divulga para la recopilación y comunicación de estas acciones divulgativas”. Una de ellas es la próxima edición de “La Noche Europea de los Investigadores”, en la que han pasado de tener “únicamente profesores de la Facultad de Ciencias y la Escuela Politécnica Superior” a recibir solicitudes de “las facultades de Humanidades, Ciencias de la Salud, Derecho, Económicas o Educación”. “El flujo es constante, esta cultura está creciendo”, apunta. Por último, añade que “es una pena que esta labor se realice de forma altruista”, calificando como “caldo de cultivo favorable” el hecho de que la FECYT haya comenzado a reconocer las acciones divulgativas y de transferencia del conocimiento por parte de los investigadores. 

Captura del Directorio de UCC+i de España / FECYT

Estas acciones y reflexiones están enfocadas a aumentar la cuota de contenidos científicos en lo que la sociedad entiende por cultura, haciendo que en el subconsciente colectivo la palabra cultura evoque algo más allá de las bellas artes y las humanidades. Actualmente existen más de ochenta Unidades de Cultura Científica y de la Innovación en España, estando la mayoría de ellas vinculadas a universidades. 

«Un audio descontextualizado puede desinformar tanto como una noticia falsa»

ENTREVISTA | Rocío Pérez Periodista y coordinadora de MalditaCiencia

La periodista especializada en ciencia apunta que consumimos y reenviamos, realimentando la desinformación


Rocío Pérez / Fotografía por Paloma López Learte

La semana pasada la entrevista a Belén Laspra comenzaba con una cita célebre del padre del empirismo, Francis Bacon. En este caso el redactor se toma la licencia de ampliar la cita parafraseando a Robert Proctor, pionero en hablar de la agnotología: “El conocimiento es poder, pero la ignorancia, también”. La agnotología consiste en la creación deliberada de ignorancia, una táctica usada frecuentemente para manipular la opinión pública. Un ejemplo son las noticias falsas, sin embargo, la desinformación toma otras formas y no siempre tiene intenciones oscuras ni esconde autores tan influyentes como políticos o grandes empresas. Sea como fuere, los expertos en ciencia, tecnología y sociedad coinciden en la necesidad de ejercer el pensamiento crítico y posicionarse en una actitud de escepticismo leal para aumentar la Alfabetización Científica y la Apropiación Social de la Ciencia en la era de la comunicación 2.0. En palabras más llanas, contrastar el origen de la información recibida mediante una búsqueda activa permite a los individuos estar mejor informados y ser menos manipulables. 

En un mundo hiperconectado en el que se reciben grandes volúmenes de información de forma diaria esta tarea no siempre es fácil. Bien lo sabe Rocío Pérez, periodista científica en MalditaCiencia, la rama del medio sin ánimo de lucro Maldita.es encargada de comprobar la veracidad de la información científica que recibimos de maneras muy diversas. Además de combatir la desinformación mediante el periodismo de datos, es redactora de El Confidencial desde 2013 y colaboradora de medios como Jot Down, Agencia Sinc o el blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU “Mujeres Con Ciencia”. En esta entrevista profundiza en las actitudes y formatos en los que se presenta la desinformación, la crisis de confianza en los periodistas y medios de comunicación y la oportunidad que tienen para recuperar su credibilidad. 

La desinformación toma diferentes formas y utiliza muchos canales, ¿cuáles son?

La desinformación en los medios llevamos viéndola toda la vida, solo que antes sólo los que tenían acceso a los medios podían desinformar, y ahora puede hacerlo cualquiera porque las redes sociales y los sistemas de comunicación por mensajería nos lo ponen al alcance de la mano. Un tuit, un estado de facebook o un vídeo grabado con la cámara del móvil son herramientas muy útiles para desinformar: son instantáneos y tienen el potencial de llegar a cualquier rincón de la red. Los formatos pueden ir desde la tradicional «noticia» (o algo que se le parece) hasta un audio grabado para un amigo. Funcionan porque son conocidos y cotidianos pero a la vez nos llegan descontextualizados, sin detalles, sin fecha, sin ubicación… Eso impide que podamos comprobar los detalles e incluso que intentemos hacerlo. Simplemente consumimos y reenviamos, realimentando nosotros a su vez la desinformación. Como muchos además nos llegan de personas conocidas… Más fácil es que nos la cuelen.

¿Hay algún colectivo especialmente vulnerable a los mensajes desinformativos?

No sé si especialmente vulnerable, pero desde luego que las personas más mayores no están más a salvo. Tendemos a pensar que por estar menos expuestos a las redes sociales están más protegidos. Si alguien de verdad no está expuesto en absoluto, lo estará, pero a día de hoy, prácticamente todo el mundo tiene, al menos, una aplicación de mensajería a su alcance. Con esto ya les llega la desinformación. Y el problema aquí es que cuanto menos manejo de la información en la red, menos herramientas y mecanismos tiene una persona para distinguir la buena información de la desinformación. Algunos estudios sugieren que las personas mayores de 60 años tienen una mayor probabilidad de compartir noticias falsas porque nunca en su vida han tenido que hacer ese ejercicio. Siempre han sido consumidores pasivos de información y no han tenido que plantearse una postura crítica activa.

Esta postura se le resiste a la ciudadanía para con la información científica, especialmente si va acorde a su sistema de creencias.

No más que con cualquier otro tipo de información. Quien tiene ciertos conocimientos científicos o sobre salud sí se para a reflexionar y comprobar, pero son una minoría. Es mucho más fácil que nos creamos y compartamos algo sin pararnos a comprobarlo. La mayoría de nosotros defiende una forma de pensar porque cree que es la correcta, y considera que la contraria es errónea, interesada o malvada. Así que estamos mucho más dispuestos a buscarle las pegas a esa que a la nuestra. Es importante (aunque difícil y poco común) ser tan exigente con la información que en principio mejor nos encaja como con la que no lo hace.

Charla de Rocío Pérez para la Asociación de Divulgación Científica de Alicante

Los consumidores suelen argüir la falta de tiempo.

Una comprobación rápida del origen de un titular, si es un medio serio o no, de si detrás de una afirmación hay un dato real, si un supuesto experto lo es o no…en principio no tiene por qué llevar más de un par de minutos. Pero para un usuario no entrenado puede ser más trabajoso distinguir una fuente fiable de la que no lo es. Por otro lado, hay webs que no son medios pero se esfuerzan mucho en parecerlo, y ahí la confusión es más difícil de evitar. Los medios de comunicación deberían ser rigurosos, pero sería ingenuo no reconocer que sufren una crisis de confianza por parte de los lectores y espectadores, que es uno de los motivos de que la desinformación campe a sus anchas. Existen algunos proyectos periodísticos nacidos precisamente con la idea de dedicarse específicamente a la verificación y así ayudar a los consumidores de información a distinguir. Maldita.es es un proyecto con distintas ramas (Maldito Bulo, Maldito Dato, Maldita Ciencia, Maldita Inmigración, Maldito Feminismo y Maldita Hemeroteca) que se basa en dos pilares principales. Por un lado, el periodismo. Lo que hacemos es lo que han hecho los periodistas desde siempre: comprobar fuentes, comprobar datos, comprobar origen, comprobar contexto… Y luego explicar todo lo que sabemos sobre un asunto. El otro es la idea de comunidad, de crear una relación de confianza con nuestro público que haga que ellos nos avisen de los bulos y desinformaciones dudosas que se topan por las redes, nos ayuden cuando puedan a comprobarlas/desmentirlas y después nos echen una mano para difundir los desmentidos y contenidos que creamos a partir de nuestras comprobaciones. Se trata de que, en la batalla contra la desinformación, las fuerzas estén tan igualadas como sea posible. Los malos (que no podemos saber quiénes son, pero están ahí) son muchos y están organizados. Nosotros tenemos que estarlo también.

Se me ocurre que esta tarea de verificación podría realizarla el Estado.

En mi opinión eso no es en absoluto algo que se pueda legislar. El periodismo debe ser independiente de la legislación, que al final proviene del poder ejecutivo y legislativo. Esto es un principio periodístico básico, pero si hace falta, para ilustrarlo podemos concretarlo en algunos ejemplos que serían muy delicados por no decir imposibles de legislar: ¿qué ocurriría con las piezas periodísticas que discrepen de las fuentes oficiales? ¿Qué ocurriría con la sátira? ¿O con el periodismo de opinión?  ¿Qué hacemos con toda esa desinformación que es, en realidad, información fiable sacada de contexto (rescatada del pasado o ubicada en otro sitio)? No creo que sean cuestiones que se puedan regular con normas o leyes.

¿En quién recae entonces la responsabilidad de comprobar las fuentes?

Lo primero, en los propios periodistas y medios de comunicación. En cierto modo el problema de la desinformación es una oportunidad para que el periodismo reivindique su función social ante los ciudadanos: hay que recuperar esa confianza en los medios, que los lectores sepan que ante el entorno pantanoso que puede ser internet y las redes sociales (a veces, ojo, que las redes también tienen cosas muy buenas), los medios son un lugar fiable donde informarse. Por otro lado, esos mismos ciudadanos y consumidores tienen que asumir que ellos también tienen una responsabilidad con cómo son las cosas a día de hoy. Por un lado, evitando compartir aquello que no tengan claro que es verdad. Por otro, ejerciendo su poder como consumidores, no dando visibilidad y visitas a aquellos contenidos que no sean fiables.

“Hay otra ciencia y tecnología cotidiana que pasa desapercibida”

ENTREVISTA | Belén Laspra Experta en Ciencia, Tecnología y Sociedad

Belén Laspra / Cedida por la autora

“Sciente potentia est”. O, traducido al castellano, “El conocimiento es poder”. La célebre cita, atribuida al pionero del pensamiento científico moderno Francis Bacon, sostiene que el saber en sí mismo otorga cierta potestad. Belén Laspra, experta en estudios sociales de la ciencia, defiende una suerte de versión contemporánea de la cita en su libro “La Alfabetización Científica” (Ed. Los Libros de la Catarata, 2018). La actual investigadora del Departamento de Filosofía de la Universidad de Oviedo desarrolla su carrera profesional en el campo de la cultura científica, el punto de encuentro entre la sociedad, la ciencia y la tecnología que cotiza al alza. Para ello, ha colaborado con instituciones tan relevantes en la materia como la Fundación Española de la Ciencia y la Tecnología (FECYT), la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) o el Institute for Social Research (ISR) y el International Center for the Advancement of Scientific Literacy (ICASL) de la Universidad de Michigan. 

Rechazar un tratamiento basado en flores de Bach, escoger un alimento en función de sus características nutricionales o comprar un electrodoméstico considerando su eficiencia energética son ejemplos cotidianos de Apropiación Social de la Ciencia (ASC), apunta Laspra. Los estudios de la doctora en Filosofía miden la implantación de la ASC en la sociedad, mediante la que “los individuos integran los conocimientos científicos y los utilizan para guiar sus decisiones en la vida diaria”. Uno de los elementos que la componen es la Alfabetización Científica, que se define como “todo lo que -un individuo o grupo- sabe de ciencia, sobre la comunidad científica y sobre el sistema tecnocientífico”. Este conjunto incluye desde conocimientos científicos, como “qué es un átomo”; hasta meta-científicos, como “el rol de un grupo de control en un experimento o la ley de ciencia vigente”. 

Para adquirir estos conocimientos consumimos información procedente de fuentes y canales diversos. Internet es un canal que “posibilita el acceso” y las redes sociales actúan como “facilitadoras del capital social en sentido sociológico”, señala la filósofa. “Por Facebook llegan artículos de I Fucking Love Science o Materia, pero también de Unexplained on Gaia; en Twitter puedes encontrar a la NASA o a la Sociedad de Terraplanistas”, advierte, enfatizando la abundancia y la variabilidad en el rigor que presentan los contenidos web. Laspra explica las diferencias entre la Comunicación 1.0 y la 2.0 mediante el cambio en los criterios de validez de la información, apoyándose en el sociólogo Massimiano Bucchi. En la primera, “la autoridad de la fuente y la reputación del canal garantizaban la calidad”, en la segunda, “la información válida es la contrastada”, afirma. La investigadora recalca la importancia de cuestionar tanto la información y las fuentes novedosas como los conocimientos y actitudes asentados, ejerciendo lo que describe como “un sano escepticismo”. “El mejor modo de poner en práctica el pensamiento crítico es hacer preguntas”, incluyendo “fuentes no afines al pensamiento propio”, propone, ya que el sistema educativo proporciona un bagaje “necesario pero insuficiente” para lidiar con los “desafíos y controversias científicas” del futuro, como ya notó el experto Jon Miller. El referente estadounidense en alfabetización científica considera que buscar y adquirir información para solventar cuestiones inmediatas en lugar de memorizarla de forma preventiva representa un cambio en el modelo de aprendizaje tradicional. Miller justifica este cambio por la irrupción de las TICs en los hogares, como refleja Belén Laspra en su citado libro.


“En la Comunicación 2.0 la información válida es la que está contrastada”

Según la doctora, el perfil de una persona con alto nivel de ASC posee estudios reglados, muestra interés por la ciencia y tecnología y está representado especialmente en varones de 30-40 años. El 20% de la población española presenta este perfil, normalmente acompañado de una actitud pro-científica y una percepción positiva pero crítica con la ciencia, indica Laspra. Por contra, las creencias religiosas afectan de forma negativa a la ASC debido a “componentes sociológicos, psicológicos, e históricos”, aunque “hay personas que parecen ser capaces de conjugar ambas”, ya que es un tema “muy complejo relacionado con las pseudociencias y las fake news”, añade. La investigadora recalca que fomentar el interés en la ciencia y la tecnología es un objetivo cuya importancia va más allá de fomentar la apropiación. Pese a la existencia de legislación que pretende “impulsar la cultura científica, tecnológica e innovadora a través de la educación, la formación y la divulgación”, reconoce que “necesita traducirse en estrategias concretas”, pues aún queda mucho por hacer. “Necesitamos una política científica más robusta”, concluye.

El fomento e incentivación de la actividad de museos, planetarios y centros divulgativos es un objetivo recogido en el artículo 38 de la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación vigente.  No obstante, la investigadora se apoya en varios estudios en el contexto español para cuestionar que la asistencia a los mismos sea indicativa de interés en materias tecnocientíficas. “Proporcionan información en abundancia”, reconoce. El problema es que en el imaginario popular no figuran como lugares capaces de dar respuesta a preguntas”, diagnostica. La experta afirma que “existe un nicho de oportunidades” y sugiere involucrar a la ciudadanía en la toma de decisiones en cuestiones de interés social en estos espacios, algo a su juicio necesario en “una sociedad democrática marcada por el desarrollo científico tecnológico”. Jurados, encuestas deliberativas o paneles de consulta son estrategias que considera adecuadas para incorporar la voz pública en los museos de ciencia y tecnología. “Son espacios muy adecuados para albergar este tipo de acciones”, apunta, señalando que poseen grandes aforos, recursos tecnológicos, horarios flexibles, personal especializado y acceso a expertos. Estas características permiten la incorporación de simulaciones de la toma de decisiones en temas socialmente relevantes como los alimentos transgénicos, el cambio climático, la reproducción asistida, el virus del papiloma humano o la experimentación con células madre, para que “los visitantes puedan familiarizarse con la participación y practicarla”, afirma. 


“Los individuos tienen que tomar decisiones en ciencia y tecnología”

Al respecto de las exposiciones museísticas, sugiere un giro en los contenidos desde la “ciencia en mayúsculas” hacia la “ciencia cotidiana”, siguiendo “la máxima educativa de empezar por lo conocido para llegar a lo desconocido”. Considera que la ciencia de los grandes descubrimientos, los importantes avances tecnológicos y los premios Nobel está representada, pero no tanto la que se utiliza a diario y pasa desapercibida. Por ello, invita a los responsables de los contenidos expositivos a mostrar los principios científicos que hay detrás del día a día de las personas, con el objetivo de incrementar su interés. Mostrar la ciencia y la tecnología tras el funcionamiento de una placa vitrocerámica o de inducción, el pronóstico meteorológico, el color de la ropa o el gel de ducha son contenidos que pueden “hacer de estas entidades lugares de apropiación científica”, apunta.  La episteme y la téknē pueden ser percibidas como saberes elevados, propios de grandes figuras como Francis Bacon, pero como sugiere la experta, también incluyen la ciencia y la tecnología más mundana, imbricada hasta la médula de nuestra cotidianeidad.

“Saber más de ciencia puede salvarnos la vida”

El catedrático invita a la ciudadanía a implicarse en la búsqueda y aplicación de información científica

ENTREVISTA | José A. López Cerezo Experto en Ciencia, Tecnología y Sociedad

José Antonio López Cerezo / Dpto. Filosofía Universidad de Oviedo

La ciencia y la sociedad parecen comportarse como líquidos inmiscibles: aunque tratemos de hacer una mezcla homogénea de ambas, con el tiempo tienden a ocupar lugares diferenciados. O, al menos, así lo percibe una buena parte de la sociedad. Por el contrario, José Antonio López Cerezo, miembro del Grupo de Investigación de Estudios Sociales de la Ciencia que elabora y analiza parte de las encuestas bienales de la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT), defiende que la ciencia está integrada en el día a día de cualquier ciudadano y que debemos tenerla en cuenta para tomar decisiones mejor informadas. La sociedad y la ciencia forman una mezcla homogénea más cercana a una emulsión. Este grupo, en el que acompaña a las investigadoras Montaña Cámara Hurtado y Belén Laspra, estudia la incidencia de la ciencia en la vida de las personas, un proceso conocido como Apropiación Social de la Ciencia (ASC) en el que consideran fundamental que la ciudadanía tome un papel protagonista.

El también Catedrático de Lógica y Filosofía de la ciencia de la Universidad de Oviedo reconoce como padre del término ASC al físico colombiano Eduardo Posada Flórez, si bien él fue uno de los primeros en traer esta noción a España. El investigador explica que el proceso consta de tres dimensiones: cognitiva, valorativa y operativa. La primera consiste en la recepción de información científica a través de medios digitales o tradicionales como internet, la prensa o el entorno social. Ésta va compañada de la integración del conocimiento en el sistema de creencias propio, algo que conlleva “cambiar las actitudes y valoraciones de un individuo”, como comenta López Cerezo. La última dimensión, en la que se han centrado sus indagaciones, consiste en la modificación del comportamiento. Para estudiar la fase operativa de la ASC, el grupo de investigación de López Cerezo ha contribuido a elaborar diversos cuestionarios cuya intención es detectar cuándo el conocimiento científico es puesto en práctica.

Tratar de arreglar por cuenta propia un aparato averiado, buscar información acerca de un ingrediente alimentario controvertido o consultar a un profesional de la salud por un nuevo fármaco son respuestas consideradas indicativas de un alto nivel de ASC. Como el lector habrá podido notar, el factor común de estos ejemplos es “la tendencia a buscar información científica para resolver aspectos particulares de la vida”, resumido en palabras del investigador. No obstante, no todas las formas de ASC van acompañadas del ejercicio del pensamiento crítico. La confianza ciega en la ciencia, encarnada en profesionales como científicos y tecnólogos, puede convertir al ciudadano en “un simple intermediario de un mandato científico en un comportamiento individual”, una posición que coloca a la ciencia “en un pedestal” y que la trata “de una forma similar a la religión”. Para que la ciudadanía ejerza la apropiación de una forma más saludable es necesario que tome “un papel protagonista en la búsqueda, el filtrado y la selección de información científica”, apunta López Cerezo.

“Estar cercano a la ciencia no sólo es saber más ciencia, sino también llevarla a la vida cotidiana”

Pese al énfasis en el cuestionamiento de las fuentes, el catedrático no se muestra partidario de un escepticismo total justificado por la desconfianza en las instituciones, un fenómeno que califica de “difícilmente comprensible”. Sin embargo, añade que “los analistas coinciden en que hay una larga cantidad de crisis y escándalos vinculados al desarrollo científico-tecnológico que han adquirido visibilidad en las últimas décadas en el mundo occidental”. Cita, entre otras, el caso de las vacas locas, el engaño de Volkswagen con los motores diésel o las dioxinas en los pollos belgas. En este contexto, el investigador recuerda que “reconocer las limitaciones y los riesgos de la ciencia no tiene nada que ver con ser anticientífico” y aporta un concepto clave: el escepticismo leal. Esta actitud crítica, acuñada por el investigador demoscópico Martin Bauer, consiste en “el apoyo a la ciencia desde un cierto escepticismo”, explica el catedrático. Ampliando la definición, el entrevistado añade que esta actitud consiste en “estar con la ciencia” siendo conscientes de que hay “tanto elementos valiosos -la mayoría de ellos- como otros que pueden suscitar el rechazo o la mirada cautelosa” y pone como ejemplo práctico la petición de una segunda opinión médica.

Para evitar que el escepticismo leal derive en una actitud anticientífica “hay que diferenciar entre desmitificar la ciencia y descalificarla”, apunta el experto, que considera que la ciencia no es infalible en tanto que es una actividad humana. Por contra, presenta sus limitaciones, incertidumbres y riesgos. En ese sentido reconoce que las estrategias de comunicación social están trasladando una imagen demasiado tradicional de la ciencia, presentándola como unívoca e infalible, una táctica que califica de “contraproducente”. Para reforzar su punto de vista, se apoya en un ejemplo: “Firma como científico el ingeniero de montes que trabaja para una empresa privada dedicada a la fabricación de pasta de papel pero también el ecologista que milita en una organización que se opone a las prácticas de la empresa”. El resultado son “científicos enfrentados con científicos”. “La ciencia debe ser más humilde”, asevera, lo que no quita que considere un gran error su deslegitimación, ya que “reconocer la credibilidad y utilidad de la ciencia es fundamental”. En esa línea, apunta que, a un nivel macrosocial, “un aumento de la cultura científica hace que mejoren todos los indicadores que tienen que ver con educación, competitividad empresarial, desarrollo, etc.”.

“Debemos desmitificar la ciencia sin desacreditarla”

López Cerezo añade que “saber de ciencia puede, desde enriquecernos como personas, hasta salvarnos la vida en la actual sociedad del riesgo, rodeados de amenazas con origen en el desarrollo industrial de base tecnológica”. La creación de espacios de participación ciudadana, la existencia de fuentes de información científica libres, ricas y plurales, la estimulación de organizaciones, asociaciones ciudadanas, las ONG relacionadas con la ciencia y la tecnología y el aumento de los contenidos metacientíficos en comunicación son algunos de los ingredientes que el investigador considera necesarios para aumentar el “engagement” o implicación ciudadana. “Muchas veces tendemos a infravalorarlos -a los ciudadanos- y creo que es un grave error”, afirma. “Debemos implicarlos”, concluye el filósofo.

Recuerdos de la ciudad del dolor

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes abre un portal dedicado al Sanatorio de Fontilles para preservar la memoria de la lepra en España


La Colonia-Sanatorio de Fontilles (Vall de Laguar, Alicante) abrió sus puertas en 1909 a un grupo de ocho afectados de lepra para su cuidado. Hoy, 110 años después, abre sus puertas al mundo digital a través de una plataforma desde la que aproximarse a su historia por medio de imágenes, fotografías, publicaciones e historias de vida de quienes padecieron esta enfermedad. El proyecto, dirigido por el profesor de la Universidad de Alicante, Antonio García Belmar y coordinado por Eduardo de Miguel, de la Fundación Fontilles; pretende preservar la memoria de una experiencia colectiva con el objetivo de dignificar la enfermedad y a quienes la sufrieron.

Vista del sanatorio en la década de 1910 / Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

La lepra es una enfermedad causada por un bacilo, Mycobacterium leprae, que se multiplica muy despacio, ralentizando la aparición de los síntomas, en ocasiones, hasta veinte años después. La enfermedad afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos, la mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos. Es una enfermedad que puede curarse con un tratamiento multimedicamentoso pero si no se trata puede causar lesiones permanentes graves.

Actualmente su incidencia en España es bastante baja, en comparación con la situación que se vive en otros países como Etiopía, Brasil o India. Apenas once casos se registraron en nuestro país el pasado año 2018. De estos casos, tres afectados eran de nacionalidad española y el resto, de nacionalidad extranjera, ya infectados, que viajaron a España donde fueron diagnosticados y tratados, según explica Eduardo de Miguel, coordinador de proyectos internacionales de Fontilles.

Casi todo en la lepra son datos, mediciones, índices y cuantía de afectados. Sin identidades, sin nombres propios. Enfermos que siempre se sintieron aislados por una sociedad que temía, y aún sigue temiendo, lo desconocido. A los pocos años de la apertura de Fontilles, un muro de más de tres kilómetros de largo se encargó de delimitar claramente la colonia-sanatorio del resto del pueblo. La reclusión y la segregación han estado siempre presentes en la historia de este lugar que se convirtió en un pueblo para aquellos que no tuvieron más remedio que recluirse allí esperando poder ser curados.

Más de tres mil almas han pasado parte de su vida entre las paredes de aquel complejo sanitario. Un lugar que, durante los años ochenta, apostó por la rehabilitación integral de las personas enfermas, tanto a nivel físico, como psicológico, social y laboral. De muy pocos de ellos se conocen sus historias, sus narraciones sobre toda una vida marcada por esta enfermedad y ese ha sido, en parte, uno de los objetivos de trabajo: la recuperación de las historias de vida de algunos afectados.


La lepra y sus metáforas
Marginación, miedo, mito y estigma son palabras que van unidas al nombre de una enfermedad: lepra. Una afección siempre rodeada por un halo de desconocimiento y metáforas de la enfermedad, que ejercieron una función social de control y que solían acentuar los aspectos más repelentes de la misma. Se creó una imagen social de la lepra que posaba el acento en el aislamiento y la estigmatización que vivieron los enfermos que se recogían en sanatorios para su tratamiento médico, como fue el caso de la colonia de Fontilles. Todos ellos son conceptos que han de ponerse en evidencia, criticarse y desgastar, para que dejen de asociarse a la lepra. Y en esa labor de desgaste es, en parte, uno de los objetivos del proyecto Fontilles que se aloja en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes desde hace solo unas semanas.


Historia de un proyecto

García Belmar comenta que la colaboración entre la Universidad de Alicante y la Fundación Fontilles viene de años atrás. Los primeros trabajos que hay, abordados desde la historia de la ciencia, relacionados con Fontilles, son los de Josep Bernabéu, de la Universidad de Alicante, sobre el conjunto, la revista, el surgimiento del sanatorio y su contexto en la España de principios del siglo XX, así como sobre las metáforas de la enfermedad.

Tal y como describe García Belmar, la Fundación Fontilles entró en contacto con la universidad hace unos seis años, para plantear la posibilidad de crear un proyecto museográfico con los fondos históricos del sanatorio para la difusión y preservación de los documentos: “Aquel proyecto quedó en un segundo plano y más adelante volvimos a entrar en contacto con Eduardo de Miguel para elaborar otro para la petición de una subvención a la Sasakawa Memorial Health Foundation”. Ese proyecto era de recuperación y preservación de patrimonio histórico al que se añadía algo que, hasta ahora, no se había tenido en cuenta de manera sistemática, que eran las fuentes orales: testimonios y experiencias de vida de personas que habían padecido la enfermedad. La incorporación de todas estas propuestas hizo que la fundación japonesa se interesara por él y lo financiara. Su papel ha sido fundamental al poner los fondos, pero también ha orientado y dado fuerza a este proyecto, según cuenta Antonio García Belmar.

El proyecto siempre se ha considerado importante, pero había quedado en un segundo plano en otras ocasiones por problemas de financiación. Existen algunos aspectos urgentes como son la conservación del material, que corre el riesgo del deterioro, y también la parte de los testimonios orales. Contra todo ello el tiempo es el elemento apremiante. Como explica Eduardo de Miguel: “Nuestros residentes en Fontilles son personas de avanzada edad y por lógica de la vida existía una cierta urgencia en poder recoger esos testimonios para la posteridad”.

Cuando se presentó la propuesta a la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, la respuesta y la acogida fueron muy positivas y generosas y así se ha convertido en un espacio donde alojar todos esos materiales digitalizados con una visibilidad y una difusión que por otros medios no hubiera sido posible conseguir- comenta Antonio García Belmar.

Bajo el título Fontilles y la lepra en España, se encuentra una amplia muestra de revistas, obras, imágenes, testimonios, documentos y objetos del patrimonio histórico del sanatorio, además de un catálogo bibliográfico con las obras conservadas en la Biblioteca Médica de Fontilles; así como las dos revistas publicadas por el sanatorio que fueron, y son, un importante canal de difusión de las investigaciones sobre la lepra.
A todo ello hay que sumarle un banco de unas quinientas imágenes,  seleccionadas del Archivo Fotográfico, elegidas por su calidad técnica y artística. Por último, mapas y gráficos, planos y proyectos arquitectónicos de los edificios del centro.

Recuperar la memoria de los afectados

Pero este proyecto va mucho más allá de la simple conservación y exhibición de años de historia a través de lo material. Este proyecto destaca la importancia y el valor de la preservación de la memoria de las enfermedades y de quienes la padecieron. Y es que, todos los especialistas coinciden, tan importante y necesaria es la educación sanitaria como la educación social, para lograr eliminar el estigma que siempre ha acompañado a la lepra.

“Es la gran batalla”, dice apesarado Antonio García. A juicio del director, la batalla médica, gracias a que existe un tratamiento efectivo y estandarizado, está ganada. Aunque el tratamiento no sea igualitario en países como Brasil o India donde es una enfermedad todavía muy complicada. A pesar de todo, un elemento fundamental que sigue provocando daños, es el estigma. Este hace que la enfermedad se oculte, tanto por parte de quienes la padecen, como por parte de los gobiernos y así lo único que se consigue es alimentarla cada vez más, que avance, progrese y siga haciendo daño. “La lucha contra el estigma es un objetivo de este proyecto”, aclara García Belmar.

Eduardo de Miguel, conocedor de la situación de la enfermedad en otros países, comenta que las actividades de sensibilización que se realizan en Fontilles están vinculadas, principalmente, a dos aspectos: lepra y pobreza y lepra y mujeres. Se hace hincapié en las causas del padecimiento de la enfermedad y su relación con la población más pobre. Se trata de campañas que explican cómo la enfermedad afecta, especialmente, al colectivo de las mujeres en países donde tienen mayores dificultades para acceder a los recursos sanitarios y la lepra les afecta en mayor medida.

III Curso Internacional de Leprólogos (1950) / Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Todavía viven algunos afectados en Fontilles, en concreto veintidós, mejor dicho, ex afectados, como puntualiza Eduardo de Miguel: “Los que aquí viven algún día padecieron la enfermedad, aunque ahora ya no y lo que queda de ella son solo las secuelas. Son personas de avanzada edad que están aquí, no porque estén recibiendo ningún tratamiento, ni estén ingresados, sino que para ellos Fontilles es su casa y han decidido vivir aquí el resto de los días que le quedan.”

Desde el mes de junio de 2016, se han realizado entrevistas a las personas que todavía residen en el Sanatorio de Fontilles y que aceptaron compartir el testimonio de sus vidas. Las dieciocho historias de vida registradas en casi sesenta horas de grabación y transcritas en un documento de varios cientos de páginas han sido analizadas, organizadas temáticamente y preparadas para su publicación en forma de libro. Es muy poco lo que se sabe de las personas que padecieron esta enfermedad que les marcó para siempre tanto física como emocionalmente. El principio parecía sencillo, dice García Belmar, bastaba con preguntar, sí, pero también había que estar dispuestos a aceptar las respuestas de unas historias de vida que están desapareciendo y para las cuales el tiempo juega en su contra.

Resulta esencial prestar atención a estos testimonios, a los sentimientos que de ellos se desprenden. El sonido de estas palabras, su entonación, sus silencios y pausas, absolutamente todo contribuye a comprender qué significó ser un enfermo de lepra entre las paredes de este antiguo sanatorio. Con este proyecto se recupera la oportunidad de recoger y conservar esta parte esencial del patrimonio histórico de Fontilles y de la historia de la lepra en España: el testimonio de quienes se enfrentaron a ella.

Cuando ya has escuchado los testimonios, no solo estos de Fontilles, de personas afectadas por la lepra, en momentos de la historia diferentes o en contexto sociales, económicos y sociales diferentes, al final todos repiten un mismo patrón. Un patrón que está relacionado con su exclusión y con el estigma y se repite en diferentes puntos de planeta. Un aspecto curioso desde el punto de vista de lo particular que es esta enfermedad. – E.M.

Una práctica de los años ochenta

Los primeros estudios realizados con fuentes orales, en España, en el siglo XX, fueron desarrollados a partir de testimonios obtenidos de supervivientes de la guerra civil. Pero el primer archivo de Historia Oral surgió en 1983, el Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, con el objetivo de diseñar y elaborar proyectos interdisciplinarios de investigación; captar y conservar documentación y testimonios personales; proceder al tratamiento archivístico de las fuentes para facilitar su consulta y publicar el material documental relacionado con la información obtenida. Otras iniciativas han trabajado en la recuperación de la memoria colectiva de la Segunda República, la Guerra Civil, el Franquismo y la Transición. Desde el punto de vista internacional, el establecimiento como asociación en 1996 de la International Oral History Association (IOHA), ha significado la posibilidad de crear una red de colaboración y de transmisión de conocimientos trascendental para el desarrollo de la Historia Oral. En la actualidad, y gracias a la definición de herencia cultural intangible, realizada por la UNESCO, la tendencia es constituir centros globales que no solo realicen la labor de recuperación y conservación de los testimonios orales, sino que posibiliten la utilización y exhibición de estos.

La historia oral es un elemento esencial para comprender la historia de esta enfermedad. Es una deuda con esas personas que se han mantenido en silencio durante mucho tiempo. Antes de empezar las entrevistas siempre hay una explicación previa a aquellos que quieren participar y ellos finalmente deciden si quieren hacerlo y por qué. En la mayoría de los casos lo que pretenden en dar a conocer su realidad.

Como aclara el director del proyecto, estos testimonios tienen un doble valor y es que, además, aportan información como no lo hacen otras fuentes. Son capaces de descubrir aspectos de la realidad de la enfermedad que las fuentes gráficas o escritas no dan. Hay otra información en ellas que es la percepción particular de la enfermedad, el significado de esta, la explicación que cada enfermo le otorga a su padecimiento. Esa es una información muy valiosa porque incluso ayuda a comprender las consecuencias que tiene estigmatizar a un colectivo por las razones que sea.
Se pretende que el proyecto de historia oral acabe en la publicación de un libro con las transcripciones de las entrevistas que completen los fragmentos de la fonoteca por una razón de peso que explica García Belmar: “Nunca es igual la lectura de los testimonios que la escucha de los mismos. Toda la información contenida en las palabras, la cadencia, el acento, las emociones… todo eso se pierde en la transcripción y por eso creemos que deben complementarse”.

Pensamos que estos testimonios y su salvaguarda podían ser útiles en el futuro para luchar contra la exclusión social y discriminación que sufren otros colectivos. Creemos que esa es la utilidad que puede tener este trabajo para la humanidad, independientemente del valor que pueda tener para investigadores o especialistas que estén interesados en el tema. – E.M.

Visibilizar y sensibilizar como objetivos fundamentales

La lepra es una enfermedad que ha afectado mucho a aquellos que la padecieron y una de las principales contribuciones de este proyecto es ayudar a recuperar la dignidad de la memoria de aquellos que todavía no pueden expresar abiertamente que la sufrieron y ahora están curados.

Ellos lo dicen, realmente la enfermedad era curable y podía hacerse rápido y sin secuelas, ahora bien, el problema es que una vez que fueron diagnosticados, uno es leproso para toda la vida. Esa es la auténtica batalla, no tanto la lucha contra la bacteria causante, sino contra el estigma que ha condicionado toda su vida. – G.B.

El desconocimiento de la enfermedad en la actualidad continúa siendo unos de los caballos de batalla del día a día de especialistas y fundaciones como la de Fontilles. Hay que explicar constantemente que la lepra no tiene la imagen que a la gente suele traerle al subconsciente, de personas con rostros desfigurados, con muchas lesiones a nivel externo. Hay otras formas de manifestarse, que no son tan violentas ni tan visibles, aunque también acaban generando estigma. Lo cuenta quien trabaja de primera mano con una enfermedad con desigual incidencia en el mundo: “La gente piensa que ya no existe, que es una enfermedad del pasado y sin embargo no es cierto. Incidimos sobre este tema de manera especial el Día Mundial de la Lucha contra la Lepra, que es el último domingo de enero, pero en realidad es parte de nuestro trabajo diario”- comenta Eduardo de Miguel.

La gente que se aproxima a Fontilles lo hace desde muy diversos puntos de vista, a veces social, otras histórico, antropológico o incluso arquitectónico. Uno de los fines de este proyecto es que todas esas visiones se vayan entrelazando para lo que es el fin último: la lucha contra la enfermedad, la lucha contra la exclusión social y la defensa de los derechos humanos. Todo está unido y tan importante es para la Fundación la conservación y puesta en valor de los documentos y los testimonios a corto plazo, como la defensa de los colectivos que en el siglo XXI siguen padeciendo la exclusión social por enfermedad. Ciertamente esta plataforma ha de contribuir a visibilizar y sensibilizar sobre esta enfermedad entre la sociedad. Así lo afirman, esperanzados, los responsables del proyecto.

Tras la catalogación, el archivo y la digitalización de todos los documentos, el objetivo es llevar a cabo una difusión del proyecto por medio de varias iniciativas. Una de ellas es la presentación en congresos o reuniones científicas o incluso elaborar alguna publicación. Pero, además, el objetivo es ofrecer la experiencia a otros espacios similares a Fontilles, que cuenten con fondos de archivo, biblioteca, fondos fotográficos y fondos gráficos. Algo así como un asesoramiento para la recuperación de su patrimonio.

Antonio García Belmar comenta que ya hay programado un encuentro con personas que trabajan en entidades similares en Grecia y Portugal y también en Noruega e Italia. El objetivo es crear una especie de consorcio, intercambiar experiencias y llevar este modelo de trabajo a otros lugares donde pueda aplicarse.

Eduardo de Miguel aclara que este no es un proyecto que aparece de manera aislada, sino que surge en un contexto, de trabajo global, en el que otras instituciones a nivel europeo y mundial están intentando rescatar del olvido y de la destrucción todo ese patrimonio material e inmaterial, a través de los testimonios de los enfermos. Europa, Asia y América Latina, principalmente, están creando unas conexiones que están generando un proyecto vivo y dinámico. El fin es que todo aquello que sea posible preservar y conservar, que esté vinculado con antiguas leproserías, quede a disposición de la humanidad, en general, para lo que pueda ser útil. “Yo quiero pensar que esto empieza aquí y que va a ir generando un tipo de redes de antiguas leproserías que en un futuro puedan acabar incrementando ese patrimonio digital a través de la Miguel de Cervantes, o desde otra plataforma”,comenta con entusiasmo De Miguel.

Después de cuatro años de trabajo,de los cuales dos de ellos han contado con la financiación de la Sasakawa Memorial Health Foundation, se ha logrado la formación de una plataforma a la que es interesante asomarse, para conocer más sobre una enfermedad, a la que el conocimiento científico y médico, ha hecho menos dolorosa y peligrosa. Sin embargo, el conocimiento social e histórico aún no ha conseguido mermar las falsas creencias y mitos que sobre ella perduran hoy en día. Quiera que proyectos como este lo consigan y palabras como las de Salvador Sellés, plasmadas en un poema en 1912 que lleva por título Lepra, no se repitan:

¡Oh la lepra invisible y demoníaca!
Ella acecha y ataca: nos envuelve en sus redes y sus lazos, nos invade ganando vena a vena, nuestra sangre envenena y desprende los miembros a pedazos.

El canvi climàtic arriba al Pou Clar

Quasi quatre mesos sense caure ni una gota d’aigua a la localitat valenciana d’Ontinyent. Com informava El Periòdic d’Ontinyent, a la ciutat no plovia des del passat 13 de desembre del 2018. I hi haurà encara qui afirme que el canvi climàtic no existeix. No obstant, i tant que ho fa. Una de les seues víctimes és el Pou Clar, un paratge natural d’una gran bellesa composada per diversos pous i recessos d’aigua, amb una zona d’abruptes barrancs de roca calcària situat a la capital de la Vall d’Albaida. La sequera dels pous que el formen, l’aigua estancada i verdosa, marques que mostren la baixada del nivell de l’aigua en més de mig metre… Aquests signes són un clar exemple que el canvi climàtic ha arribat al Pou Clar,  i sembla que per a quedar-se si no es fa res per evitar-ho. “Al nostre parer deuria fer-se un estudi seriós i rigurós, donat que tenim el canvi climàtic damunt, del subsòl i el cabal d’aigua que alimenta el Pou Clar per fer previsions per un proper futur”, sentència Ramón Martínez, membre de l’associació d’Amics del Pou Clar i professor de Geografia i Medi Ambient.

El Pou Clar (Ontinyent)- Sonia Pla

Primeres senyals d’alarma

Un dels paratges naturals més famosos de la Vall d’Albaida comença a emetre les primeres senyals d’alarma. Entre les principals està l’actual sequera que pateix el pou del Salze i quan açò passa, segons els experts, la resta de pous comencen a fer-ho. “El del Salze és el pou que està a un nivell més alt i, per tant, sempre és el primer que es seca. És a dir, quan baixa el nivell freàtic, el primer en assecar-se és aquest, i si continua baixant el nivell, s’assequen els altres”, explica Rafa Morera, tècnic de Medi Ambient de l’Ajuntament d’Ontinyent.

A més, el color verdós en l’aigua dels pous situats a la part alta del paratge també és un indicador de què, si la situació meteorològica no millora, el Pou Clar viurà una de les seues pitjors etapes a l’estiu. “Els meteoròlegs han anunciat una primavera més càlida i menys plujosa de lo habitual. Per tant, si el paratge no arribara a assecar-se del tot, sí que patirà el mateix que al 2016: aigua verda i pudenta”, afirma el professor Martínez. Si no plou l’aigua s’estanca i no corre, pel que dóna lloc a que presente eixe estat verdós.

Aigua estancada als pous de la part superior del paratge- Sonia Pla

Si es continuen observant les senyals del paratge a simple vista es veuen les marques que la baixada de l’aigua ha deixat sobre les pedres. Més de mig metre de diferència evidència la crítica situació en la que es troba el Pou Clar.

Les marques d’aigua a les parets del Pou Clar que mostren la baixada de mig metre de l’aigua -Sonia Pla

L’últim índex que ha provocat que es comence a parlar de la possible futura sequera del paratge natural ontinyentí és l’estat del Riu Clariano. Partint que el Pou Clar està considerat com el naixement d’aquest riu, és a dir, una prolongació, si aquest es troba sec significa que no baixa la suficient aigua des del paratge. “El Clariano circula completament sec al seu pas pel nucli urbà, fet molt poc freqüent durant l’hivern o la primavera”, sentència Morera. A més, si al factor climàtic se li suma que des de l’associació d’Amics del Pou Clar denuncien que, segons la Confederació Hidrogràfica del Xúquer, al Clariano li correspon més cabdal “però des de l’ajuntament ningú diu ni fa res”, s’entén encara més la deterioració del riu.  Els experts coincideixen que la situació que viu el Clariano durant els últims mesos no és normal per al període en els que es troben, el que indica que alguna cosa no marxa bé.

Què ha propiciat aquesta situació?

Són molts els factors que han originat la situació crítica en la que es troba el Pou Clar, però la principal és l’absència de copioses pluges. A la capital de la Vall d’Albaida han estat tres mesos i mig sense pluja. Com publicava el Periòdic d’Ontinyent el passat de 12 de març a l’article ‘La sequera amenaça el Pou Clar’, a la ciutat no plovia des del 13 de desembre del 2018, ratxa que es va trencar el 30 del mateix mes. Si comparem les dades de la pluja arreplegada durant els tres primers mesos dels últims 5 anys, aquestes parlen per si mateixa.

“En tot el que portàvem fins al 29 de març del 2019, la pluja havia sigut inferior a 2l/m2. Per això estem molt per davall de la precipitació mitjana anual, i si no es repeteixen estes pluges el més probable és que el Pou Clar patisca molt els mesos d’estiu”, explica Rafa Morera.

Com s’explica açò? Pablo Ángel Guerra, meteoròleg de l’estació d’Ontinyent, afirma el següent: “Els períodes de sequera són una constant en la capital de la Vall d’Albaida en els últims anys. És com un compte corrent, si no claves diners i traus per què has de pagar les despeses, al final els números rojos et persegueixen”. A més, senyala que la falta d’una bona nevada a la Serra de Mariola també és clau del crític estat en el que es troba el paratge natural. La falta d’abundants pluges durant els últims anys també ve relacionada amb el calfament global que viu el planeta. “És evident que hi ha una estreta relació entre la temperatura i les precipitacions”, sentència Pablo Ángel. El meteoròleg continua explicant que aquesta relació es mostra clara en el període del 2000-2017, ja que els anys on la temperatura mitjana supera els 17 graus són menys plujosos. Les dades mostren que des de l’any 2007 fins al 2018, excepte durant el 2010, tots superen els 17 graus de mitjana, el que suposa que durant els últims onze anys hi haja absència de copioses pluges. “Sembla que cada any que passa, la temperatura mitjana puja  i que ploga menys. És a dir, que estem veiem com els anys són més càlids i secs”, afirma Ramón Martínez.

Les sèquies també mostren la baixada del nivell d’aigua- Sonia Pla

Si a la falta de precipitacions se li suma la utilització de l’aigua del Pou Clar per a usos agrícoles, industrials així com per a consum humà, és fa més que evident el per què del nefast estat actual. “La utilització de l’aigua per a usos externes és una de les qüestions que més afecta el nivell d’aquesta del paratge”, explica el tècnic de l’Ajuntament d’Ontinyent. Al que el meteoròleg Guerra contesta: “S’hauria de regular i millorar el reg per a no perdre aigua, que és un be col·lectiu i necessari que s’ha de compartir de forma racional”.

A més, el professor Martínez assenyala que l’estat de moltes de les sèquies es troben obstruïdes i trencades, el que dóna lloc a que es perda més aigua de la que es deuria. “Si es tinguera un major control i revisió sobre elles es podria evitar una pèrdua d’aigua innecessària”, sentència el membre de l’associació d’Amics del Pou Clar.  

Les xifres

Des de l’any 2011 la temperatura mitjana anual a la localitat d’Ontinyent és superior als 17 graus, com s’ha assenyalat anteriorment. És una data bastant alarmant si es té en compte que en el període del 1941 fins al 2006 sols en set anys la mitjana havia sigut igual o superior a eixos graus. És a dir, que durant 65 anys la temperatura anual ontinyentina era inferior a 17 graus i ara, des de fa 8 anys, que aquesta no baixa d’eixa xifra.

És més, es podria dir que des de fa dotze anys,–a excepció del 2010-, la temperatura mitjana anual és superior als 17. Aquestes xifres corroboren el que tant Ramón Martínez com Pablo Ángel sentencien en quant a que els anys són més càlids. Ara bé, s’haurà de comprovar si existeix la relació en quant a més calor menys precipitacions.

Un cop més els experts estan en lo cert. La tendència mostra que des de que la temperatura mitjana anual ha augmentat a la capital de la Vall d’Albaida, els dies on la pluja es deixa caure són més difícils de veure. El fet que des de l’any 2011 fins al 2018 la temperatura anual no haja baixat dels 17 graus i durant este període no haja plogut més de 100 dies en un any mostra la estreta relació que hi ha entre el calfament global i la sequera. Si  es té en compte aquesta correlació i es presta atenció a la següent taula es pot preveure un futur no molt esperançador per al Pou Clar.

Crida l’atenció com en la majoria de mesos la mitjana de la temperatura és major en el període dels últims 54 anys, i a nivell general, té la mitjana més superior dels últims quasi cent anys. Açò el que denota és que la localitat ontinyentina està vivint els anys més calorosos dels últims 55 anys, el que comporta que el nivell de precipitacions també s’haja vist reduït, fet que afecta directament al cabdal del Pou Clar.

No obstant, durant els últims anys l’estat del paratge natural ontinyentí no es trobava tant sec com hui en dia. Però, la solució és senzilla. Si es tenen en compte les dades arreplegades tant les referides a la temperatura com a les precipitacions, a la capital de la Vall d’Albaida a data d’1 d’abril, aquestes parlen per si soles. En quant als graus “març ha estat el quint més càlid dels últims 25 anys, sols superat en 2017 (14.3), 2008 (14), 2006, (14.2), i 2001 (16’4). Este any fou 13’5, un 1’2 per damunt de la mitjana”, explica el meteoròleg Pablo.

I pel que fa a les precipitacions, el nombre de litres per metre quadrat el dia d’1 d’abril no arribava als 46 litres, dada molt per davall si es compara amb les xifres arreplegades al mes d’abril dels últims set any, totes per damunt dels 52 l/m2, com es veia al gràfic del principi.

L’ inici de l’any 2019 no depara bons presagis per al futur estat del Pou Clar, i més si es té en compte que tota la pluja arreplegada d’aquest any ha estat en els últims dos dies del mes de març. “Este episodi de pluges ha tingut una intensitat aproximada de 50 l/m2. Per això estem molt per davall de la precipitació mitjana anual, i si no es repeteixen estes pluges el més probable és que el Pou Clar patisca molt els mesos d’estiu.”, sentència el tècnic Morera.

Té el paratge data de caducitat?

“El canvi climàtic és irreversible, pel que el Pou Clar desapareixerà i a curt termini. Els episodis de pluja extraordinaris sols han prolongat l’agonia de la seua mort”, afirma  l’ontinyentí Pablo Guerra.

Quan el meteoròleg diu que “els episodis de pluja extraordinari sols han prolongat l’agonia de la seua mor”, fa referència als cicles de períodes secs i humits. És a dir, al seu llibre ‘Clima i oratge a Ontinyent’ (2018), Guerra Ángel senyala que en augmentar els anys amb temperatures per sobre dels 17 graus, que com s’ha vist abans és la tendència que s’està donant en els últims 12 anys (a excepció del 2010), són més abundants els períodes secs. Açò significa que si la temperatura mitjana continua mantenint-se o sent superior als 17 graus, hi haurà més temporades amb absència de copioses pluges, per molts episodis espontanis de pluja que tinguen lloc, com el del passat març on en dos dies s’arreplegaren quasi 45 litres per metre quadrat. Per que per a mantenir un paratge com el Pou Clar és necessari una regularitat en el règim pluvial, cosa que, segons l’expert, no passa a la localitat ontinyentina. “El clima mediterrani és molt irregular, i la tendència és que s’incremente esta irregularitat, el que provoca estes sequeres intenses i pluges molt intenses”, sentència el tècnic Morera.

Aquesta irregularitat no sols és nefasta per a la sequera del Pou Clar, sinó que el afecta a uns nivells més generals. “Suposa un procés irreversible per al paratge natural: esgotament de l’aqüífer, sequera de la vegetació, pèrdua de l’arborat, incendis, falta d’aigua per al regadiu, abús en la utilització per part del públic…”, sentència el meteoròleg ontinyentí.

El canvi climàtic han donat a la població ontinyentina un cop de realitat, ja que els seus efectes estan començant a deixar petjades en un dels seus majors tresors, el Pou Clar. Qui sap si açò servirà per a que comencen a conscienciar-se amb el medi ambient i tinguen més cura cap a ell. Cert és que lluny queden les imatges d’aquest paratge, on l’aigua brotava fluentment i el paisatge era més pintoresc del que és hui en dia. El riu Clariano portava aigua quasi tot l’any al seu pas pel poble, amb peixos, ànecs, granotes, tot ell envoltat de boga i joncs. Sens dubte, una realitat que a hores d’ara sols és una fotografia en l’imaginari de la població ontinyentina.

El Pou Clar als anys 60- Ramón Martínez

“El objetivo principal de la ciencia es descubrir la verdad sobre el universo”

ENTREVISTA | Antonio Diéguez Filósofo de la biología

Antonio Diéguez.


Antonio Diéguez es Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Málaga. Su dilatada y laureada trayectoria académica comenzó con el realismo científico, un debate clásico de la filosofía de la ciencia del que es un exponente nacional. Cuando los puntos clave de los análisis filosóficos sobre ciencia quedaron acotados los filósofos se especializaron en ciencias concretas. Él escogió la biología, lo que le permitió explorar un terreno en el que se muestra muy cómodo: las fronteras entre la naturalezade los diferentes seres vivos. Su debate más reciente trata sobre la existencia de un límite verdadero entre lo que entendemos como animales, humanos e hipotéticos seres transhumanos. Comprometido con la divulgación, es autor y coordinador de numerosas publicaciones y un conferenciante experimentado. Un hombre con múltiples talentos que ha sabido cambiar de opinión en el momento acertado.

Usted es un referente del realismo científico y autor de un libro homónimo ¿Cómo definiría esta corriente?

El realismo científico es una posición dentro de la filosofía de la ciencia que defiende tres cosas: existe una realidad, las teorías científicas proporcionan conocimiento sobre ella y la ciencia progresa hacia teorías más verdaderas. También tiene conexiones fuertes con debates de historia de la ciencia y  con el realismo filosófico.

¿Qué le llevó a interesarse por el realismo científico?

A raíz de mi tesis doctoral leí a J.S. Mill, Karl Popper y Thomas Kuhn. Después empecé a explorar de manera sistemática a todos los filósofos de la ciencia importantes. Además de los autores citados, leí obras de Whewell del siglo XIX y me interesé por el Círculo de Viena e Imre Lakatos, hasta llegar a nuestros días. De los recientes, me impactó fundamentalmente la lectura de un filósofo finlandés con el que luego tuve una buena relación personal, Ilkka Niiniluoto. Fue rector de la universidad de Helsinki durante varios años y está considerado como uno de los grandes teóricos del realismo científico. Ilkka escribe de forma muy clara y su visión de este asunto era muy convincente, así que empecé a escribir un libro al respecto.

Realizó varias estancias en el departamento de Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Helsinki.

Sí, fui para debatir sobre los temas del realismo científico con Ilkka Niniiluoto. Es uno de los departamentos de filosofía de la ciencia más prestigiosos del mundo. Tuvo entre sus primeros miembros a un integrante del círculo de Viena, Eino Kaila. El director más querido y más influyente que ha tenido es Georg Henrik von Wright, discípulo y albacea testamentario de Wittgenstein. Yo lo conocí la primera vez que fui, era un hombre impresionante. También ha tenido figuras tan prestigiosas como Jaakko Hintikka o el propio Niniiluoto. La verdad es que estuve muy a gusto en el departamento. Fue un lujo estar con expertos cuyo su trabajo ha tenido una gran influencia en la filosofía de la ciencia del siglo XX, trabajar en aquel ambiente y aprovechar los recursos bibliográficos que se me ofrecían.

“Necesito cambiar de tema cada 10 años”

Antonio Diéguez

¿Siempre ha sido simpatizante del realismo científico?

Cuando empecé a escribir el libro, al igual que la mayoría de jóvenes filósofos, era un antirrealista. Las posiciones realistas, no sé por qué, eran y son consideradas como más conservadoras. Lo digo porque el marxismo clásico defendía claramente el realismo. Marx, Lenin y Engels eran realistas. El libro de Lenin “Materialismo y empirocriticismo” es una defensa del realismo frente al fenomenismo y al positivismo previo al siglo XX. Cuando empecé con el libro, pese a que mis simpatías estaban con las posiciones antirrealistas, me fui dando cuenta de que los argumentos del realismo eran muy buenos. Me fueron convenciendo poco a poco, de manera que acabé el libro siendo realista. Desde entonces conservo la misma convicción, quizás no tan fuerte como entonces, pero en general sigo pensando que  es la mejor manera de interpretar la ciencia y las teorías científicas. Lo cual no significa que eventualmente surjan teorías que puedan ser meros instrumentos de cálculo o herramientas para producir tecnología, pero ese no es el objetivo principal de la ciencia. El objetivo principal de la ciencia, aunque a muchos científicos les suene trasnochado, es descubrir la verdad sobre el universo.

Ha mostrado ser capaz de cambiar de opinión. ¿Tuvo claro desde el principio que quería dedicarse a la filosofía?

Nací en Málaga, en un barrio obrero de trabajadores, y no tenía en aquel momento ninguna idea de lo que era la filosofía ni que iba a ser mi vocación. Al principio me interesaba la pintura, me hubiera gustado ser pintor pero no pudo ser. Hace mucho que no pinto, más de 10 años, pero no descarto volver a pintar alguna vez. Aún me arrepiento de ello. En realidad no tenía vocación filosófica, decidí estudiar filosofía en la cola de matriculación. Quien me influyó en el último instante para hacer filosofía en lugar de otra carrera de humanidades fue un buen amigo que estaba interesado en ella. Yo, con gusto, había podido leer un par de libros de Nietzsche, como “Así habló Zaratrustra”. Fue una decisión muy poco informada, fue un poco al azar. Por eso digo a las personas preocupadas por su futuro que tomen una decisión. Que la vocación muchas veces va surgiendo. Cuando empecé la carrera me di cuenta de que era un buen camino para seguir y tener una profesión.

«Un domingo en casa», cuadro de Antonio Diéguez.

Parece que la decisión fue acertada, fue reconocido con el Premio Extraordinario de Licenciatura. También obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado por su tesis sobre John Stuart Mill.

Empecé con J.S. Mill gracias a la llegada a Málaga de mi director de tesis, el profesor Pascual Martínez Freire, gran catedrático de lógica y filosofía de la ciencia. Él no podía dirigir una tesis de ética como me hubiera gustado, pero llegamos a un pequeño acuerdo: podría escoger un autor que tuviera relevancia en ética y política pero tendría que analizarlo desde la perspectiva de la filosofía de la ciencia. Su orientación y su ayuda fue fundamental. El indicado era Mill porque tenía una teoría pionera sobre la metodología de las ciencias sociales que estaba poco estudiada. La desarrollaba al final de su libro «Un sistema de lógica», que tuvo una gran influencia a finales del XIX y principios del XX. Lo que hice en la tesis fue trazar la historia del pensamiento metodológico en las ciencias sociales hasta la aportación de Mill, además de su influencia posterior.

¿Qué aspectos le llamaron la atención de la obra de J.S. Mill? ¿Comparte su definición de etología, que la sitúa como “la ciencia del carácter humano en el sentido más amplio del término”?

Mill dominaba el lenguaje. De su obra me atrajeron dos cualidades: su estilo claro preciso y su elegancia a la hora de exponer y defender las ideas. Fue una escuela de escritura que creo ha influido en mi propio estilo. Su idea de la etología sin embargo me parece que no era muy acertada. En cambio, hizo aportaciones muy interesantes. Mill pensaba que el método de las ciencias sociales tenía que ser lo que luego hemos llamado método hipotético-deductivo. Está considerado uno de los padres del inductivismo, la idea de que los descubrimientos científicos se obtienen mediante inducción, que luego rechazó Popper por completo. Sin embargo, para las ciencias sociales deja abierta una metodología diferente en la que tiene más importancia la invención de hipótesis y el uso de la deducción. Así que en ese sentido, Mill se adelantó un poco a su época.

Tras explorar debates de filosofía de la ciencia como este se especializó en filosofía de la biología.

Yo necesito cambiar de tema cada 10 años. No quería seguir leyendo sobre el realismo porque, aunque seguía siendo un debate intenso en el que surgían nuevas corrientes, me parecía que los grandes argumentos y las ideas centrales estaban ya expuestas. Quizás me equivoqué, porque el debate sigue y han surgido propuestas muy interesantes. Por otro lado, en torno al cambio del siglo XX al XXI, ya era evidente que la filosofía general de la ciencia no era un campo que fuera a dar resultados comparables a los que había dado previamente. Quien quisiera escribir algo sobre la ciencia desde un punto de vista filosófico tenía que especializarse en una ciencia y hablar con un conocimiento cercano. A finales de los 90 casi todos los filósofos de la ciencia empezaron a trabajar en alguna ciencia concreta, fue una cuestión generacional. La filosofía de la ciencia tradicional se había centrado sobre todo en la física, pero en ese momento había otras disciplinas científicas emergentes, como la biología o la economía.


Antonio Diéguez en una ponencia sobre el transhumanismo.

Usted, además, cursó parte de la licenciatura de biología.

Hay que conocer la disciplina de primera mano, por ello me matriculé, cursé y aprobé hasta final del tercer curso. En ese momento era vicedecano y tenía que pasar muchas horas en el despacho. Yo no iba a ejercer de biólogo y las prácticas de los últimos cursos ocupaban tardes enteras, así que decidí dejarlo porque ya conocía la teoría y los rudimentos de la práctica. La biología es una ciencia fascinante porque muestra que se puede hacer una ciencia de máximo rigor con unas aplicaciones prácticas increíbles utilizando una metodología muy diferente a la de otras ciencias. Cuando se habla del Método Científico con mayúsculas y en singular, pienso que es más una abstracción de cara a la galería, que otra cosa. En la realidad lo que vemos son ciencias diversas con metodologías diversas. La que sigue un físico de partículas tiene muy poco que ver con la que sigue un bioquímico, un paleontólogo, un ingeniero químico o un etólogo. Sin embargo, todos son métodos científicos. Si se interpreta correctamente la afirmación de Feyerabend de que “en la ciencia todo vale” (cosa que no siempre se hace), entenderemos que tenía bastante razón. Lo que Feyerabend quería decir es que si nos empeñamos en buscar un precepto metodológico universal para todas las ciencias, éste tendría que ser algo así como “todo vale”, lo que es tanto como decir que, en realidad, no hay ningún precepto universal sino una enorme diversidad de métodos. Lo que no está diciendo Feyerabend es que literalmente pueda hacerse pasar cualquier cosa por científica. La pluralidad de métodos hace que se rechacen también muchas propuestas en la ciencia por no ser aceptables desde algún criterio metodológico aceptado.  Las ciencias son muy diversas, no hay una metodología única. Eso es lo que la biología ha mostrado sin lugar a dudas. Todas las disciplinas de la biología, con mayor o menor rigor y matematización, han mostrado que se puede hacer una ciencia sin nada que envidiarle a la física. Ambas son ciencia, pero distintas metodológicamente. En biología, en lugar de leyes, existen modelos matemáticos. No son lo mismo pero ambos sirven para explicar y predecir fenómenos. Esto es un cambio de perspectiva fundamental en la filosofía de la ciencia porque muestra una de las limitaciones de lo que habían dicho miembros del Círculo de Viena sobre cómo funciona la ciencia. La biología es un buen ejemplo de cómo la ciencia es plural, de cómo los métodos se aplican de formas muy diferentes según el campo. Esto era muy interesante desde el punto de vista filosófico y fue una de las razones por las que decidí estudiar biología. Pero también, indudablemente, porque ya empezaba a estar claro el impacto que iba a tener la ingeniería genética y la biotecnología.

La filosofía de la biología enfrenta grandes debates actualmente. Usted ha participado en la publicación de Naturaleza animal y humana con el capítulo “Pensamiento conceptual en animales”.

Uno de los problemas que tienen algunos filósofos de educación tradicionalista es seguir anclados en la idea de que el pensamiento es tan complejo que requiere de un lenguaje también complejo. Creen que cuando hablamos de “conceptos” estamos captando la esencia de algo que no se puede captar sin una inteligencia abstracta, muy sofisticada.  Si uno lee los trabajos de los primatólogos sobre la cognición en primates en los últimos veinte años, no puede seguir manteniendo una concepción tan tradicionalista de lo que es la mente. Conviene mencionar a Frans de Waal y Josep Call, discípulo catalán de Michael Tomasello. Yo les digo a mis alumnos que no sigan definiendo al ser humano como el animal racional, porque no es una buena definición. Los grandes simios y otros primates son capaces de hacer inferencias transitivas, disyuntivas, etc. Por tanto, son racionales, aunque no posean un lenguaje. Acepto que es una noción muy básica de racionalidad, pero me parece válida. Por tanto, definamos mejor al ser humano, si uno quiere, con la otra traducción posible de la frase de Aristóteles. Aristóteles dijo que el ser humano era Zoon logon echon, el animal que tiene logos. Logos también se puede traducir como palabra. El hombre es, por tanto, el animal con lenguaje. Existen animales que pueden aprender un lenguaje, como el bonobo Kanzi, la gorila Koko o el loro Alex, pero no es un lenguaje propio, y, en todo caso, se discute si pueden manejar bien la sintaxis.. Las diferencias entre los seres humanos y otros animales, particularmente otros primates, son de grado. No se trata de un abismo ontológico.

“Hay que estar abierto a la aplicación de la biotecnología en el ser humano”

Antonio Diéguez

Otra cuestión alrededor de la naturaleza del ser humano es el transhumanismo, sobre el que escribió un libro.

En 2015 hice una estancia de investigación en Oxford en la que trabajé sobre el transhumanismo. Estuve en el centro Uehiro para la Ética Práctica, uno de los lugares principales del pensamiento transhumanista en este momento. Es un movimiento filosófico, cultural, con ribetes incluso religiosos, que pretende mejorar al ser humano por medio de la tecnología. En concreto con las tecnologías más avanzadas, que en este momento son la inteligencia artificial y la biotecnología. Los transhumanistas creen que el ser humano no es un ser acabado, que no existe una naturaleza humana estable, sacrosanta, que sea absolutamente inmoral tocar o modificar. Piensan, en cambio, que el ser humano es un ser cambiante que tiene mucho todavía que hacer para mejorar. Como esta mejora a través de la cultura es muy lenta, por no decir ineficaz, apoyan la idea de mejorar la especie mediante la tecnología o la unión con la máquina.  Creo que el discurso transhumanista es digno de atención, está soportado por muy buenos argumentos y autores. Hay que atender a expertos como Julian Savulescu o Nick Bostrom y estar abierto a la aplicación crítica y prudente de las nuevas tecnologías, como la biotecnología, al ser humano.

También realizó una estancia en Harvard.

Harvard es una universidad impresionante, siempre está entre las cinco mejores del mundo. Es la investigación en estado puro. El conglomerado de las ciudades de Cambridge y Boston, donde se encuentra además el MIT y otras universidades de enorme prestigio, es la zona del mundo con más premios Nobel por kilómetro cuadrado. Eso crea un clima intelectual asombroso. Tenía por costumbre asistir todas las semanas a alguna conferencia, ya que siempre las impartían figuras mundiales. Fue un lujo poder asistir al seminario que impartía Peter Godfrey-Smith, filósofo de la mente, junto con el biólogo David Haig. Asistió como oyente nada menos que el afamado filósofo Daniel Dennett y mantuvieron conversaciones muy interesantes. Percibí también una mentalidad diferente a la nuestra en los alumnos. Allí el alumno es incitado a no temer equivocarse, siempre que sepa defender bien su posición. Dan más importancia a la capacidad de argumentar las ideas propias que al hecho de que sean acertadas o equivocadas.

¿Cuál es el valor más destacado de las estancias en otras universidades?

Creo que son la mejor parte de la carrera profesional. A los profesores en España desgraciadamente nos tienen atados con demasiadas horas de clase -estamos mal financiados para eso también- y no nos dejan ir al extranjero tanto como nos gustaría. Sin embargo, es algo que luego nos piden en el CV

Muchos  profesores e investigadores son también divulgadores. ¿Cuál cree que es el papel de la comunicación de la ciencia en la sociedad actual?  

La comunicación de las ciencias debería tener un papel central, la ciencia necesita estar en contacto con el público. No comunicar los resultados despierta recelos. Las actitudes anticientíficas coinciden en un rechazo a la ortodoxia y en pensar que hay intereses oscuros o que la investigación está sesgada. Que tanta gente piense de ese modo es una desgracia y es peligroso. La ciencia ha de preocuparse por su imagen pública. No puede ser que a un científico le cueste perder prestigio el hecho de dedicar parte de su tiempo a la divulgación. Es central para la supervivencia de la propia ciencia y es absurdo que las publicaciones de este tipo no tengan prácticamente ningún valor curricular. Existe una idea cientifista de que el auténtico científico se dedica a otras tareas más serias, que esa es una tarea menor. No lo es; al igual que no lo es el tema de la financiación, que todos los equipos de científicos entienden. La ciudadanía tiene que percibir que incluso la investigación básica es útil. Creo que se está empezando a entender, pero ha costado.